Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Dlce

CUENTO La rutina de los condenados

Ilustración nomás “Hubiera dado lo que no tenía por hallar un camino que me permitiera abrir su corazón para acariciar el ventrículo” Algunas tardes, ese verano, vi en sus ojos el vacío del amor, como si ya no le importara. Esa vez había ido a pescar con los amigos al Dulce, cerca de casa. Cuando le conté las peripecias de la jornada, noté que no le interesaba en lo más mínimo que Cacho se hubiera caído de un árbol o que a Ernesto casi lo flechara un bagre. En un momento me callé, y al rato suspiró, regresando de algún lugar lejano: “¿Cómo era?, ¡seguí!, te estoy atendiendo”, dijo. Pero era evidente que navegaba en otra galaxia. Yo la miraba, tratando de encontrar en su rostro alguna señal, un parpadeo, una sombra, cualquier cosa que me dijera que todavía estaba conmigo. Pero no. Su mirada pasaba por mí como el viento por los eucaliptos, sin detenerse. A veces, cuando me quedaba solo, recordaba que me esperaba en la esquina: jugábamos a no saludarnos para disimular lo obvio, le brillab...