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Mostrando las entradas etiquetadas como Lapachos

PARQUE Del eucalipto al paraíso japonés

Tristes eucaliptos del parque Al otro día de cualquier tormenta, la Municipalidad casi siempre envía cuadrillas de obreros con motosierras, hachas, escaleras Cuando se hace viejo el eucalipto se vuelve peligroso, como lo comprueban los vecinos del parque Aguirre de Santiago, al ver cómo vuelan las ramas y los troncos cada vez que corre un poco de viento. Para qué si llega un vendaval de los que suele haber media docena por año en la ciudad. Son plantas viejas, fueron puestas hace cerca de 120 años para secar una parte de la ciudad que se inundaba y era criadero del mosquito que transmite el chucho, también llamado paludismo. Antes de continuar digamos que el nombre es eucalipto y su plural, eucaliptos. Pero tanto han insistido los supuestos cultos en nombrarlos como eucaliptus en singular y en plural, que la Real Academia se cansó y también acepta la segunda forma, como si este árbol fuera una pastilla de menta. Volvamos al parque, todos envejecieron, algunos se secaron, otros fuer

URQUIZA Cómo es vivir en las calles de la bosta de los perros

Sería ideal que los perros levantaran su propia mierda A mediados de agosto las flores lilas de los lapachos hacen un techo para los viandantes, pero… Vivo en la que dicen que es una de las calles más bonitas de Santiago del Estero, la Urquiza. Sombreada por lapachos, a mediados de agosto dibuja en el Cielo una fiesta de color lila y regala a sus viandantes la vista de casas con frentes prolijos y edificios nuevos y vistosos. Sus veredas son recorridas por gente de toda clase, desde los que dejan sus autos en el parque para ir al centro, hasta los que se bajan del ómnibus en la Roca, pasando por las amas de casa del barrio, sus comerciantes y proveedores, en fin. También la caminan los paseadores de perros, dejando el rastro de su paso por las veredas, es decir, la mierda de los animales que llevan, por todas partes. Si usted vive en la Urquiza o pasa por ahí todos los días, al menos una vez al mes se hallará con la hedionda sorpresa de haber pisado el aca de la mascota de un vecino de