Supermercado El problema es que siempre me olvidaba de lo que mi mujer me encargaba comprar en el supermercado. Si eran galletitas dulces, no sé por qué elegía saladas, en vez de mayonesa traía mostaza, me confundía el arroz con el fideo, la harina con la maicena, y me enredaba las cantidades de té, mate y café. Siempre la misma historia: volvía del supermercado, ella abría la bolsa y me retaba. A veces me mandaba a la esquina a comprar una Fanta y yo caminaba diciendo “¡una Fanta naranja, una Fanta naranja, una Fanta naranja!”, pero no va a creer, llegaba al kiosco y decía: “Demé una Secco—cola”. Siempre la memoria me tendía la misma trampa. Hasta que un día que me dio muchos encargos, los memoricé tal cual: Mate, café harina, palmitos, yerba, mermelada, cacao, picadillo, paté, caballa, arroz, arvejas, sardinas, atún, choclo y lentejas”. Después le puse música, vendí la lista a Marolio y ya no me olvido más. ©Juan Manuel Aragón
Cuaderno de notas de Santiago del Estero