Azaleas del patio del hombre Un avión a chorro rompe el cielo de la madrugada de Santiago: hay uno que lo observa desde su casa y es observado desde arriba En la madrugada resplandeciente y sola, cerca de la luna y pasando como una lenta saeta entre las nubes, un avión enciende y apaga sus luces, enciende y apaga, enciende y apaga. Son menos de las cinco de la mañana y desde hace un rato el hombre anda insomne por la casa, va de la radio a un libro, del libro a la radio, se desvía para mirar las azaleas del patio y sigue su rumbo sin rumbo, molesto porque ya no puede dormir cuatro horas seguidas sin despertarse sobresaltado, creyendo que ya es tarde, que el mundo se irá sin él. Mira cómo el avión a chorro se pierde por encima de la tapia del vecino y piensa en esa azafata que debe venir de Bogotá, Miami, Nueva York, quién sabe, agotada de trabajar tantas horas entre esos pasajeros sin rostro, el de la A24 se ha dormido temprano luego de beber un whisky, la señora de la C3, viaja nervio
Cuaderno de notas de Santiago del Estero