Extrañan a los que faltan El temor del autor de este escrito es que al morirse hallen libros que no corresponden en su biblioteca El otro día estuve toda la tarde dudando con un libro “El reino de los Juárez”, de un tal Sergio Carreras, buenos días, mucho gusto, encantado. Digo, dudaba entre tirarlo a la basura, quemarlo, romperlo en pedacitos o que siga ocupando espacio en la biblioteca. Y no, no es furia iconoclasta (que no sé qué quiere decir, pero es una palabra que desde hace mucho quería usar y bueno, ahora se dio la oportunidad). Hay otra historia detrás. Cuando llegó a viejo, un pariente se ufanaba de no haber entrado jamás a un supermercado. Una vez le pregunté por qué. dijo que tenía miedo de que justo ese día, la casualidad lo llevara a morirse justo ahí y que, en adelante los hijos, los nietos, lo recordaran como el abuelo que crepó frente la góndola de los lácteos de un lugar con nombre extranjero, que paga royalties hasta por la manera de joder a los clientes. Tengo una
Cuaderno de notas de Santiago del Estero