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Mostrando las entradas etiquetadas como Abuela

SANTUARIO La última sandía

Sandías modernas Fue la última vez que estuvimos todos, cerca de un calicanto celeste con un cielo verde de paraísos a la vuelta Aquella vez fue la última que comimos una sandía todos juntos, detrás de las cañas huecas, el santuario de la mesa blanca y redonda de la que eternamente colgaba un abridor de cocacolas. Estaba terminando de marchitarse la abuela, queríamos verla fuerte y linda como había sido siempre, pero sabíamos que eso no era posible. Esa última vez agarró una pala para abrir una canaleta que llevara agua hasta las plantas más allá de la pileta de lavar, hizo unos centímetros y un nieto se la quitó, igual quedó feliz: “Todavía estoy fuerte”, dijo. Queríamos creerle y, por supuesto le creímos. Era una siesta como tantas otras, ¿ha visto?, el calor apretaba, pero en casa no hablábamos de esas cosas, no pregunte por qué, porque no lo sé. O sí lo sé, mi padre decía que lo que no se nombra no existe, por eso no andábamos todo el día quejándonos de la temperatura. Era una sand

MATE La pava negra

Diego Velázquez: Anciana friendo huevos La tesis de un pariente era que, con el tiempo, los objetos adquirían un alma y se convertían en testigos de la vida de la familia Mi hermana, la Catalina, una tarde que tomábamos mate a la sombra de la cañahueca, dijo que cuando muriera la abuela Clara, habría una batalla campal en la casa por ver quién se quedaba con su pava negra, yapada con alambres, abollada en varias partes, irreconocible en la oscuridad de las madrugadas, entre el sartén, las cacerolas, el cucharón y Napo, el gato que adoptaron los viejos cuando se murió Lorenzo, el loro que era lora. Quise avisar que el único heredero sería yo, pues el abuelo me la había legado antes de morir, pero no me dieron bolilla, soy uno de los menores en una nietada que, según las cuentas, hasta hace unos años andaba en 45 ejemplares de todas las edades, señales, marcas, pelos, razas. Nadie se disputaría su costurero ni la antigua Singer a pedal con la que cosía sus vestidos y los delantales que u

CENSO La Argentina se achica

Un mundo sin niños Entre censo y censo nacieron unos 800 mil chicos menos que los previstos, mientras en Buenos Aires la gente prefiere vivir con animales El diario La Nación avisa que en la Argentina, entre censo y censo, nacieron cerca de 800 mil chicos menos que los previstos y que en lo que otrora era la Capital Federal, hay más perros y gatos que chicos viviendo con la gente en las casas. Hoy es normal que uno viva con su animal y no con alguien humano, digamos. ¿Un signo de los tiempos?, quizás, pero ¿quién es quién para juzgarlo? Lo cierto es que habría que davueltar el dicho para que exprese: “Éramos pocos y no parió la abuela”, así se ajusta a una realidad que aflige. Hay gente que prefiere vivir con su perro, con su gato, con su loro, y no con su hermano, su hijo, su padre, su amigo, su novia. Lo peor es que la información no causa perplejidad, asombro, extrañeza o sorpresa. En el fondo se estaba esperando una nota que confirmara la percepción general y es que en las ciudades

BOSQUE Luna de plástico

La Radiosol Qué sucede cuando un buen día se camina por lo que antes era un ambiente natural y se ha convertido en algo artificial Esa mañana que salí a caminar por una finca cercana, recordé la nochecita en que una fila de sapos se apiñaba contra la pared de la casa buscando algo para comer. Entre galletitas Criollitas con picadillo en lata, mi abuelo se acordó de que, si por un acto de magia se mataba a todos los sapos del mundo, los insectos taparían el sol hasta que el día se hiciera de noche. Mi abuela dijo que también había otros animales que comían insectos. Como los murciélagos, algunos pájaros, las gallinas. También supe que los animales más grandes se comían a los más chicos y a los más débiles y esos débiles se comían a otros más pequeños, esos a su vez a otros más diminutos y así hasta llegar a los microbios, que comían a todos, incluidos los más grandes y vuelta a empezar. Esa vez, sentado en la sillita azul que luego fue pasando a mis hermanos menores, me quise percatar,

HAGIOGRAFÍA San Abundio

Hornachuelos, en Córdoba, España Los santos y mártires del catolicismo no son los boluditos que pueblan los altares de los templos, sino gente que enfrentaba a los paganos con alegría y fe Mal anda el mundo desde que dejó de intentar un parecido con los santos cristianos, según decía un libro de hagiografías que mi abuela tenía en su mesa de luz para leer todas las noches, antes de dormirse. No vaya a creer que mi abuela Estela era de las beatitas de misa diaria, mantilla y misal. Como casi todas las de mi familia, fue mujer fuerte, buena, y de armas llevar, si era necesario, como que, en el campo, muchas veces durmió con el Orbea 32 bajo la almohada, con el que mi abuelo le había hecho practicar puntería contra una latita clavada en un palo borracho. Qué le quiero marcar con esto, dos puntos, que quienes leen la vida de los santos e intentan parecerse a ellos, no son los mojigatos que la gente imagina, sino gente con los pies en la tierra y la vista en el Cielo. Porque los santos, ade

TELEVISIÓN Argentina—Brasil: la pelea

Imagen de ilustración nomás “Fue un partido lindo, de esos repletos de emociones, porque la pelota iba de un campo al otro, casi sin solución de continuidad” Ese día jugaba la Selección Nacional de Fútbol de la Argentina con la de Brasil. Era la primera vez que en el pago se vería, en vivo y en directo un partido jugado a miles de kilómetros de distancia. Teníamos un televisor en blanco y negro, alimentado por una batería que esa mañana habíamos llevado a cargar al pueblo para que no fallara. “Está gordita” decíamos, para indicar que estaba llena de electricidad y duraría varias horas. Era todo un folklore el asunto de cargar las baterías de los televisores. Las mujeres miraban las telenovelas y los hombres los partidos y, pocas veces, los noticiarios, que siempre eran más divertidos en la radio. Una vez cada cuatro o cinco días había que llevarlas a hacerlas cargar en el pueblo, otros tenían más suerte y un tractorista amigo la cargaba en su vehículo. La mayoría las acarreaba al puebl

RECETAS Tarteletas de nueces

El recorte El polvo Royal es el que usan las más conocidas reposteras Una simpatiquísima receta para hacer tarteletas de nueces no viene mal para este tiempo del añ o, cuando las mujeres disponen de más tiempo para hacer experimentos en la cocina. Mi abuela y mi madre fueron buenas cocineras, cada una en su estilo. Mi abuela, ama de casa a tiempo completo , no tenía problema en trabajar toda una mañana para una comida que los hijos o los nietos liquidarían en unos instantes. Mi madre en cambio, trabajó muchos años como maestra, por lo que se inclinaba por las comidas que llamaba prácticas. Por supuesto, cada una de las preparaciones culinarias tenía un espónsor, en este caso era e l polvo Royal , la maravilla hacía esponjosos los bizcochuelos. El invento que, cuando salió, cambió para siempre jamás la repostería y pastelería en el mundo. Pero, fuera palabras vanas, vamos por la receta propiamente dicha. Ingredientes para la masa. 2 tazas de harina (240 gramos), ½ cucharadita de polvo

RECETAS Pan de chocolate

El recorte Pocos ingredientes y una preparación precisa lleva esta exquisitez dulce A quién no le gustaría probar un pan de chocolate como el que trae esta receta “especial para golosos”, según anuncia el título de la nota. Apareció en una revista que compraba mi abuela Estela y está prolijamente recortada. Alguna vez lo habrá hecho para los hijos o los nietos, no sé, no me acuerdo. Ahí les va: Ingredientes. Leche, 4 cucharadas, manteca 50 gramos, barritas de chocolate 4, azúcar molida 150 gramos, huevos 4, esencia de almendras o de vainilla una cucharadita, harina con leudante 100 gramos, castañas de cajú 100 gramos, dulce de leche 2 cucharadas. Procedimiento. Poner en un tazón a baño María la leche, la manteca y el chocolate previamente rallado. Mantener al calor hasta que el chocolate se disuelva. Retirar del baño María, agregar el azúcar y enfriar, mezclando bien los ingredientes con una cuchara de madera. Separar yemas y claras de los huevos. Agregar las yemas a la mezcla ante