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Mostrando las entradas etiquetadas como Febrero

FRASES Vamos a morir achicharrados

Amanecer de enero “Los santiagueños se agobian con el calor, de tal manera que, desde los primeros días de noviembre hasta fines de marzo, no hallan otro tema de conversación” En pocos días más largan la carrera de los agoreros seriales del calor. Preparaos, hermanos míos para las frases, las quejas, y los lamentos por el martirio de todos los años en Santiago. "Si llueve es peor", "lo importante es la sensación térmica", "ahora hay más humedad que antes", "eso que nos falta pasar enero y febrero", "y todavía no llegó el verano", "a las tres de la tarde va a ser peor", "el Servicio Meteorológico miente", "45 grados, pero en Mal Paso, aquí es mucho más". Algunas son incomprobables, en otros casos está demostrado que no fue así, pero igual siempre habrá alguien dispuesto a repetirlas: “Antes no era tanto”, “los pajaritos se mueren cuando vienen volando”, “¿ha visto cuánto dicen que va a hacer mañana?”, “clar

LITERATURA El sillón de febrero, el grillo, el alba y los ceibos

Luis Landriscina “Uno del montón que escribe más o menos lo que se espera de él, ni muy muy ni tan tan” (Al Nene Pons). “En el sillón de febrero se está hamacando el verano”, dice Luis Landriscina en su poema “Por tantearlo, nada más” y uno se queda pensando en esos dos octosílabos. Capaz que ya se han hecho graves estudios para averiguar qué tenía en la cabeza el vate y cuentista chaqueño cuando escribió esos versos. Digamos lo mismo de Atahualpa Yupanqui al cantar “un grillo feliz llenaba su canto de azul y enero”. Decir eso es embramar con cuatro vueltas de lazo una metáfora y ponerle palabras sencillas, que entienden todos. Y viene la santiagueña (no bandeña), María Adela Agudo y al poema “Para tu voz” lo comienza con “Entre el alba y los ceibos amo tu voz interminable; resalada, resinosa, de elemental aroma”. Y parece que sus palabras se deslizan por la garganta, cascadas de letras diciendo lo indecible en unas pocas letras. Casi siempre cuando me dicen escritor, tengo miedo de