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Mostrando las entradas etiquetadas como Leones

SAFARI Qué hacer si lo rodean los leones

Observan la naturaleza ¿Qué puede salir mal en una excursión en Jeep, con guías, por la sabana africana, rodeado de turistas de varias nacionalidades? Sos el único que habla español en esa caravana de Jeeps que se adentró en la sabana africana, vas callado, mirando todo con mucha curiosidad a turistas de todas las nacionalidades, ávidos de fotografiar leones, hienas, jirafas, elefantes, hipopótamos. Crees reconocerlos por la manera de hablar, los alemanes, los norteamericanos, el italiano que va con su esposa, una morena que tiene lo suyo. Los guías y el chofer son morenos africanos, hablan inglés, por supuesto. Tienen la delicadeza de detenerse cada vez que un turista grita “stop”, ya sea porque le pareció ver un impala o quiere ir más despacio para observar mejor a los elefantes. De vez en cuando los dejan bajar a estirar un poco las piernas. Entonces los africanos bajan con un rifle, por las dudas se aparezca un león, una tropa de elefantes enfurecidos. No se han detenido en ninguna

CREACIÓN Los monos, los árboles

Imagen de ilustración El monito que se baja del árbol es comido por los animales salvajes, el que camina erguido también Los monos no querían bajar de los árboles ni tenían para qué, los que andaban más alto sobrevivían al tigre cazador, al ágil leopardo, al hambriento león. Los más débiles dormían en las ramas bajas que eran más fuertes, sí, pero más cercanas al suelo y por lo tanto más accesibles. Eran animales imperfectos, casi creados a la marchanta. Para no extinguirse se treparon a los árboles y siguieron con vida. El andar de liana en liana, como dice la vieja canción, los salvó de la extinción. Y Dios vio que eso estaba bien. Cada uno de los animales tenía sus problemas, el mamut necesitaba miles de toneladas de pastito para quedar satisfecho, cuando hallaba comida, en poco tiempo se superpoblaba el lugar hasta que todos lo de su especie terminaban raquíticos. Entonces uno decidía marcharse a otro sitio para volver a empezar. Al final no tuvieron dónde ir, quedaron presos del h

COSTUMBRES Elegancia

Pichis que ofrecían antes en el mercado Qué hace un hombre fino y distinguido cuando lo invitan a comer, cuál es su relación con los alimentos, qué invita a quienes van de visita a su casa El hombre elegante, cuando le preguntan qué comidas le gustan, siempre responde: “La que me ponen en el plato” o alguna fórmula similar. Nada hay más desagradable para cualquiera, que un invitado a almorzar o cenar diga que no le gusta alguno de los alimentos. Para evitar esos contratiempos, siempre es bueno asegurarse de antemano, el gusto por toda clase de vegetales crudos o cocidos y animales y sus derivados. Ese hombre no pondrá a la familia que tuvo el agrado de invitarlo a comer, en el apuro de no saber qué cocinarle ante su intempestiva confesión. Si no le gusta la rúcula, el zapallito o el hígado, lo comerá tranquilamente hasta el último bocado sin hacer ningún gesto de desagrado. Firme y seguro, dirá que le gustó mucho, que tenía buen sabor, eso sí, no pedirá que le sirvan otro plato, pero n