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PALABRAS Casi, casi, casi, la paz llega de lejos

Felicidad, paz (autofoto) Una palabra insignificante puede significar, al final de cuentas, la maravillosa esperanza de un muy buen día Casi, casi, casi, significa que fue por muy poca diferencia, apenitas por esto, por el hocico, diría un burrero, por una uña. No son todos. Si uno dice que estuvo casi toda la familia, está indicando que faltó uno, o tal vez más de uno, no muchos. El idioma no es una ciencia exacta, por lo que no se sabe muy bien cuántos deben estar ausentes para que quepa correctamente el adverbio. Si usted afirma que a la cena fue la mitad de los invitados, no corresponde el “casi”. Pero, si de cuarenta faltaron dos o tres, ahí está bien puesto y es “casi todos”. Hablando de otra cosa, ¿no le pasa que por ahí se siente solo, triste, olvidado?, ¿que el mundo le ha dado la espalda, lo ignora?, ¿que nadie le ha dedicado unas palabras amables en todo un día? A veces no es así realmente, es decir, uno estuvo con gente a la que aprecia y quiere entrañablemente, se topó con

CUENTO Un número de cuatro cifras

Cuaderno de tapa dura Lista de los amigos y conocidos que se van yendo para siempre, no con afán morboso sino más como coleccionista Empecé a llevar un registro de muertos en el 90. En ese tiempo vivía en Buenos Aires, una vez, cuando volví a Santiago, pregunté por un amigo y me dijeron que era finado, pregunté por el padre de otro y también había muerto. Entonces compré un cuaderno rayado, de los de antes y empecé a anotar los muertos conocidos. Pero tenían que ser conocidos, no conocidos de conocidos ni parientes, es decir amigos, sus esposas, siempre que hubiera tenido algún contacto con ellas. Si alguien viene y me dice que murió la hermana de uno, el padre de otro, no los incluyo, porque no los ubico, ¿me entiende? En Buenos Aires siempre que me topaba con un santiagueño me avisaba los últimos muertos, era una de las primeras noticias que siempre te daban del pago. “¿Sabías que ha muerto el Rana Torres?”, “¿no te has enterado”, finó Ramón Aguirre”, “¿cuál, el que jugaba en las inf

ESCRITOS Para qué, para quién

Atrapado entre 27 letras Qué lleva a un tipo a redactar todos los días un mensaje que arrojará en una botella al mar de internet No para los vecinos ni los amigos ni los conocidos ni los desconocidos ni los profesores ni los alumnos ni los críticos ni ningún lector en especial ni todos en particular, el escritor escribe para sacarse de adentro una cierta propensión a la soledad, a la melancolía, una tristeza por las cosas que no sucedieron y nunca sucederán, aunque pasen cien millones de años. Está seguro, a esta altura de la kermés, de que nunca será un poeta del Parnaso local, nacional o internacional como los que admira y relee. Redacta una y otra vez, una y otra vez y otra y otra más, sabiendo que jamás llegará a la altura (¡ni cerca!), de Edgar Allan Poe, Jorge Luis Borges o acaso Carlos Virgilio Zurita, cuentista y poeta exquisito, de factura santiagueña y tramas imaginativas y diversas. No para la novia ni para la suegra ni su madre ni sus hermanos ni la amiga ni los contertulio