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Mostrando las entradas etiquetadas como Cuentos

TIEMPOS La muerte venía marchando

Carroza fúnebre (foto archivo) Los velorios de antes, sus costumbres, sus ritos, el luto, las carrozas, la viuda, los chistes y cuentos, el tarjetero y, por supuesto, el folklore En aquellos tiempos (in illo tempore), uno se enteraba de que en una casa había un finado porque en la puerta instalaban un tarjetero con una lapicera para que cada uno fuera poniendo su nombre y dejando constancia de que había estado. Una tarde cualquiera, a medida que iba llegando, se alarmaba: —Ahí vive Albertito, ¿será él? —pensaba. Cuando estaba ahí, desde la entrada nomás averiguaba: —Pero, ¿qué ha pasado? Alguien, con voz resignada, le informaba: —Se nos fue Alberto. Preguntaba entones: —¿Albertito? —No, el papá, don Cacho. Mis padres alquilaban una casa, que se conserva tal cual, en el barrio San Martín, de La Banda, Belgrano 1357. Entre los borrosos recuerdos de la infancia, una tarde vi pasar la carroza de la pompa fúnebre, tirada por al menos cuatro caballos y un señor vestido de negro en lo alto de

CUENTO Palabras que precisan cancha

Vikingos morochos Por qué el mundo se está quedando casi sin palabras y acude a los monosílabos y a los dibujitos como forma de expresarse Lo que se va a narrar sucedió en tiempos en que la gente leía. Porque, aunque usted no recuerde, en los tiempos aquellos agarrar un libro no era algo excepcional sino lo más normal del mundo. En ese entonces nadie habría puesto en duda que, para recibirse de algo, pongamos contador o abogado, se debían tragar varios compendios larguísimos y por añadidura quizás uno o varios apuntes escritos por el profesor sobre algo muy particular. Hoy es posible recibirse de cualquier cosa sin jamás haber tomado un libro entre las manos. Pregunte y verá. Antes no se temía leer: un cuento corto tenía tres o cuatro páginas, y llegaba hasta cinco o seis también. Uno más o menos tenía diez y uno bien largo, pongalé, llegaba hasta las 25 o treinta. Y se la bancaba. Hoy muchos tienen serias dificultades para deletrear los zócalos de la televisión, el cartel del almacén

1375 ALMANAQUE MUNDIAL Boccaccio

Giovanni Boccaccio El 21 de diciembre de 1375 muere Giovanni Boccaccio, poeta y erudito italiano, más recordado por ser el autor de los cuentos terrenales del Decamerón El 21 de diciembre de 1375 murió Giovanni Boccaccio en Certaldo, Toscana. Fue un poeta y erudito italiano, más recordado por ser el autor de los cuentos terrenales del Decamerón. Con Petrarca sentó las bases del humanismo del Renacimiento y elevó la literatura vernácula al nivel y estatus de los clásicos de la antigüedad. Había nacido en 1313 en Toscana. Era hijo de un comerciante toscano, Boccaccio di Chellino (llamado Boccaccino), y de una madre probablemente francesa. Pasó su primera infancia tristemente en Florencia. Su padre no simpatizaba con sus inclinaciones literarias y lo envió, a más tardar en 1328, a Nápoles para aprender negocios, probablemente en una oficina de los Bardi, que dominaban la corte de Nápoles mediante sus préstamos. Allí experimentó la aristocracia del mundo comercial, y lo que sobrevivió de l

1867 ALMANAQUE MUNDIAL Pirandello

Luigi Pirandello El 28 de junio de 1867 nace Luigi Pirandello, dramaturgo, novelista y cuentista italiano, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1934 El 28 de junio de 1867 nació Luigi Pirandello en Agrigento, Sicilia, Italia. Fue un dramaturgo, novelista y cuentista italiano, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1934. Con su invención del “teatro dentro del teatro” en la obra Seis personajes en busca de autor, se convirtió en un importante innovador del teatro moderno. Era hijo de un comerciante de azufre que quería que entrara en el comercio. Pero él no estaba interesado en los negocios, quería estudiar. Primero fue a Palermo, la capital de Sicilia, y, en 1887, a la Universidad de Roma. Después de una pelea con el profesor de clásicos, se fue en 1888 a la Universidad de Bonn, Alemania, donde en 1891 obtuvo su doctorado en filología con una tesis sobre el dialecto de Agrigento. En 1894 su padre arregló su matrimonio con Antonietta Portulano, hija de un socio comercial, rico c

TEXTO La mosca en la sopa

Justo cuando la ve “Soy la que reniega del socialismo por su apetito voraz por la sangre y las riquezas y la que decidió tampoco adherir al liberalismo por las mismas razones” Tengo alma de suicida, voy volando por ahí, veo un plato con un líquido caliente, y ¡zas!, siempre me zambullo. Soy la mosca de la sopa, la molesta mosca de tantos cuentos, chistes y chascarrillos que circulan por el mundo. Me encanta serlo, aunque después vengan a decir que para qué quiero ser bicho nadando en un plato, si voy a estar muerto. Pero ahí voy. ¿Ha visto que en una discusión siempre se espera que uno se incline para uno u otro lado? Bueno, soy el que lanza siempre una tercera opción, como una manera de no darle la razón a ninguno de los dos. La mosca en la sopa. Revoloteo, revoloteo, revoloteo, en un descuido de quien la sirvió me acerco mucho o me quiero asentar sobre ella sin ver que es líquida y termino ahogada en ese mar grasoso, tibio y salado y quedo así, exánime, flotando yerta entre un fideo

CUENTO Las tres Marías

Las Tres Marías Publicado originalmente en el libro “Platita, cuentos” (1999, ediciones San Miguel) Todavía me mira desde su gran marco de madera oscura con grueso vidrio, el severo rostro de mi bisabuelo Benjamín primero, el que vino de España a levantar una cosecha y terminó vendiendo frutos del país, cueros, lana, plumas y cambiando ginebra, tabaco yerba por pesos fuertes. Ese gran cuadro, Benjamín sentado con el sombrero en la mano y los mostachos furibundos, es el primer recuerdo de mi infancia. Su mujer era criolla del pueblo. Nunca tuvo un retrato y hoy sólo el olvido la recuerda. María Hortensia era la mayor de mis tías abuelas y hermana de Benjamín segundo. Tenía la misma gravedad del cuadro sin los mostachos, aunque de vieja le asomasen grandes bigotes. Ella siempre me decía que sin severidad no puede haber rectitud. Es por eso que siempre traté de reprobar a una buena porción de mis alumnos, mediocres y puebleros. Ellos son los únicos que a veces han invadido mi intimidad, c

LEYENDAS El Flecha Bus aleja los espantos

Plaza de Loreto, foto de Rody Beltrán “Son tan líquidas las relaciones, que es posible que un muchacho se enamore de una chica sin saber que es su hermana” En realidad, los espantos que poblaron el campo, los pueblos y las ciudades de Santiago, se mandaron a mudar porque cambiaron las condiciones de vida de la gente, que hacían posible su existencia en un medio estable, con una educación moral que había comenzado quizás antes de la llegada de los españoles, con familias constituidas y papeles bien definidos de cada uno en la sociedad. Metemos a todos en la misma bolsa cuando hablamos de espantos: aparecidos, luces malas, espectros, fantasmas de toda laya y también mitos, leyendas, fábulas, supersticiones, quimeras, sueños y utopías de un tiempo que se fue para siempre y quizás no tenga pensado regresar. Qué diferencia puede haber entre la Telesita y el ruido de cadenas que se oía en las noches solitarias de las calles santiagueñas, si no están presentes en ninguna parte. Desde que apar

EFEMÉRIDES SANTIGUEÑAS Del 24 de febrero

El poeta En 1910, el poeta, periodista y cuentista Enrique Banchs está en Santiago del Estero El 24 de febrero de 1910, Enrique Banchs llega de visita a Santiago. Nacido en 1888, era un poeta porteño, que se inspiró en escritores del Siglo de Oro español. Sus versos tenían evocaciones españolas, alemanas y modernistas. También escribió cuentos para chicos y ensayos. Fue periodista de La Prensa, la revista Atlántida y dirigió la revista del Consejo Nacional de Educación. Además, fue miembro de la Academia Argentina de Letras y después nunca más volvió a publicar poemas. En 1930 trabajaba en el diario La Prensa de Buenos Aires y publicó cuentos para chicos de 8 o 10 años en adelante. Fueron firmados con los seudónimos J. Olive y E. Lloret, o aparecieron como anónimos. Sus últimos días se mantuvo en aislamiento y guardó silencio hasta su muerte. En su honor hasta 2016 una biblioteca infantil en la Ciudad de Buenos Aires llevaba su nombre. Para recordarlo, el comienzo del poema “Un anhelo”

CUENTOS de José Rafael Abdala

Dos viejos comiendo sopa, Francisco de Goya José Rafael Abdala* La vieja Una madrugada volvía solo de una fiesta en el Barrio Norte. Como no había ningún conocido que me acercara a casa, tenía que caminar solo nomás hasta la Villa Nueva; no me quedaba otra. Encima tenía que pasar por la calle Libertad, frente al Cementerio del Oeste y el de los Árabes. Tenía un terror tremendo, pero trataba de no darme manija. Camino varias cuadras y todo estaba tranquilo, como nunca. Doblo por calle Libertad y encaro, cantando bajito como para darme ánimos. Entre los dos cementerios, veo una viejita barriendo la calle con una escoba de afata. -¿Qué hora tiene, joven?- me pregunta cuando iba frente a ella por la otra vereda. -Las cinco y diez- le contesto. Pero al levantar la mirada del reloj, no la veo a la vieja, y una carcajada estalla en ese mismo momento en el aire, perdiéndose en un eco por el lado del montecito detrás de los cementerios. No volví a salir de noche por mucho tiempo. La sombra Era

ZOOLOGÍA No me gusta tu perro

Haciendo gracia No quiero saber cómo se llama ni qué crema enjuague usa para el pelo Pido disculpas de antemano, pero no me gusta tu perro. No me parece adorable, no voy a memorizar cómo se llama , no me importa qué come, tampoco cómo duerme y en qué, y no estoy interesado en saber por qué mueve o deja de mover la cola. Te lo digo por única vez, no me interesa hablar de perros. No me importa que sea manso y sereno, no quiero que me huela ni que deje rastros de su olor en mi ropa. Y si puedes, cuando vaya a tu casa, mándalo al patio , a la cocina, a la calle. Me molesta que esté parado, ahí, oyendo la conversación. Ya sé que no va a contarle a nadie, pero igual su presencia me perturba. Si entre tu perro y una visita mía, prefieres a tu perro, todo bien, no hay drama. No me interesa si se baña una vez al día o veinte veces, si le pones perfume, si tiene todas las vacunas, solo algunas o ninguna. No me interesa en lo más mínimo por qué su collar es verde, azul o colorado. Ya sé que es tu

LECTURAS En primera persona

Parte de mi colección de "Naricita" Descubrimiento y experiencia de vida con los libros De chico me enamoré de las novelas de tres autores, Mark Twain, Emilio Salgari y Julio Verne , también pasé por la colección completa de los libros de Monteiro Lobato, algo así como 22 tomos, encuadernados en rojo, de los que aún conservo 18. La última edición en español fue prologada por Cristina Fernández de Kirchner , quien también guarda buenos recuerdos de Naricita y Perucho, sus dos principales personajes. Los diarios de Buenos Aires, con la furia mordiente que los caracteriza, dijeron que eran libros de un racista, pero en su odio son capaces de cualquier gansada. Y disculpe usted esta crónica en primera persona para hablar de algo tan íntimo como el gusto por la lectura. Devoré los libros de la colección “Bomba”, creo que así se llamaba, y algunos clásicos a la altura de los chicos como Ivanhoe, Príncipe Valiente y el indestructible Robinson Crusoe . En el camino pasé por el Martí