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Mostrando las entradas etiquetadas como Mundos

ESTAMPA El perro y las novelas

Imagen de ilustración nomás Para qué poner nombre a un perro si tenía uno solo, no hacía falta distinguirlo Un solo perro tuve en mi vida, uno solo. Tengo recuerdos de muchos, el Lobito, el Tarzán y el Káiser, que eran de mi abuelo, los Llodrá tuvieron uno que era sordo, un día se acostó a dormir debajo de las ruedas de un camión y cuando el chofer puso marcha atrás, cagó fuego, también tenían otros, como el Morfeo y el Chirola; mi suegro tuvo uno muy bueno para la correr hacienda y salir a quirquinchar, el Chiquito. Pero ese que le cuento fue el único que tuve en mi vida. Me lo dieron de cachorrito y nunca le puse nombre, no hacía falta, si tenía uno solo. Además, nunca lo llamaba, para qué, siempre estaba ahí, dando vueltas, mirándome con cara de bobo. Era de raza indefinida, tenía algo de pastor alemán cruza con camioneta Bedford más otras veinte sangres callejeras corriéndole por las venas. Nunca he sentido mucho afecto por estos bichos. Ellos son perros, tienen un lugar establecid

PALABRAS La tierra de Jauja

Centro de Jauja Una ciudad del Perú da origen a una palabra poco usada en el idioma español: vamos por ella y veamos su significado Vamos por la palabra “Jauja”, poco usada en la actualidad, aunque merecería figurar todos los días en las portadas de los diarios del mundo entero. Se trata de una ciudad del Perú, a 175 kilómetros al este de Lima y 145 al norte de Huancavélica, sobre el río de su nombre. Tal vez las riquezas que llevaban de ella los indianos, como antes se les decía a los españoles que volvían de América, haya dado origen a la proverbial riqueza que se le atribuye a esta ciudad. De ahí, que según los diccionarios antiguos “estar o vivir en Jauja” hay significado vivir perfectamente sin necesidad de acudir al trabajo, ponderando así la riqueza de aquella población. Esa es una versión. Hay otra, que es también la misma y avisa que Jauja es un país que nunca existió, pero lo más parecido al que algunos siguen imaginando. O deseando y augurando, si se quiere hacer más deprime