Con papas fritas "Algunos las comen bien morochitas y recién salidas de la sartén, pero hay quienes las prefieren pálidas y ojerosas" Si algún día los argentinos nos decidimos a erigir un plato nacional, que represente nuestra gastronomía más íntima y visceral, no debiera ser la empanada ni el asado ni los tamales o la humita y menos que menos el locro o la tortilla del mate. Más allá de folklorerías baratas y tradicionalismos a precios de ocasión, a todos nos gusta la milanesa frita de carne de res. Es la reina, la única, la que le gana a todas las demás, la preferida de viejos y chicos, gordos, flacos, citadinos, campesinos, puebleros, norteños y sureños, en la pobreza y en la prosperidad, en la salud y la enfermedad hasta que la muerte nos separe. Sale sola o se acompaña con arroz, fideo, puré de papa, papa frita, papa hervida, anco, batata, ensalada de lechuga, rusa, criolla, de rúcula, o remolacha, con un huevo frito arriba (a caballo), con huevo duro al costado, con hue
Cuaderno de notas de Santiago del Estero