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Mostrando las entradas etiquetadas como Chorizos

CERDO Animal sin leyenda

El cerdo en primera persona Vivo en estos pagos desde hace muchos años, me adapté rápidamente y soy la estrella de Navidades y otras fiestas La leyenda dice que me trajeron los españoles y me adapté rápidamente a estos pagos. Siempre anduve dando vueltas en las casas de la gente más humilde que, en cuanto vislumbraba una buena ocasión, Navidad, Año Nuevo, algún cumpleaños, mataba a uno de mis hijos para comérselo. Me dicen cerdo, chancho, puerco, marrano, cochino, gorrino, cuchi. Mis tiernos hijos, cuando no han sido destetados todavía son llamados lechones y constituyen una de las golosinas más buscadas por la gente de ciudad y del campo. Los que saben, me asan a la estaca en larguísimas horas de espera, con un fuego medio, que ablanda la carne hasta dejarla tierna por dentro y crocante por fuera, y una mezcla de grasita y carne sabrosa que, ¡¡¡mmmhhh…!!! Previamente me dejan, a veces una noche entera, bañado en limón, comino y otras hierbas, para realzar mi sabor. La carne de los adu...

CUARESMA El Malo andaba en el asado

Asado Cómo hacía el Diablo para visitarnos cada Viernes Santo de la infancia, en un pago perdido al que nos llevaba mi madre esos días El Diablo nos visitaba los Viernes Santos de la infancia, andaba suelto en el patio de piso de ladrillos, de aquella casa que se ríe joven en el recuerdo. Tenía la forma del humo que salía de la cocina del fuego, con aroma a asado, el ruidito de la carne crepitando, los chorizos hirviendo en su propia grasa, los chunchulis que había sido puestos con anticipación, para que se fueran haciendo despacito. No era él quien hablaba, era el Diablo el que nos decía: “Vení, comé, no te va a pasar nada”. Éramos chicos, imagínese, el menor tenía cuatro o cinco años y yo, el mayor, andaba por los trece o catorce. Nos ponía a prueba, nos mostraba el camino. En el fondo, pienso que mi tío se habría desilusionado si le hubiéramos aceptado. Quizás lo hacía inocentemente, como una burla a la hermana que seguía creyendo. En el aire flotaba una promesa, si uno come, todos ...