Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Barquito

AVIONCITO Santiago profundo

Sapo Pequeños detalles de la historia política de la provincia, podrían ayudar al descubrimiento del gran sapo negro que duerme en lo más hondo de sus pueblos Cuando se habla del “Santiago profundo” como si fuera un misterio insondable y con una filosofía más elevada que la del resto de la gente, quienes han andado un poquito nomás por los caminos de la provincia, se ríen. Saben que lejanía no es misterio y que en las honduras de los 27 departamentos duerme un gran sapo negro y viscoso que, sólo para mostrarse, sale a la superficie con disfraces de todos los colores. Y vuelve a seguir roncando. Los lectores santiagueños, si son viejos, recordarán la legendaria pelea que, durante cuatro largos años, se desarrolló en Santiago entre Carlos Arturo Juárez, el último gran caudillo comarcano y César Eusebio Iturre, que pretendía destronarlo entregando reparticiones públicas como coto de caza para que se sirvieran los hasta ayer enemigos, comprados con una bicoca, para mejor, ajena. Sirva este

DIÁLOGOS PLATÓNICOS Los malos empleados

Un buen obrero es el bien pagado En este cuento se plantea una situación que quizás sea la misma en otros rubros de la vida laboral Esa mañana de sábado, justo en el momento que Cacho Gómez llega al Barquito hay una bonita conversación, de esas que le gustan. Arrima una silla a la mesa en el momento que Albertito dice: —No puedo conseguir un buen empleado para el negocio de venta de ropa que tengo en la galería Miguelito. Uno le pregunta: —¿Has buscado bien?, mirá que hay mucha gente sin trabajo en este momento. —¡Se presenta cada uno! La vez pasada vino uno que el segundo día me pidió un adelanto, decía que la madre estaba enferma. Le di unos pesos, apareció a los dos días y cuando le quise reclamar, se mandó a mudar. Todos quedan callados, algunos miran para el lado de Cacho Gómez, que está como si no estuviera, observando el techo. Aprovecha Jorgito y le pregunta a Albertito: —¿Y esa señora que trabajaba para vos, qué se ha hecho? —Uf, se ha ido. Doña Maga se llamaba… —… ¿ha renun

DIÁLOGOS PLATÓNICOS Aguinaldo y patota

Centro Cultural del Bicentenario Otra historia de Cacho Gómez, ahora de la vez que habló mal de los derechos sociales Cada vez que va Cacho Gómez, el Barquito es una fiesta vea. Los muchachos se acomodan y se hacen los de conversar de cosas interesantes, para provocarlo más que nada. Pero siempre terminan hablando del tema que trae preparado. Llega silencioso, acerca una silla, le hacen lugar, pide una lágrima en jarrita y se queda quietito, esperando, sabe que va a tener su turno. Octavio, que no lo conoce mucho, entabla conversación con él: —¿Y?, ¿cómo va, amigo? —Ahí andamos, lindo-lindo, ¿usted? —Muy bien, acabo de cobrar el medio aguinaldo de diciembre. —Una tontería el aguinaldo— larga Cacho. Y todos saben que el toletole esta armado. Albertito hace un gesto y termina la presunta conversación que había empezado con los otros. El mozo se acerca disimuladamente y es como si, de repente, la ciudad, el resto del mundo quedaran en silencio. —¿Cómo dice?— pregunta Octavio, sin saber

DIÁLOGO PLATÓNICO Elogio de la esclavitud

Belgrano en su caballo entero Algunas veces la conversación en las confiterías de Santiago se pone picante, aunque usted no lo crea “La esclavitud fue un gran paso en la historia de la humanidad”, larga en la mesa del Barquito, Cacho Gómez. “¡Eh!, no digas eso”, le responde Albertito, pero el resto ni lo mira. Los muchachos saben que Cacho siempre lanza   algún bolazo, esperando que alguien pique y trenzarse en una discusión de las buenas. —Está bien que te guste provocar, pero no puedes decir eso, es casi un pecado— suelta Albertito, creyendo que todo va a quedar ahí nomás. El otro está serio, observa al resto, como si preguntara: ”¿No es evidente lo que digo?”. Pero siguen sin mirarlo, saben la que se viene y prefieren quedarse callados, además, justo en ese momento está pasando una morocha por la vereda. Mirá si van a preferir una discusión, antes que disfrutar del paisaje. Cacho sigue: —Suponte que hay una guerra contra el Uruguay. —Ahá— dice el otro. —Y ganamos… —… ¿eso qué tiene

RELATO Un río pasa de la Avellaneda a la Libertad

En El Barquito Llegó la primavera, todos lo saben, las polleras de las chicas son más cortas, eso parece al menos Sentado en una mesa de la vereda del Barquito, observa cómo pasa el río que viene de la Avellaneda, se junta, haciendo un remolino, con el que viene del otro lado, en la puerta del Tabycast. Santiago tiene su esquina tradicional y ese bar que no van a erradicar por más que pasen los años y mundo se haga agua. Siempre tendrá al menos una mesa en que se sienten cuatro o cinco, pidan un solo café para todos, porque es fin de mes y no hay plata que alcance ni bolsillo que aguante. El Sapo Gerez piensa que uno no es uno nomás, sino uno y su circunstancia y por eso se sienta siempre mirando a la vereda, casi a la orilla del bar, para espiar lo que sucede también en las otras mesas, haciéndose el tonto, como perro que ha volteado la olla. Los amigos han de llegar dentro de un rato, ya les sacó ventaja, pidió el único café de la mañana y va por el quinto vaso de soda, matizando la