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LEYENDA URBANA Nadie anduvo nunca por los túneles de Santiago

Sin túneles para las mujeres

Hay quienes dicen que había túneles en la ciudad, pero era y sigue siendo imposible construirlos

Nadie caminó por los túneles de Santiago del Estero ni lo hará jamás porque no existieron (o, como decía el finado Mochi Únzga: “No hubo, no hay ni haberá”). Hasta lo que se sabe, es medio difícil que se los construya ahora. Si alguien llegara a decir que anduvo por uno de ellos pídale que le muestre por dónde entraba, por dónde salía, adónde iba, quién lo acompañó.
Hasta principios del siglo XX el Dulce pasaba a dos o tres cuadras por detrás de San Francisco, tal vez más de este lado también. La napa freática estaba altísima: era imposible hacer un pozo de más de dos metros de hondo y que a los pocos días no estuviera lleno de agua. ¿Qué modernas máquinas tenían los españoles para ir sacando el agua a medida que se llenaba el pozo? Respuesta, ninguna.
Dicen que comunicaba la casa de Felipe Ibarra con la casa de los Taboada, con lo que después fue la Policía, con la Catedral, con San Francisco y con el IOSEP. Epa, casi una ciudad subterránea. ¿También había un shopping pregunto, ya que estaban tan adelantados los constructores de aquel tiempo?, ¿cuántos miles de obreros emplearon para semejante trabajo?, ¿cómo los mantuvieron?, ¿qué les daban de comer?, ¿les pagaban o usaban solamente esclavos?
¿Para que los construyeron? Bueno, hay dos versiones. La primera dice que era para que Ibarra se comunicara en secreto con los curas, con sus sobrinos, con el Cabildo y para que comprara órdenes de atención médica en el IOSEP. Como si hubiera necesitado ir a charlar en persona. Si cada vez que un gobernador de aquel tiempo necesitaba enviar una nota secreta, mandaba a construir un túnel, el mundo entero sería una maraña de pasadizos subterráneos.
Otra versión sostiene que los construyeron para esconderse por si los atacaban los indios. Primero, aquí éramos todos indios, el que no era puro, tenía al menos una mezcla. Segundo no hay documentado ningún ataque de los indios contra los españoles en Santiago y menos en los tiempos de Ibarra. Tercero, ¿no era que a los españoles les encantaba matarlos?, ¿por qué se iban a esconder como ratas si tenían la excusa ideal para darse el gusto y liquidar unos cuantos?
Por otra parte, los túneles se construyen de dos maneras. La primera, se hace un hoyo en el suelo, todo por bajo tierra. La otra es hacer el pozo, construirle un piso, paredes y techo y luego rellenarlo. Un trabajo así, con palas y picos, sin el agua subterránea de Santiago, habría demandado al menos treinta años de laburo. ¿Y no quedó ni un papel de constancia?
Las torres de Educación y Economía de la 9 de Julio y Belgrano, iban a tener tres subsuelos. No pudo ser por la cantidad de agua subterránea que hallaron los constructores. Era imposible. Al frente, cuando se construyó el Banco Nación, estuvieron un montón de tiempo sacando agua para la bóveda, que está como a tres metros de profundidad. Ahora el río pasa como a dos kilómetros del centro de la ciudad y la napa freática sigue siendo alta, imagínese entonces.
¿No se puede construir para abajo hoy, con tantos medios técnicos y sí podían los españoles, los criollos, los indios, que apenas tenían para una pala, un pico y un hacha?, dejen de embromar, en serio che.
Ah, pero en el teatro 25 de Mayo sí hay túneles, dicen los que supuestamente saben. Si se para al frente, sobre la Avellaneda, en la vereda, verá que el piso del teatro está por encima de usted. Está construido como una caja hueca por debajo, para que sea más sonora. Ese hueco que tiene por debajo, son túneles, sí, pero están por encima del nivel de la calle.
Es una tara, ¿ha visto? Como que hay santiagueños que quisieran tener una historia secreta, no solamente de un gobernador conversando bajo tierra con el sobrinaje, con el obispo, sino también con mujeres de vida alegre o supuestamente recatadas pasando de un lado a otro en la oscuridad del secreto.
La verdad es que hubo conspiraciones y también mujeres yendo de una casa a la otra u hombres visitándolas, pero eso se hacía sobre la superficie, muchas veces de noche y en ocasiones a la luz del día. Para andar en trapisondas de todo tipo, los santiagueños nunca necesitamos de costosos túneles que nadie ha construido.
Le cuento, en un barrio que vivía antes, una vecina lo hacía repimporotear al marido cuando salía al trabajo, con el primo de él, que se alojaba en la piecita de atrás. Lo sabíamos todos. Pero otro día le cuento, si quiere, esa historia sin tanto túnel secreto. Para esas cuestiones, aquí nunca hicieron falta.
Si el día que te hacen aca te pones a buscar un túnel, además de carnero, serás un pelotudo.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Sorpresas que no sorprenden, pero fueron definiendo el estado de sospechas y rumores que dominan nuestros días

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  2. Es cierto lo que dices y sobre el teatro 25 de Mayo, su subsuelo tiene el mismo nivel que el de la casa de Ibarra.

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  3. Muy buena la nota. Pero creo que hay fotos. Creo haberlas visto. Creo también que el amigo Brevetta escribió algo sobre los tuneles. Bueno muchos creo.

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  4. Bien escrito, muy gracioso y desbaratador de bobadas que creemos acá,; hay muchas otras, pero algunas son intocables pues tocan cuestiones religiosas.

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