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Adolfo Ruiz |
El 23 de septiembre de 1906 muere Adolfo Ruiz, figura prominente en la historia política y agrícola de Santiago y de la Argentina
El 23 de septiembre de 1906 murió Adolfo Ruiz. Había nacido en Antajé, cerca de 1855 y surgió como una figura prominente en la historia política y agrícola de Santiago del Estero y de la Argentina. Aunque comenzó su vida como hijo ilegítimo de Hilarión Iramain y Luisa Ruiz, su ascendencia familiar, vinculada al liderazgo regional a través de su tío Maximio Ruiz, quien había ejercido como gobernador entre 1889 y 1892, marcó un período importante de la provincia. (A raíz de haber embarazado a la señorita Ruiz, Hilarión Iramáin se tuvo que poner prófugo en Tucumán, pues los hermanos de ella, prometieron que lo matarían).Educado como profesor en su juventud, pronto se sumergió en la política durante la déc.ada de 1880. Fue diputado provincial, convencional constituyente y jefe de la Policía bajo la gestión de su tío. Sin embargo, fue su ascenso como gobernador de la provincia de Santiago del Estero en 1896, lo que lo catapultó al panteón de los próceres locales.
El inicio de su gobierno el 19 de enero de 1896 marcó un período de transformación y desafíos para la provincia. Con Melitón Bruchmann como vicegobernador y Pablo Lascano como ministro de Gobierno, se embarcó en un ambicioso proyecto de desarrollo agrícola. Su principal objetivo era expandir el riego mediante la construcción de grandes canales, liderados por el ingeniero Carlos Cassaffousth, que aumentaron significativamente la superficie irrigada en 26,500 hectáreas y fortalecieron las defensas contra las crecidas.
Acusado de que la construcción del viejo dique San Roque dejaría a la ciudad de Córdoba bajo el agua, Cassaffousth fue preso. El gobernador santiagueño le pidió a su par cordobés que le mandase el reo, que salió en tren con las esposas puestas. En Santiago el preso fue recibido con la banda de música y el Gobernador —Ruiz— en persona lo fue a recibir.
La estabilidad política fue esquiva durante su gobierno. Ruiz enfrentó conspiraciones y disturbios internos, exacerbados por figuras destacadas como el diputado Pedro García y Pedro Barraza, que desafiaron continuamente la autoridad gubernamental. La situación alcanzó su punto álgido con el asesinato del diputado García en agosto de 1898, un acto que sacudió la opinión pública nacional y desencadenó una intervención federal.
García y el senador nacional Pedro Barraza conspiraban públicamente y, aunque no pudieron tomar el poder por la fuerza, aunque lo intentaron varias veces. Entonces el jefe de policía, José Silvetti mandó arrestar a los periodistas de la oposición y al diputado García, pero considerando que —debido a sus fueros parlamentarios— quedaría en libertad, ordenó matarlo el 27 de agosto de 1898. Le metieron un balazo en la espalda, mientras dormía en su casa.
Ruiz no sabía nada y respondió arrestando y procesando a Silvetti y a los autores materiales del crimen. Pero el escándalo sacudió a la opinión pública nacional, la Cámara de Diputados envió a la provincia una comisión investigadora, y —sin esperar sus informes— el Congreso sancionó la intervención federal.
El 6 de septiembre, Ruiz entregó el mando al interventor Benjamín Figueroa. Éste clausuró la Legislatura y produjo una cesantía masiva de empleados públicos
Tras su salida del gobierno, Adolfo Ruiz se retiró a la vida privada, buscando rehabilitar su reputación y distanciarse de los eventos turbulentos que marcaron su último año en el poder. Confiaba en que el juicio contra Silvetti confirmaría su inocencia, pero la fuga del ex comisario del hospital en 1903 puso fin a esa esperanza.
El legado de Adolfo Ruiz en Santiago del Estero sigue siendo objeto de debate y reflexión. Su administración, aunque marcada por logros significativos en infraestructura y legislación, también enfrentó desafíos profundos en términos de estabilidad política y distribución de tierras. Su vida y carrera son un recordatorio de los complejos equilibrios que enfrentan los líderes regionales en contextos históricos turbulentos.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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