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| Quetuví |
Juan Quetuví no anuncia visitas sino memorias, encarna la nostalgia santiagueña y el eco de los que se fueron, pero regresan en sueños
Soy quetupí en Tucumán, me dicen quetuví en Santiago, y tengo otros cien nombres en todo el mundo americano que habito. En todas partes circula el mismo dicho: mi canto anuncia visitas. Para todos soy el mensajero que va informando que llegarán de improviso, parientes, quizás no muy queridos, las siempre inesperadas o inoportunas visitas. Pero no es cierto; mis ojos, mi cuerpo, mi corazón, son parte de un heraldo que trae recuerdos de los que no están, se han ido hace mucho, están quizás al otro lado del mundo y no tienen ni remotas esperanzas de volver algún día.El primo que vive en otro país, el hermano que se fue hace mucho, la chica que nunca regresó, de repente, sienten aromas perdidos, ven un color parecido o confunden el rostro de un desconocido con el de alguien del pago y retornan, a veces por unos larguísimos segundos, a la casa aquella en que pasaron su infancia; al corral; a la cocina en que la abuela cocinaba sus guisos; al patio sombreado de algarrobos, lejano y quizás abandonado. Yo, Juan Quetuví, soy el emisario de esas lejanísimas saudades.Son, como dije, mis ojos los que están viendo de nuevo la descascarada pared de la casa aquella; el aljibe y el balde con el que sacaban el agua; el tinajón con un sapo eterno viviendo detrás; la campana hecha de un riel; el viejo calicanto que el abuelo repintaba de celeste todos los años. Santiago del Estero es una provincia hecha a puro campo; la ciudad lo invadió hace poco. Yo soy un mediador entre los sueños que les funcionan de atrás para adelante, haciéndolos pasear de nuevo por sus lugares de origen; arreando las cabras, buscando huevos en los nidos de las gallinas, preparando el burro para ir a la escuela, despidiendo a la madre porque se marchan definitivamente de su hogar a probar suerte en la ciudad lejana y sola.
Cientos, quizás miles, de santiagueños vinieron el último tiempo a vivir en la capital, otorgándole un aire de novedad a sus calles, sus plazas, sus escuelas. Aunque usted no crea, también ando por ahí, recolectando recuerdos de Puesto de Juanes, Monte Potrero, la Leñera, Tomás Young, Pampa de los Guanacos y tantos otros, con nombres que pronto serán olvido en el archivo siempre frágil de la memoria colectiva.
No importa; yo seguiré revoloteando por todos y cada uno de esos lugares, aguardando la evocación, a veces emocionada, de los que se fueron y no tornaron nunca, pues andan por caminos perdidos en el mundo ancho y ajeno. Porque, repito, no anuncio las visitas; soy el que vuelve a cada rincón de lo que fuera uno de los sitios más hermosos del mundo, porque en casi todos los casos vive en la infancia, siempre volvedora, del corazón de los paisanos.
Quetuví, qué querí, dijo el tucumano.
Ahijuna.
Juan Manuel Aragón
A 24 de noviembre del 2025, en Belgrano y Andes. Encarando pal lao del centro.
Ramírez de Velasco®
Juan Manuel Aragón
A 24 de noviembre del 2025, en Belgrano y Andes. Encarando pal lao del centro.
Ramírez de Velasco®



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