El Pesebre de todos los años |
Cuando los chicos empiecen a armar el Pesebre, surgirán los mismos de siempre a negar el nacimiento, a poner en duda los cimientos del catolicismo
Dentro de unos días, el 8 de diciembre, los chicos de familias católicas han de armar su Pesebre, quizás con un arbolito de Navidad y se entusiasmarán pensando en que, como todos los años, un niño nacerá de una virgen en un humilde portal de Belén. Será una actividad sin ceremonias vanas, pedirán a las madres las figuras que guardaron del año anterior y las irán poniendo en algún rincón de la casa.El pesebre será una bolsa de arpillera o tal vez papel madera al que le agregarán algo de pasto y algodones o pedacitos de telgopor para simular la nieve, el frío que soportó el niñito durante sus primeros días. Nada del otro mundo, ¿no?, lo mismo se viene haciendo desde tiempos inmemoriales no solamente en Santiago del Estero sino también en todos lados.Cualquiera sabe que esas figuritas de yeso no son el Niño, la Virgen, San José, los pastores, el burro, la vaca, los camellos, los Reyes Magos. Son solamente una representación que, con fines pedagógicos, ideó la Iglesia Católica para dar a conocer a los chicos aquella historia.
Cada oveja que los niños colocan en el piso del pesebre, la estrella que ponen arriba, les va enseñando algo de la historia sagrada, son marcas que van quedando en el alma y que luego el Catecismo les hará descubrir en su verdadera y gran dimensión.
En los hogares católicos, por supuesto, porque hay otros en que todo se realiza como una ceremonia vacía, pues la preocupación estará puesta solamente en lo que se comerá, se vestirá y se bailará el 24 y el 25 de diciembre. Y hay otra gente más que no cree en nada, pero hace la pantomima de la fiesta, porque hay que festejar, aunque sea la cáscara vacía de aquello que le da origen.
Entretanto, por aquí y por allá surgirán —como hongos— los mismos malditos de siempre, a cuestionar la Palabra de Dios con argumentos supuestamente científicos de gente léida y estudiada, afirmarán que la Virgen no era virgen sino una patraña inventada para satisfacer a una parte de la cristiandad, que San José no era santo, el Niño no era tan niño pues para la primera Navidad ya había nacido hacía cuatro años, no había burros ni vacas en el Pesebre, que tampoco era tan pesebre, los Pastores no eran pastores y los Reyes, buéh, tampoco tenían sangre real ni se llamaban como dicen. En el medio cuestionarán la matanza de los Santos Inocentes, algunos dirán que no hay pruebas de que sea cierto y otros afirmarán que en realidad no fueron tantos.
Los católicos, ¿sabe qué?, los vemos venir todos los años desde lejos, les olemos el hedor de azufre. Sabemos que con su supuesta ciencia quieren destruir, a veces desde adentro, los fundamentos de la fe en Cristo nuestro Señor. Están empecinados con demoler lo poco que va quedando de catolicismo en este pobre pueblo de la periferia y no hallan mejor momento para empezar, que cuando los católicos entusiasman a sus chicos con la religión como un sostén para sus vidas de adultos.
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Ya los vemos afilando de nuevo sus lápices para salir a matar a Nuestro Señor Jesucristo cuando es niño todavía, porque contra el Misterio de la Santa Cruz, un hecho histórico e incontrastable, todavía no se animan.
La luz que encendió la Navidad hace 2023 años todavía no se apaga, por ella vemos nosotros y por ella no quedan ciegos nuestros enemigos. En nuestros diarios Rosarios, rogamos porque siga siempre encendida, alumbrándonos a todos, porque a diferencia de ellos, lo que nos distingue es el amor que profesamos por la vida, la alegría y la risa, y por eso el mes que viene haremos una fiesta para recordar el nacimiento del Niño Jesús. A ellos les dejamos el vitel toné, el pavo, el lechón, la sidra y el champán de la indiferencia.
Y la Hepatalgina.
©Juan Manuel Aragón
Ojalá den cuenta que la luz en Belén fue para dar cuenta que ser ovejas es para vivir pastoreando y aunque muchas imágenes la ven pintadas de blanco, los negros también van al cielo como dice la canción. Volvamos a ser humildes porque humillados seremos ensalzados
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