Tapera Narración tomada de los recuerdos de Facebook, adecentada, peinada, afeitada, con la cara lavada y vuelta a presentar a los lectores La casa guardaba el retrato del bisabuelo, que arribó en un carro con una mula sillonera azuleja, tal como recordaban los más viejos si contaban la historia de aquel pago, perdido en medio de una pampa de pastos del norte de Santiago. Pero luego llegó el bosque y empezó a esconder unas de otras las casas de la parentela, al tiempo fue el exilio, los jóvenes se mandaron a mudar despoblando la esperanza del territorio cuyo nombre ya no recuerda ningún mapa. Al final lo que había sido un espacio feliz, se convirtió en camposanto de taperas tristes, corrales caídos, cercos que eran más portillo que otra cosa y lechuzas davueltando por los pocos alambrados que quedaban. Quizás por eso, cuando regresé al cabo de varios años a visitar al único pariente que había quedado, no sé si por conveniencia o sinceramente, el viejo dijo que no se acordaba de mí, de
Cuaderno de notas de Santiago del Estero