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Mostrando las entradas etiquetadas como Pulga

LEYENDA Los nombres de la hija descarriada

Imagen de ilustración Se cuenta lo que le sucedió a una chica que se volvió alegre, por nombrarla suavemente, todo enancado con otras historias (algo) truculentas y bien chismosas Lo que se va a contar a continuación sucedió en lo más profundo de la selva, antes de la llegada de los españoles. La historia fue narrada en un asado en la pensión La Pulga Loca, por un vendedor que decía ser de Curuzú Cuatiá, Corrientes, vendedor de libros de texto en las escuelas, allá por fines de la década del 80, principios de la del 90. Venía una vez al mes y a veces se quedaba hasta tarde jugando al truco o conversando, en el comedor, mesa de hule, sagitaria en frasco de vidrio, San Cayetano pegado en la pared, bajo la galería de aquella casa de la Catamarca 365 que muchos bien recuerdan. El día que se enteró de que la hija menor era la más atorranta del pueblo, el tipo se volvió loco. Un amigo, de esos que nunca faltan, le avisó que hombre que veía, hombre que tumbaba. No respetaba marca, señal, pela

CUENTO El asesinato de la Pulga Loca

Presos todos Esta narración fue publicada por primera vez en el libro “Platita” de 1999 Amaneció de la siesta tirado en su cama con cuatro cuchilladas malditas reluciéndole en el pecho. Con la cara un poco menos colorada que de costumbre, los ojos azules mirando al techo, sus cartas de tarot desparramadas por el piso y una expresión de dolor que le deformaba un gesto que siempre había sido pintoresco. La Pulga Loca era —y seguirá siendo si todavía está ahí— una pensión de la calle Catamarca. Diez piezas en las que vivían malevos personajes salidos de las oscuridades de Santiago y de otros lugares. Su dueña, la Lali, estaba abombada del miedo. Recién a las siete de la tarde atinó a llamar por teléfono a la seccional. Demoró porque no estaba Ricardo, que era policía, paraba en la piecita del fondo y podría haber hecho el trámite antes. El que trajo la noticia fue Miguelito, el hijo de la Lali. Estábamos tomando mate y llegó corriendo a decirnos que el Hugo no se despertaba, que estaba ll