Olaechea y Catamarca Bajo mi sombra se tejen historias, amores y memorias de un pueblo que me olvida y no me canta Cuando nacieron los santiagueños que hoy caminan por las calles de la ciudad o del entero mundo, yo ya era. De los 470 y pico de años que tiene la ciudad, al menos 122 estuve aquí, en el mismo lugar. Fui plantado con mis hermanos en lo que entonces era un brazo muerto del río, el 9 de agosto de 1903. Nadie me cantó, no se hicieron leyendas con mi vida: en una sociedad que ha ideado ficciones hasta para el cura que se acuesta con una feligresa o un compadre con una comadre, a mí no me han inventado nada. En cada ventolera que se arma voy perdiendo ramas. Apenas corre viento, los vecinos, que caminan bajo mi sombra, corren a sus casas. A pesar de mi aspecto soy quebradizo, quién lo diría, ¿no? Y no sirvo como leña para el asado, pues me quemo, papelito en el fogón. Pero nadie me quería por duro o fuerte, sino por mi sed: necesito de mucha agua para crecer. Con eso sequé el p...
Cuaderno de notas de Santiago del Estero