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Mostrando las entradas etiquetadas como Verdulería

PROPINAS Hablando de injusticias

Mozo simpático Se responsabiliza a los clientes de bares y confiterías de una situación en la que no tienen nada que ver, haciéndolos cargar con una injusticia que no generaron ¿Usted le entrega una propina al chango que trabaja en la verdulería, a quien le pagan dos pesos con cincuenta por día y el dueño lo trata como el culo?, ¿le da una propina a la empleada de la tienda que la atendió de diez, interpretó lo que quería comprar y al final le vendió un pantalón cómodo y a la moda?, ¿entrega una propina al amable colectivero, que siempre le da los buenos días y maneja el vehículo con mucho cuidado y suavidad?, ¿le da propina al kiosquero que, cada vez que llega, le entrega callado el atado de cigarrillos Marlboro que sabe que es la marca que fuma? Respuesta: no. ¿Por qué? Porque no corresponde. Ahá. Oiga, ¿entonces por qué es obligación pagar una propina a los mozos de bares y confiterías?, ¿no ganan bien?, que se quejen al gremio, o le pidan aumento de sueldo al dueño del bar. Pero no

CONSIGNA No hacer fila para comer

Preparando pato a la sangre Muchos son capaces de esperar tres horas para entrar a una confitería, un bar, un restaurante: esta nota le brinda razones para ir a otra parte Todo el día hay que hacer filas, entre otras cosas para tomar el ómnibus, para que don Carlos te atienda en el almacén de la otra esquina, para jugar a la tómbola, para las chicas de "Cariñito" (antes), para pagar los impuestos en el Rapipago, para sacar plata del cajero, para cobrar el plan, además hay que hacer cola en el supermercado, en el quiosco, en la verdulería, en la carnicería: siempre, en todas partes y para todo. Entonces, perdone que se lo diga así, pero parece al menos una enormidad también hacer cola los fines de semana, los sábados a la noche o cuando sale con la patrona a despejarse un rato.  En serio, che. Si hubiera un solo lugar para tomar algo en la ciudad, vaya y forme fila desde las tres de la tarde si quiere, pero hay ochocientos bares, confiterías, lomiterías, cervecerías, panchuque

CUARENTENA Visita clandestina

Quería tocarla Crónica del aislamiento V Agarré la bicicleta como quien salir a comprar frutas, pero en vez de encarar para la verdulería me mandé para su casa . Quería verla, tocarla, hacerle sentir lo mucho que la extraño. En el camino a su casa me paró la policía. Mostré la bolsa que llevaba, como si fuera un escudo protector. Sabía del riesgo, pero uno es joven y la sangre le hierve en las venas con una fuerza que es imposible ignorar. Todos dicen lo mismo, v iolar la cuarentena es peligroso, sobre todo cuando hay una relación esporádica con otra persona. Antes de esto, nos veíamos de vez en cuando, si el novio andaba de viaje o se peleaban. Hablábamos mucho por teléfono, me contaba cosas de su vida, llegamos a conocernos bien. No sé por qué nunca pensamos que podía pasar algo más.  Cuando llegó el aislamiento, después de varios repasos mentales, era la única opción de tener un momento de solaz y esparcimiento , entre tanto aburrimiento, televisión y engorde obligatorio. Arreglam