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Mostrando las entradas etiquetadas como Telesita

CUENTOS La rubiala y la Telesita

La del cuento es la pícara que está de espaldas Dos historias que sabía contar Matías, antes de que apareciera la televisión por el pago y lo echara todo a perder Matías sabía historias que ya no se cuentan en el pago desde que entró la televisión, mucho menos desde que todos tienen un telefonito encargado de dirigirles la vida. Hasta doña Eulalia, que pasa de los 80 largos, cada vez que la visitan los bisnietos toma una selfie, manda un guasáp al almacén para que le manden medio de grasa que le hace falta para la tortilla, esas tonteras. Contaba cuentos viejos Matías, algunos muy conocidos, otros no tanto, pero todos divertidos, sobre todo en esas mañanas de lluvia, cuando no había nada que hacer, más que matear y mirar el agua corriendo entre el corredor y la pirhua. El de la rubiala era uno de los más bonitos. Es un pájaro que en otras partes le dicen chajca, guira—guira, cuco guira, serere, machilo, piririta. Es bonito y suele vérselo cerca de los cercos de rama y tiene un vuelo qu

LEYENDAS El Flecha Bus aleja los espantos

Plaza de Loreto, foto de Rody Beltrán “Son tan líquidas las relaciones, que es posible que un muchacho se enamore de una chica sin saber que es su hermana” En realidad, los espantos que poblaron el campo, los pueblos y las ciudades de Santiago, se mandaron a mudar porque cambiaron las condiciones de vida de la gente, que hacían posible su existencia en un medio estable, con una educación moral que había comenzado quizás antes de la llegada de los españoles, con familias constituidas y papeles bien definidos de cada uno en la sociedad. Metemos a todos en la misma bolsa cuando hablamos de espantos: aparecidos, luces malas, espectros, fantasmas de toda laya y también mitos, leyendas, fábulas, supersticiones, quimeras, sueños y utopías de un tiempo que se fue para siempre y quizás no tenga pensado regresar. Qué diferencia puede haber entre la Telesita y el ruido de cadenas que se oía en las noches solitarias de las calles santiagueñas, si no están presentes en ninguna parte. Desde que apar

EDUARDO ÁVILA Mucho más que un cantor

Peláez con Ávila Relato de un mediodía y una tarde en la casa del folklorista santiagueño en Buenos Aires Por Alfredo Peláez Eduardo Ávila no solo es una figura del folklore argentino, padre de crianza de La Telesita, cuyo padre biológico es el enorme Agustín Carabajal; también es empresario y hasta diputado nacional mandato cumplido. Quiere y no quiere volver. La guitarra siempre está a mano para cantarle a los amigos que lo visitan en su coqueta casa del country Altos del Pilar, rodeado de sus perros, todas hembras de raza, salvo Wolf un ovejero alemán de tres años que es el guardián de la casa. Vive bien el maestro cantor, junto a Patricia en su doble papel, de esposa y amiga. La puerta de su casa se abre solo para un selecto grupo de amigos, entre quienes me encuentro. Dice que el folklore le dejo más que amigos, buenos compañeros de escenarios o de ruta, como los define. Siente gran admiración por Agustin y Carlos Carabajal y más aquí en el tiempo por Kali y Mario Alvarez Quiroga.

EFEMÉRIDES SANTIAGUEÑAS Del 17 de junio

Estilizada y muy actual Telesita En 1905 apareció el primer registro impreso acerca de la leyenda de la Telesita El 17 de junio de 1905, la revista PBT publica una nota sobre la Telesita. Es el primer registro escrito que se tiene de la existencia de Telésfora Castillo o Santillán. La segunda vez que se la nombra, aparece en el diario El Liberal del 8 de enero de 1907, unos meses antes de que la diera a conocer el célebre escritor tucumano Ricardo Rojas, en “El país de la selva”. Se ha escrito mucho sobre La Telesita, pues sería el primero de los muchos seres legendarios que vivieron en la provincia, reconocida por todos y no solamente en los lugares en que supuestamente pasó su existencia. Su historia más conocida es sencilla. Era una joven que sentía mucho amor por el baile y murió quemada en la segunda mitad del siglo XIX. Luego de su muerte, la gente la convirtió en "alma en pena" y "alma milagrosa" y su memoria se preservó de forma legendaria, por la tradición

MANGA MOTA Macarena, no Telésfora

Estatua en su honor De qué manera se van entrecruzando relatos hasta formar una historia distinta La viejita vivía en una pieza que le habían construido los nietos, en el fondo de la casa, en el barrio Ulluas. Doña Macarena Coria, estaba sorda de un oído y se manejaba con un bastón de caña. Me esperaba arreglada y una nieta, señora grande ya, me advirtió que se había puesto linda para recibirme. “Digalé un piropo”, me pidió. Y se lo dije: “Me habían avisado que iba a entrevistar a una vieja, pero me topo con esta señora joven y de yapa, muy linda”. Había ido solo, en mi motocicleta. Y bueno, ahí estaba. Me contó que era de Barranca de los Coria, un lugar cerca del Salado. Se había criado como todos los chicos de ese entonces, yendo a la escuela. Trabajando con sus padres y hermanos más un montón de primos, en aquel caserío. Cuando se hizo mocita, empezó a ir a los bailes. Le gustaron. Y se hizo bailarina. A todo esto, ya habíamos tomado varios mates y a empezaba a tallar la noche. Juga

LEYENDAS El ocaso de los espantos

Kakuy de la plaza de Loreto Fantasmas, aparecidos, espectros, espíritus, sombras, preocupados por una época que se acabó A veces suele venir la Mujer de Blanco, es una de las pocas que quedó con trabajo después de que tumbaran el bosque que antes sabía ser. La última vez contó que laburaba de llorona en la orilla de los pueblos. Espera que se acercaran dos o tres changos, si andan machados mejor. Y se larga a llorar a los alaridos. Con eso suficiente. La Telesita está vieja para venir a las reuniones, se le aparecía a la gente cuando salía de las fiestas, danzaba en medio del polvaderal y después desaparecía en medio de una chacarera antigua. Pero eso era cuando los bailarines volvían en sulky de los carnavales, ahora andan en moto, en auto, en cuanto quiere salir al cruce para hacer sus malabares ya le han pasado a toda velocidad y debe hacerse a un lado por miedo de que la choquen. Además, le duelen los huesos, poco ve y no tiene plata para los anteojos. Y está grande para seguir dán