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Mostrando las entradas etiquetadas como Verde

RECOMENDACIÓN Cuidate

Convaleciente Una palabra repetida que fastidia la vida de quienes se recuperan de una enfermedad: posibles causas de una manía que reemplaza un silencio incómodo ¡Cuidate!, la recomendación, repetida hasta el hartazgo es una constante en estos últimos tiempos cuando se visita a un convaleciente. “Cuidate”, advierten. Claro, mamita, voy a mirar para los dos lados antes de cruzar la calle, mucho más si es doble mano. Intentaré afeitarme correctamente, así no me corto con la yilé, provocando un harakiri involuntario, manchando de paso, todo el baño con sangre que luego deberán limpiar mis deudos. Veré de no mezclar cicuta ni veneno para ratas cuando prepare mi vermú, no haré pito catalán a los policías, seguiré evitando tomar algo en el bar La Roca por temor a las cucarachas que habitan su cocina, en fin. A veces dudo, ¿es una frase hecha, un deseo de bienestar para el prójimo o una advertencia, como diciendo, “yo sé que te va a costar o que no lo vas hacer?” La verdad, no tengo la respu

ÁFRICA El búfalo tonto

Velay "También somos gordos, fofos, nos salva el hecho de tener astas respetables, de tal suerte que los leones más avezados a veces nos temen" En ocasiones, como esta tarde de marzo, siento que soy el búfalo tonto de la tropa, el que anda solo, dando vueltas, mascando pasto por aquí, cutipando por allá, haciendo de cuenta de que los leones no lo asustan. Muchas veces he discutido con mis compañeros, siempre les digo que tal vez sea mejor ser cebra, porque sus rayas confunden un segundo a las leonas, que son las que cazan, el tiempo suficiente como para salir disparando. Somos visibles desde quilómetros de distancia, cuando llegamos a un lugar, nos extendemos como una gran mancha negra viscosa, acezante, ruidosa, pesada. Pesadas moles de carne, andamos como indiferentes al resto del mundo, interminables viajeros buscando siempre lo mismo, pasto tierno, sombra y lujuria. También somos gordos, fofos, nos salva el hecho de tener astas respetables, de tal suerte que los leones má

SEMÁFOROS Luces que no sirven

Este es un semáforo Cómo se debería encarar una campaña para enseñar el respeto por las señales de tránsito A veces me pregunto qué hacen los automovilistas con el minuto que le ganan todos los días al tiempo por haber pasado varios semáforos en rojo. ¿Los van guardando para el final de la vida así se alargan la existencia en un día o dos?, ¿por llegar antes al trabajo les pagan dos pesos más y con eso cubre la cuota de la licuadora? Una premisa de muchos peatones es cruzar la calle cuando el semáforo está en verde para los autos: si se los esquiva correctamente se llegará sano y salvo a la otra acera. Pero si cruza cuando el semáforo se ha puesto en rojo, corre el peligro de que un auto manejado por un impaciente conductor se lo lleve por delante, como sucede todos los días en las esquinas de la Argentina. Luego de mucho tiempo de que existieran los autos sobre la tierra, para brindar seguridad a los peatones se instalaron los semáforos. Sirven para ordenar el tránsito, pero su princi

ALIMENTOS Por qué tengo que comer acelga

De todos los días “Es tanto el asco que han desarrollado los chicos a toda comida que no sea chatarra, que está siendo todo un negocio estudiar para médico y especializarse en hígado graso” Los chicos de antes comían lo que los padres ponían en un plato sobre la mesa. Si a algún niño atrevido se le ocurría preguntar: “¿Por qué tengo que comer acelga?”, la madre respondía: “Porque lo digo yo, carajo”. Listo, qué tanto gregré para decir Greta. No existían esas excusas para estúpidos: “Algún trauma tendrá, por eso se porta así, pobrecito”. Qué pobrecito ni qué ocho cuartos. “¡Comé o te chancleteo!”, decía la vieja, y la discusión terminaba. Los chicos de ahora se ofenden, ¡ay, pequeños niños de cristal!, si no les pusieron Cocacola en la mesa, si las milanesas no están en el punto que a ellos les gusta, las papas fritas salieron medio crudas por adentro o la mayonesa no es Hellman´s. Mientras hacen la fila en la carnicería, las madres comentan: “El mío se estresa el día que no le prep

LEYENDA El ataja-camino

Velay el bicho También le dicen, yanarcaj, yañarcaj o yanarca Hace muchos años yo era un pájaro con un plumaje muy vistoso, amarillo, colorado, azul, verde, rosado, uno de los más bonitos del bosque. Todos me querían y me consideraban, porque además era el más simpático. Tenía un sólo defecto: era dormilón, me gustaba mucho dormir, pero mucho-muuucho. Una vez que estaba durmiendo, me vinieron a despertar porque había venido una persona muy importante a visitar el bosque. Un hombre, diz que era San Pedro, andaba conociendo Santiago. Los pájaros lo atendían con lo mejor que tenían. Las rubialas le cocinaban, los cardenales le hacían de guías, los churris le llevaban leñita para que tuviera fuego, las charatas le barrían la casa, las chuñas le tendían el catre y así todos. A mí me dieron la tarea de despertarlo al día siguiente, porque tenía que seguir viaje para el norte. —Después de hacerlo levantar a él, llamame a mí, así le hago el desayuno— me pidió una catita. Pero me dormí. Cuando