Convaleciente |
Una palabra repetida que fastidia la vida de quienes se recuperan de una enfermedad: posibles causas de una manía que reemplaza un silencio incómodo
¡Cuidate!, la recomendación, repetida hasta el hartazgo es una constante en estos últimos tiempos cuando se visita a un convaleciente. “Cuidate”, advierten. Claro, mamita, voy a mirar para los dos lados antes de cruzar la calle, mucho más si es doble mano. Intentaré afeitarme correctamente, así no me corto con la yilé, provocando un harakiri involuntario, manchando de paso, todo el baño con sangre que luego deberán limpiar mis deudos. Veré de no mezclar cicuta ni veneno para ratas cuando prepare mi vermú, no haré pito catalán a los policías, seguiré evitando tomar algo en el bar La Roca por temor a las cucarachas que habitan su cocina, en fin.A veces dudo, ¿es una frase hecha, un deseo de bienestar para el prójimo o una advertencia, como diciendo, “yo sé que te va a costar o que no lo vas hacer?” La verdad, no tengo la respuesta, primero porque nunca pido a nadie que se cuide, lo tengo por implícito. Tan lógico que no le voy a andar recordando a un enfermo: “¡Che, no te olvides de tomar la Cafiaspirina que te recetaron!” o “vete en ayunas para que te saquen sangre para el análisis”. Menos si no es alguien muy allegado, un hijo, mi mujer.Mirá si le voy a tocar el timbre al vecino del frente para avisarle: “Don Carlitos, tenga cuidado con el brasero, no vaya a ser que uno de estos días se muera intoxicado” o advertirle: “El pan cuando se pone verde está podrido, trate de no comerlo”. ¿Le parece ridículo? Bueno, es más o menos lo mismo que el famoso: “Pero cuidate, che”, con el que molestan a los que están curándose de algo.
Oime, ya sé que no debo salir desabrigado, sobre todo si hace frío, no hay que comer de más y tengo que evitar la grasita del asado, con lo rica que es. Dejame de joder, ese cuidate también suena a: “Yo sé que no lo vas a hacer, pero por favor, abandoná la ginebra, dejá las minas, olvidate del escolazo”.
Algunos amigos te provocan mirándote fijo y casi con lástima, como para reafirmar la idea de que debes hacer caso a lo que ha prescrito el médico: “Pero, hacele caso al doctor, que estudió y por algo te dijo que no fumes”. ¡Ya lo sé gaucho!, no necesito que me lo repitas cada vez que nos topamos. En serio, ¿no tienes otro tema de conversación?
El “cuidate” quizás se ha convertido en una fórmula, como el “de nada”, cada vez alguien da las gracias, el “lo siento mucho”, de los velorios, el “la pasé bomba” de las chicas, después de asuntear con un chango, así toda la noche haya sido un bajón tremendo.
Mucha gente cree que si está con otros debe, necesariamente llenar el aire con ruidos que le salen de la boca y por eso larga el “cuidate”, pero podría también preguntar la hora, o hablar de la cuñada que lo cuartea al marido con el verdulero de la esquina, le da lo mismo, sólo que supone obligatoria la formulita.
Otra expresión que se puso de moda entre los jóvenes es: “Que ande bien”. Reemplaza al “que le vaya bien”, que era más sencillo, entendible, llano. Cuando me desean que ande bien me siento un auto, una licuadora, un televisor.
Puesto a pensar sobre el posible origen de la popularidad del “cuidate”, quizás tenga algo que ver con el tratamiento de “chicos” que ahora se propinan todos los lanudos viejos. O con el renombre que alcanzó el “boludó” (palabra convertida en aguda), como fórmula mágica, repetida en medio de una oración: “Che boludó, vamos al cine, boludó, que dan una de Marvel que está buenísima, boludó, actúa Tom Holland, boludó” y así hasta el infinito. Hasta hace 20 años, me decían boludo y era para que me agarre a las piñas con cualquiera.
Y haremos solamente una breve detención en el q*liao, en atención a las finas y distinguidas damas presentes. Antiguamente era un insulto soez, bajo, rastrero hasta que una noche. un boxeador bocasucia y pegador de mujeres lo puso de moda en un programa de la televisión que mostraba pobres chicas de mala vida semidesnudas. Bueno, de ese basural sacaron la palabreja, muchos jóvenes a quienes los padres enviaron a la escuela para que se eduquen.
Tal vez estas involuciones del lenguaje, hacen que quien le desee en voz alta a otro “che, cuidate”, lo hagan sentir como alguien culto y distinguido. Al fin, un buen día, el tontaje de las huevaditas extremas tiene una excusa para usar una palabra del español, que considera fina y elegante. Como los que hablan latín cuando se encuentran con otro que también domina la lengua de la Iglesia Católica de antes, se alegra porque la practicarán un rato.
Por otra parte, es aburrido el tipo que pasa la vida cuidándose, come un bifecito con lechuga al mediodía y caldo del hospital de Pozo Hondo a la noche, camina como un bobo dando vueltas al parque Aguirre tres horas por día, a las 9 de la noche está en cama por dormir, ve el soporífero programa de Rogelio Jorge Llapur o la Familia Ingalls en la tele, toma un traguito de vino tinto a media mañana, si come una galleta Criollitas supone que ha hecho un desarreglo que, ¡uf!, sigue saliendo con barbijo a la calle, por las dudas, ¿vio?, usa zapatos Gomycuer, recomendados por el pediatra a su mamá, cuando era niño, si lo invitan a un asado se manda una porción de pajarito y asienta con soda, ¿cocacola?, nunca, jamás, never en la vida, ni mamado que estuviera, cada vez que se va a sentar en el colectivo, pela un pañuelo y limpia la butaca, lleva una botellita con alcohol en el bolsillo y se humedece las manos cada vez que saluda a alguien.
¿Usted desea esa vida a un amigo?, ¿lo quiere ver hecho todo un estúpido?, ¡no!, ¿entonces para qué tanto “cuidate”?
La verdad, en lo que pueda —y quiera— vaya cuidándose y en lo que no pueda, no, qué tanto gregré para decir Greta, si es la pura verdad. ¿Sabe qué?, si no tiene nada que decir, quédese callado, el silencio siempre se agradece más que las palabras huecas.
¿Cuidate?, ¡las pelotas!
©Juan Manuel Aragón
Otra expresión que se puso de moda entre los jóvenes es: “Que ande bien”. Reemplaza al “que le vaya bien”, que era más sencillo, entendible, llano. Cuando me desean que ande bien me siento un auto, una licuadora, un televisor.
Puesto a pensar sobre el posible origen de la popularidad del “cuidate”, quizás tenga algo que ver con el tratamiento de “chicos” que ahora se propinan todos los lanudos viejos. O con el renombre que alcanzó el “boludó” (palabra convertida en aguda), como fórmula mágica, repetida en medio de una oración: “Che boludó, vamos al cine, boludó, que dan una de Marvel que está buenísima, boludó, actúa Tom Holland, boludó” y así hasta el infinito. Hasta hace 20 años, me decían boludo y era para que me agarre a las piñas con cualquiera.
Y haremos solamente una breve detención en el q*liao, en atención a las finas y distinguidas damas presentes. Antiguamente era un insulto soez, bajo, rastrero hasta que una noche. un boxeador bocasucia y pegador de mujeres lo puso de moda en un programa de la televisión que mostraba pobres chicas de mala vida semidesnudas. Bueno, de ese basural sacaron la palabreja, muchos jóvenes a quienes los padres enviaron a la escuela para que se eduquen.
Tal vez estas involuciones del lenguaje, hacen que quien le desee en voz alta a otro “che, cuidate”, lo hagan sentir como alguien culto y distinguido. Al fin, un buen día, el tontaje de las huevaditas extremas tiene una excusa para usar una palabra del español, que considera fina y elegante. Como los que hablan latín cuando se encuentran con otro que también domina la lengua de la Iglesia Católica de antes, se alegra porque la practicarán un rato.
Por otra parte, es aburrido el tipo que pasa la vida cuidándose, come un bifecito con lechuga al mediodía y caldo del hospital de Pozo Hondo a la noche, camina como un bobo dando vueltas al parque Aguirre tres horas por día, a las 9 de la noche está en cama por dormir, ve el soporífero programa de Rogelio Jorge Llapur o la Familia Ingalls en la tele, toma un traguito de vino tinto a media mañana, si come una galleta Criollitas supone que ha hecho un desarreglo que, ¡uf!, sigue saliendo con barbijo a la calle, por las dudas, ¿vio?, usa zapatos Gomycuer, recomendados por el pediatra a su mamá, cuando era niño, si lo invitan a un asado se manda una porción de pajarito y asienta con soda, ¿cocacola?, nunca, jamás, never en la vida, ni mamado que estuviera, cada vez que se va a sentar en el colectivo, pela un pañuelo y limpia la butaca, lleva una botellita con alcohol en el bolsillo y se humedece las manos cada vez que saluda a alguien.
¿Usted desea esa vida a un amigo?, ¿lo quiere ver hecho todo un estúpido?, ¡no!, ¿entonces para qué tanto “cuidate”?
La verdad, en lo que pueda —y quiera— vaya cuidándose y en lo que no pueda, no, qué tanto gregré para decir Greta, si es la pura verdad. ¿Sabe qué?, si no tiene nada que decir, quédese callado, el silencio siempre se agradece más que las palabras huecas.
¿Cuidate?, ¡las pelotas!
©Juan Manuel Aragón
👏👏👏😂😂😂😂cuídate Juan
ResponderEliminar😃😃😃
ResponderEliminarAntes creía que el "cuídate" era en serio, cuando no es más que una frase, convencional , como" buenos días", " que le vaya bien" etc. El c*liso, es cordobés, hace muchos años, un grupo de chicos de Carlos Paz, lo repetían continuamente, y sigue así, lenguaje prostibulario, si los hay, aunque las chicas del ramo en Sgo. tenían un vocabulario mucho mejor y exento de frases ordinarias. Eso me contaron , porque no he sido afecto a frecuentar el ambiente. Bueno nada más, " cuídate c* liso" .
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