Javier Milei |
Qué tienen de parecido el famoso cantante santiagueño y el candidato a Presidente de la Argentina y por qué no le gustan al autor de esta nota
Cuando Leo Dan se presentó en las elecciones de 1995 como candidato a gobernador, mi amigo Chito Martínez, que lo conocía desde la juventud, se entusiasmó. Yo trabajaba entonces en el Nuevo Diario, le hice una entrevista. Le pregunté qué haría en el caso de triunfar, respondió cualquier verdura. Se lo dije a Chito: “No sabe nada de política, es nulo”. La respuesta me sorprendió: “Toda la vida hemos votado a los que saben y mirá cómo estamos, quizás con uno que no sabe nos va mejor”.No le quise decir que su amado Racing club había probado con jugadores de fútbol y, dadas sus malas campañas, debía ensayar contratando ajedrecistas, mecánicos dentales o bochófilos para ganar partidos. El pensamiento de Chito es quizás el mismo de muchos que abominan de la política y a la vez quieren una polis mejor. Una cosa no se puede hacer sin la otra, sería como pretender mejores mesas, sillas o camas de madera, prescindiendo de los carpinteros.El párrafo anterior ilustra quizás por qué Javier Gerardo Milei como candidato a presidente disgusta a muchos votantes, entre los que, desde ya, me incluyo. Su discurso es básico, elemental, alienta a destruir todo lo que hay, prometiendo imposibles cambios de valores profundos, que no tiene cómo llevar adelante ni en cuatro años de presidencia ni en las tres décadas y media que calcula necesarias, simplemente porque son contra natura.
En la década del 70 había padres que sostenían que, si sus hijos les robaban el auto para salir con los amigos o con la novia, la solución era ¡vender el auto! Algo parecido a lo que proponen los partidarios de los paredones móviles para terminar con el problema de la delincuencia o la ley seca para evitar el alcoholismo. Soluciones fáciles, pueriles. Es más difícil criar un chico sin necesidad de robar el auto, crear las condiciones necesarias para evitar la delincuencia, entre otras cosas creando mejores escuelas o hablar claro a la gente sobre los problemas que acarrea el alcohol con una buena campaña de prensa.
Cuando estaba en auge José Luis Zavalía y todos los meses iba de La Banda a Santiago en marchas de protesta multitudinarias, algo que llamaba la atención era que sus partidarios veían en él, algo así como la cristalización de los propios ideales. Para los izquierdistas barrería con la derecha, los de derecha se entusiasmaban con su pinta de gaucho moderno y caudillesco, quienes odiaban a los sindicalistas sostenían que terminaría con ellos, algunos gremialistas marchaban con él, parte del poder económico no lo apoyaba, pero sus propios hijos lo seguían y admiraban. Si llegaba a entrar triunfante a la Rivadavia 550, lo más seguro era que, por más buen gobierno que hiciera, por lógica terminaría defraudando a la mitad de sus votantes.
En Rusia, supuestamente los miembros de la corte del zar Nicolás —y el propio zar y su familia más Rasputín— gozaban de inmensos privilegios económicos. En cierta manera ese hecho principal, sumado a otras causas, fue lo que precipitó su caída. Sólo para que unos años después, bajo una lógica levemente distinta, hubiera una casta encaramada en el poder, con un poder tal vez más despótico del que adjudicaban al régimen depuesto. Todo cambió en la superficie, pero en el fondo, otros peces gordos seguían comiendo a las mismas mojarritas flacas e indefensas de siempre.
Las palabras “disrupción”, “cambio de época”, “nuevos paradigmas”, también las escribían los periodistas cuando ganó la presidencia Raúl Alfonsín y, mucho más, esa vez con miedo, cuando fue electo Carlos Menem. Su lógica era parecida, sólo variaban los aplaudidores. El riojano dijo barbaridades como “ramal que para, ramal que cierra”, como advertencia a los sindicalistas ferroviarios de que cuidaran su trabajo.
Con esa misma lógica y llevando al extremo sus argumentos, el día que le hicieron un paro general debió cerrar la Argentina. Los ferrocarriles estaban necesitando una profunda transformación para seguir sirviendo al país, pero de manera más efectiva. En vez de encarar una necesaria reforma o transformación, se recurrió a un argumento infantil para suprimirlos del todo, que nos llevó a que hoy la Argentina se vea privada de un medio de transporte que, más bien que mal, era seguro y mucho más barato que los camiones. Pocos países han destruido adrede lo que las generaciones anteriores construyeron y menos aún se regocijaron como si se hubieran librado de un nefasto mal. La Argentina está entre ellos.
Milei ha dicho que acabará con la casta de sindicalistas. Pero quiere terminar con ellos porque en Buenos Aires aprietan fuertemente a los patrones para que paguen lo justo a sus representados. Aquí quieren terminar con ellos porque, al revés del país central, por nombrarlo de alguna manera, son opulentos dirigentes que evitan a como dé lugar, ponerse del lado de los trabajadores. La solución más difícil sería quizás ubicarse en el justo medio y morigerar las pretensiones de los gremialistas de Buenos Aires y buscar que los de aquí dejen la coima de lado y de una buena vez se pongan la camiseta de quienes deben defender en vez de hacer barra, con uñas y dientes, por el equipo contrario.
La última vez que un plan de gobierno simple, sencillo y abarcador, surtió efecto fue en 1916, cuando Hipólito Yrigoyen propuso como escueto programa cumplir con la Constitución Nacional. Son tantos los problemas de la Argentina y de índole tan distinta, que se requiere un estadista preparado, sensato, con el temple necesario como para no pegar cuatro gritos cada vez que alguien lo increpa y, sobre todo, para remar contra la corriente de algunos poderes internacionales y a favor de vientos amigos que —paradójicamente— vienen de frente para no dejarnos llegar a la orilla pretendida.
No basta con apelar a la entelequia de palabras bonitas como “institucionalidad”, en tiempos tan excepcionales como los que se viven, sin aclarar qué instituciones se requieren de verdad. Por dar un solo caso, cuando hoy se habla de “cultura del trabajo”, hay que especificar a qué trabajos se refiere, ¿el del tipo que todos los días sale con ropa de Grafa?, ¿el de quien en la década del 2000 trabajaba en un cíber café, luego pasó a administrar canchas de pádel, ahora reparte pedidos en su motocicleta y mañana quién sabe? En todo caso cabe preguntar ¿cuál cultura?, ¿de qué trabajo?
Hoy la Argentina requiere a alguien que esté dispuesto a tomar los múltiples dramas del país, uno a uno, con inteligencia, capacidad, idoneidad y la suficiente honestidad intelectual como para reconocer a tiempo que desde el llano no advirtió la complejidad de algunos problemas, simplemente porque no tenía las herramientas necesarias para verlos.
Dicho esto, cumplo en informar que esta es y será una de las pocas ocasiones en que hablo de política partidaria directa o de sus hombres reales y concretos. A quien quiera que haya llegado hasta línea, le aviso que abajo hay espacio para criticar, aportar, desahogarse, putear, debatir o reprochar.
Hasta aquí llego.
Mañana será otro día.
©Juan Manuel Aragón
TAL CUAL....(CONOCÍ A LEO DAN Y A CHITO).COINCIDO CON LO QUE DICES Y CREO QUE LA COSA PASA POR PONERSE DEL LADO DEL TRABAJADOR Y ENTENDER QUE HYAY SECTORES, DE PODER, CON LOS QUE NO SE DIALOGA SE DISCUTE Y PELEA (LES HABLÉ CON EL CORAZON Y MECONTESTARON CON EL BOLSILLO, TE ACUERDAS?).HACER CUMPLIR LAS LEYES Y TAMBIEN EXISTEN LOS DECRETOS. ABRAZO.!!!
ResponderEliminarTodo un tema ciertamente. Más del 70 % de los votantes en las últimas PASO, votaron enojados con los políticos y la crítica situación en que han puesto al país. Coincido con los muchos que dijeron que "dieron un mensaje claro".
ResponderEliminarMilei no tiene la confianza de la mayoría de los empresarios ni de la mayoría de la gente "pensante". No por nada los mercados reaccionaron mal al resultado de las PASO. Tampoco tendrá "masa crítica" en las cámaras del Congreso. En caso de ganar las elecciones, le será muy difícil gobernar.
Queda muy claro que ni él ni nadie tiene la varita mágica para solucionar los muy graves y complejos problemas en que está éste país, con muy mal pronóstico.
Creo que no hay que pensar en "alguien", hay que pensar en un equipo "que esté dispuesto a tomar los múltiples dramas del país, uno a uno, con inteligencia, capacidad, idoneidad" y honestidad. Se tiene que desarrollar inteligencia colectiva, sobre los diagnósticos que todos conocen, determinar de manera consensuada metas y objetivos para resolver cada problema del gigantesco árbol de problemas que tenemos. Será una tarea compleja con muchas dificultades que demandará mucho tiempo y esfuerzo.
Finalmente, creo firmemente que, de una buena vez, hay que abandonar éstas políticas populistas que tanto daño nos han hecho.-
Buena reflexión Juan. Acá en Tucumán lo tuvimos de gobernadores a Palito Ortega (cantautor popular) y a Bussi (militar de tropa). A Isabel Perón (nada) de presidenta. En la conducción a la cabeza creo que se necesita hombres capaces y diligentes en lo político, que quieran su terruño, probos (no corruptos) e inteligentes para formar buenos equipos de funcionarios técnicos que sepan mucho de los temas a gobernar. Que tengan habilidad y firmeza para quitarles poder a los corruptos y promover la erradicación de injusticia y tonters. Estoy pidiendo mucho. Pero es un horizonte que nos puede guiar dentro de un reformismo. Prefiero la reforma lenta y sostenida a la revolución rápida que cambia sólo a los ropajes del poder. Julio Santillán.
ResponderEliminarEl análisis del artículo no tiene en cuenta que el país viene siendo manejado desde hace muchos años por ajedrecistas, mecánicos dentales y bochófilos.
ResponderEliminarEs lo que la sociedad produce como "políticos", es lo que supimos conseguir, y es lo que hay. Como consecuencia de ello, la discusión sólo se limita a especular sobre cuál es el menos malo a tener en cuenta, para lo cual se pueden aportar similares limitaciones, defectos y aspectos negativos, en ámbitos diferente s, para cada candidato.
Un estadista necesariamente necesita contar con herramientas de estado para poder llevar a cabo una gestión exitosa, o al menos orientar al país en una dirección de desarrollo y progreso. Al no existir una estructura de "Estado", con instituciones independientes manejadas por funcionarios capaces, ningún candidato con visió y vocación de estadista se va a interesar en postularse,
Es debido a esa falsa premisa que las conclusiones del artículo pierden asidero.
Dafas las condiciones precarias de institucionalidad en que se encuentra el país, sumado a contar con una sociedad que se ha debido acostumbrar y acomodar a prácticas corruptas para poder manejarse y sobrevivir en un ambiente de similar condición, nadie puede hoy aventurar cuál candidato podrá ser la mejor opción en cuanto a resultados.
Lo más seguro es que La Argentina continue igual nomás, como lo havenido siendo en las últimas décadas.
Yo no lo he votado, ni lo voy a votar. Pero me ha llamado la atención cuando le preguntaron por la seguridad, dijo que le pregunten a Eugenia Villarruel, que en un posible gobierno de el, ella sería la que se encargaría de la seguridad por qué ella la que sabe del tema. Además que es economista. Eufemiano Aragón.
ResponderEliminarQue tiene que salvarse primero? La gobernabilidad, el Estado o la Patria? Todos los comentarios tiene sus aciertos y errores, ero se deja de lado algo importante. La trascendencia de todo esto. Argentina no solo a perdido la orientación política, social y economica, sino sobre todo espiritual..Es un país sin alma, sin sentido de Ser Nacional. Al no procurar sostener el sentido de amor a la Patria, entonces todo lo demás es simplemente temporal
ResponderEliminarHoy está, mañana no está y no interesa que esté. Hoy está un progresista, mañana un anarquista y pasado un liberal. A nadiemlemimprota.la Patria,.sino interesa el bolsillo, el Partido o el contubernio del momento. En épocas anteriores, hasta 1852 interesaba la Patria. Desde ahí hasta ahora, interesa la institucionalidad, el voto, los partidos. Si se pierde nuestra cultura, nuestra religión, nuestra alma, no importa. Quien comprenda esto, entonces es el que va liderar una Nacion, porque lo pondrá Dios, no el pueblo.
Haayyyyyyyy, que gente inteligenteeeeeeee... de todos los genios preopinantes, me gustó el último...." Lo pondrá Dios, no el pueblo...". Chicos , solo les pido un favor: no hayan a votar, pertenecen al siglo XIX...seguro que son todos Procesistas vergonzantes y ocultos....
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