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OPINIÓN La risa de los socialistas y Ortega

El líder y conductor y su señora esposa

Por qué el socialismo necesita mantenerse en el poder, a como dé lugar

¿Qué es, en la práctica, el socialismo? En la actualidad, sólo un país de América continental lo ejerce explícitamente, Nicaragua, que tiene como presidente a José Daniel Ortega Saavedra y a su señora esposa, doña Rosario María Murillo Zambrana, como vice. Es un gobierno perfectamente democrático, con instituciones que funcionan y elecciones realizadas de manera regular, cada cinco años, para renovar autoridades.
El hecho de que se haya coartado la libertad de un puñado de dirigentes opositores, supuestamente para impedirles participar en las elecciones, no le quita el derecho de ser considerado un país democrático. En el resto de los Estados del mundo hay normas que indican quién puede y quién no, presentarse a elecciones. Nicaragua tiene sus leyes y las cumple.

Es un país muy pobre, con gente que pasa penurias económicas gravísimas, que no hizo mucho para defenderse del coronavirus, alegan muchos para descalificar a sus autoridades. Puede ser cierto, pero la lucha contra el coronavirus no es un parámetro para juzgar a un gobierno como democrático o no.

Tiene presos políticos que, mire lo que son las casualidades, afirman que es porque se oponen al régimen. Es lo mismo que dicen en la Argentina acerca de Milagro Sala: está presa sin causa, sólo por ser enemiga del gobierno de Gerardo Rubén Morales, el gobernador de Jujuy. Si vamos a liberar quienes dicen estar encarcelados por causas políticas, vaciamos las cárceles en media hora.
¿Entonces?
El problema no es, en este caso al menos, la democracia. El drama es que se conculcan derechos, aunque para eso tuercen las leyes para otro lado, en nombre del socialismo, un régimen que sostiene que, luego de la Dictadura del Proletariado, es inexorable que advenga el Paraíso Marxista, como destino ineluctable de los pueblos. Mientras aguaitan que eso ocurra, sus líderes necesitan mantenerse en el poder para garantizar la custodia de la ideología.
En el camino solían vérselas con la Iglesia Católica, que sostenía que al final de los tiempos reinaría Nuestro Señor Jesucristo. Y como los cristianos de antes no se callaban y les discutían, los mataban. Así el socialismo se cargó, solamente en el siglo XX, a cien millones (sí, 100.000.000) de cristianos en todo el mundo, solamente por no renegar de su fe.
No es curioso que haya muchos que sigan creyendo en el socialismo como método o sistema de gobierno, pues incautos siempre hubo y habrá. Lo verdaderamente extraño es hallar socialistas cristianos, que a Dios le anteponen el hombre y sostienen con toda liviandad y contra todas las evidencias que los primeros cristianos tenían esa ideología.
Pero, volviendo a Nicaragua, causa mucha risa (carcajadas), el hecho de que, en un determinado momento de la historia, haya sido la Meca de los socialistas de América, con el Ortega a la cabeza. Que ahora se aferra a la democracia para seguir fungiendo como presidente. Oiga, el socialismo y la democracia, son ideologías que en el fondo —y en la superficie también— se repelen. A mí tampoco me gusta ninguno de los dos. Se lo explicaría, pero este escrito se extendió mucho.
Otra vez será.
©Juan Manuel Aragón
PS. Mire la foto y digamé a quién le hacen acordar.

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