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1739 ALMANAQUE MUNDIAL Potemkin

Potemkin

El 24 de septiembre de 1739 nació Gregorio Alejandro Potemkin, en Chizovo; fue un oficial del ejército ruso, estadista y amante de la emperatriz Catalina la Grande


El 24 de septiembre de 1739 nació Gregorio Alejandro Potemkin, en Chizovo, Rusia. Murió el 5 de octubre de 1791, cerca de Iași [Rumania]). Fue un oficial del ejército ruso y estadista, durante dos años amante de la emperatriz Catalina la Grande y durante 17 años el hombre más poderoso del imperio. Administrador capaz, licencioso, extravagante, leal, generoso y magnánimo, fue objeto de numerosas anécdotas.
Educado en la Universidad de Moscú, ingresó en la Guardia a Caballo en 1755. Ayudó a llevar a Catalina al poder como emperatriz y recibió una pequeña propiedad. Brilló en la guerra ruso-turca de 1768-1774 y se convirtió en amante de Catalina en 1774.
Nombrado comandante en jefe y gobernador general de la “Nueva Rusia” (sur de Ucrania), mantuvo su amistad con Catalina y su influencia se mantuvo inquebrantable a pesar de la voluntad de ella que tuvo otros amantes después.
Potemkin estaba interesado en la cuestión de las fronteras meridionales de Rusia y el destino del imperio turco. En 1776 esbozó el plan para la conquista de Crimea, que posteriormente se llevó adelante. También estaba ocupado con el llamado proyecto griego, que tenía como objeto restaurar el Imperio Bizantino, con uno de los nietos de Catalina. En muchos de los países balcánicos tenía agentes bien informados.
Después de convertirse en mariscal de campo, en 1784, introdujo muchas reformas en el ejército y construyó una flota en el Mar Negro, que sirvió bien en la segunda guerra ruso-turca de Catalina, de 1787 a 1791.
El arsenal de Kherson, iniciado en 1778, el puerto de Sebastopol, construido en 1784, y la nueva flota de 15 barcos de línea y 25 embarcaciones más pequeñas fueron monumentos a su genio. Pero hubo exageración en todas sus empresas. No escatimó hombres, dinero ni a sí mismo al intentar llevar a cabo un gigantesco plan para la colonización de la estepa ucraniana, pero nunca calculó el costo, y la mayor parte del plan tuvo que abandonarse cuando estaba a medio realizar.
Aun así, la gira de Catalina por el sur en 1787 fue un triunfo para Potemkin, porque ocultó todos los puntos débiles de su administración; de ahí la historia apócrifa de que erigió aldeas artificiales para que la emperatriz las viera de pasada. (“Pueblo Potemkin” pasó a denotar cualquier fachada pretenciosa diseñada para encubrir una condición lamentable o indeseable). José II de Austria ya lo había nombrado príncipe del Sacro Imperio Romano Germánico en 1776; Catalina lo nombró príncipe de Tauris en 1783.
Cuando comenzó la segunda guerra turca, el fundador de la Nueva Rusia actuó como comandante en jefe. Pero el ejército no estaba bien equipado ni preparado. Potemkin, en un ataque de depresión, habría dimitido si no hubiera sido por el constante estímulo de la emperatriz.
En 1790 dirigió las operaciones militares en el río Dniéster y mantuvo su corte en Iași con algo más que pompa asiática. En 1791 regresó a San Petersburgo, donde, junto con su amigo Alexander Bezborodko, hizo vanos esfuerzos por derrocar al nuevo y último favorito de Catalina, Platon Zubov.
La emperatriz se impacientó y lo obligó en 1791 a regresar a Iași para encarar las negociaciones de paz como principal plenipotenciario ruso. Murió mientras se dirigía a Nikolayev (ahora Mykolayiv, Ucrania).
©Juan Manuel Aragón

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