Cecilia Giubileo |
El 16 de junio de 1985 es vista por última Cecilia Enriqueta Giubileo y su caso mantiene a la opinión pública en vilo desde aquel año
El 16 de junio de 1985 es vista por última Cecilia Enriqueta Giubileo. Era una médica, nacida en 1946, y dejaba tras de sí uno de los mayores enigmas de la historia policial del país. Si estuviera viva, tendría ahora unos 78 años. Su caso mantuvo a la opinión pública en vilo durante el invierno y la primavera de aquel año.La madrugada siguiente, Cecilia, de 39 años, debía estar de guardia en la colonia nacional Manuel Montes de Oca, en Torres, a 80 kilómetros al oeste de Buenos Aires y desapareció sin dejar rastros, marcando el comienzo de una investigación llena de incógnitas.Torres, ubicada a 10 kilómetros al norte de la Ruta Provincial 192, tomó su nombre de la colonia neuropsiquiátrica que se desarrolló en el área a principios del siglo XX.A principios del siglo XIX, los enfermos mentales eran tratados en condiciones inhumanas, confinados en hospitales públicos o incluso en cárceles. José Ingenieros describe en su obra la situación desoladora en la que vivían, desde la época colonial hasta gran parte del siglo XIX.
En 1915, se creó la Colonia Neuropsiquiátrica Open Door, un asilo para enfermos mentales de régimen abierto, en el que los pacientes tenían libertad para circular y contribuir al funcionamiento de la colonia.
Cecilia Giubileo, nacida en General Pinto, estudió Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba durante los años sesenta. Luego de recibirse se estableció en Luján, donde trabajó en el hospital colonia Domingo Cabred.
La noche del 16 de junio de 1985, Cecilia llegó a la colonia Montes de Oca para cumplir con su guardia. Realizó diversas tareas médicas y fue vista por última vez antes de retirarse a descansar.
Su desaparición generó un gran revuelo. A pesar de la intensa búsqueda policial en la colonia, no se encontraron pistas sobre su paradero.
El director de la institución inició un sumario administrativo contra ella por abandono de la guardia, en lugar de denunciar su desaparición. Esta falta de acción oficial dificultó la investigación desde el principio.
En la búsqueda intervinieron perros adiestrados y se interrogó minuciosamente al personal y los pacientes de la colonia. Sin embargo, no se encontraron indicios que condujeran al paradero de Cecilia.
Las declaraciones de testigos, como el paciente Miguel Cano, generaron más incertidumbre. Aunque afirmó haber visto un automóvil negro cerca de la Casa Médica, esta pista no condujo a ningún resultado concreto.
El juez a cargo de la investigación no tomó medidas efectivas para preservar las pruebas, lo que complicó aún más el caso. La remodelación de su habitación en la colonia borró posibles evidencias importantes.
En los meses siguientes, su departamento fue encontrado desordenado y varios de sus conocidos recibieron amenazas anónimas, aumentando el misterio en torno a su desaparición.
En noviembre, una cinta de audio llegó a una comisaría local, aparentemente grabada por ella, en la que afirmaba estar en un lugar tranquilo y pedía que no la buscaran más. Sin embargo, su autenticidad fue cuestionada.
Mientras se investigaba esta pista, una parapsicóloga sugirió la posibilidad de que su cuerpo estuviera en un tanque de agua en la colonia, pero la búsqueda no arrojó resultados concluyentes.
El caso sigue siendo un enigma sin resolver, dejando a su paso más preguntas que respuestas y convirtiéndose en uno de los mayores misterios de la historia policial argentina.
Juan Manuel Aragón
©Ramírez de Velasco
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