Se acompaña con papas al natural y alguna ensalada
Cuando se trabaja en un diario, las secciones fijas pueden ser una salvación o un estorbo, porque generalmente las paginas se asignan de antemano y el responsable de poner las noticias es el último en enterarse de que, pongamos, hoy le tocaron dos, sin avisos. Si tiene una sección que debe salir —sí o sí— todos los días y no tenía notas, será una salvación. Pero si está repleto de informaciones, entonces es un clavo.Del diario La Gaceta, de Tucumán, del 6 de octubre de 1967, mi abuela Estela recortó el recuadro “La Receta para Hoy”, que ese día era gallina con leche. Las mujeres no pretendían cocinar todas las comidas que se proponían, a veces solamente sacaban ideas o tenían un tema de conversación con las vecinas. Nótese que todavía no había llegado el omnipresente pollo a la mesa familiar: de hecho, mi abuelo llevaba gallinas muertas y peladas, del campo a la ciudad, para que mi abuela guardara en el congelador a la espera de su momento.
Pero, vamos a por la receta.
Cuando se trabaja en un diario, las secciones fijas pueden ser una salvación o un estorbo, porque generalmente las paginas se asignan de antemano y el responsable de poner las noticias es el último en enterarse de que, pongamos, hoy le tocaron dos, sin avisos. Si tiene una sección que debe salir —sí o sí— todos los días y no tenía notas, será una salvación. Pero si está repleto de informaciones, entonces es un clavo.Del diario La Gaceta, de Tucumán, del 6 de octubre de 1967, mi abuela Estela recortó el recuadro “La Receta para Hoy”, que ese día era gallina con leche. Las mujeres no pretendían cocinar todas las comidas que se proponían, a veces solamente sacaban ideas o tenían un tema de conversación con las vecinas. Nótese que todavía no había llegado el omnipresente pollo a la mesa familiar: de hecho, mi abuelo llevaba gallinas muertas y peladas, del campo a la ciudad, para que mi abuela guardara en el congelador a la espera de su momento.
Pero, vamos a por la receta.
“Se corta en presas una gallina tierna y se doran en aceite y manteca. Una vez dorada se le agrega un litro de leche y sal, se deja cocinar hasta que la gallina está blanda, entonces se le añade una cebolla picada y tomates pelados y picados. Se condimenta con sal y pimienta y cuando empiece a secarse se le pone un vaso de vino blanco y el jugo de medio limón. Se acompaña con papas al natural y alguna ensalada”.
Según recuerdo, ese día mi madre cumplía 33 años. Por ese entonces mi abuela vivía en Tucumán y nosotros vivíamos en Ledesma, Jujuy. Yo andaba por tercer grado, mi hermana María estaba en segundo y el menor de los seis hermanos, José Antonio, todavía no había llegado.
Por suerte mi abuela recortó la receta, la guardó y nunca intentó cocinarla, al menos cuando los nietos la visitaban, pero hacía unos tallarines amasados de los que algún día le contaré.
©Juan Manuel Aragón
Según recuerdo, ese día mi madre cumplía 33 años. Por ese entonces mi abuela vivía en Tucumán y nosotros vivíamos en Ledesma, Jujuy. Yo andaba por tercer grado, mi hermana María estaba en segundo y el menor de los seis hermanos, José Antonio, todavía no había llegado.
Por suerte mi abuela recortó la receta, la guardó y nunca intentó cocinarla, al menos cuando los nietos la visitaban, pero hacía unos tallarines amasados de los que algún día le contaré.
©Juan Manuel Aragón
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