Ir al contenido principal

COMUNICADO Nuevas reglas para comentar en el blog

Tediosos versos del molestito

Debido a que entraba un lector muy molestito, a dejar muestras de supuesta erudición, se tomó la determinación de hacer que cada post lleve firma

Comunicado. Tuve que cambiar la configuración de los comentaristas del blog. Ya no se lo hará como “Anónimo”. Quien quiera glosar, interpretar o aclarar algo deberá, necesariamente tener una cuenta de Google. No quería tomar esta medida, obviamente. Me obligó uno de los tantos anónimos. Uno que tenía —o tiene —muchas ansias de protagonismo. Entonces me dije, bueno, si tanto quiere el protagonismo, pues que lo tenga, consignando su nombre y su apellido, así todos admiramos su sabiduría, sus amplios conocimientos, su cultura y su erudición. (Es paradójico que alguien que quiere mostrar su sapiencia con su verborragia de amonestaciones, se esconda en el anonimato).
Ojalá que se anime a seguir dando cátedra ahora que nadie lo ataja, pero consignando sus señas particulares. En serio.
Una pena haber tenido que tomar esta determinación, porque muchos otros, de buena fe, comentaban detrás del anonimato. Entiendo que alguien no quiera que se sepa que es él quien opina, así evita, entre otras cosas, el argumento ad hominem, la discusión sobre sus cualidades personales. Porque, en verdad, no importa quién es el que habla, sino qué dice. Lo lamento por quienes comentaban de buena fe, escudándose en una firma desconocida o ignorada por el resto. A ellos, mil perdones.
Pero también lo lamento por mí, porque sé que disminuirán los comentarios algo que le hace perder interés al blog. Dado que muy pocos usuarios se dignan a poner unos pesos para solventarlo, bueno era aumentar el caudal de lectores, para —en la cantidad —pescar financistas. Pero, en fin, nunca fue mi interés volverme rico con estos escritos, sí acaso, recompensarme con algún dinero que remediara el tiempo que pierdo escribiendo y con eso comprar arroz, fideo, verduras, carne. O pagarme la yerba que consumo en eternos mates mientras preparo estas notas.
Leo todos los comentarios que llegan al blog, y muchas veces he azuzado a los lectores a dejar su opinión en uno u otro escrito. Intento que este sea un sitio de pensamientos diversos, polémicas interesantes, dichos y contradichos. Es cierto que a veces he solicitado a los lectores que, si querían insultarme, lo hicieran tranquilamente. Pero, lamentablemente, solo unos pocos se han animado a la diatriba personal, a la injuria directa o, directamente a la ofensa lisa y llana. No me hubiera importado que me propinaran sus inseguridades personales en forma de ultraje. De hecho, me he reído a las carcajadas de los pocos que lanzaron un insulto, pues eso demostraba que mis argumentos eran mejores que sus pobres ideas.
Pero hay un comentarista en particular que atiborró la paciencia de los demás usuarios. Algunos me escribieron, desagradados, para comentarme lo áspero que les resultaban sus escritos. Podría haberlo borrado, pero considero que, si este blog ha de perdurar hasta después de varios años de que ya no lo escriba más, deben permanecer, como testimonio de este tiempo. Igual que este texto.
Ahora quien quiera comentar deberá tener algo más de cuidado, pues sabe que su nombre aparecerá abajo. No es lo mismo hacerse cargo de lo que se dice, que escudarse en un aerosol y una pared en blanco, que es lo que les entregaba este blog hasta el sábado a la tarde. De todas maneras, espero contra toda desesperanza, que los comentarios con nombre y apellido aumenten en vez de mermar la cantidad de usuarios. Así usted deja de ser parte de la docena y media de pacientes y fieles lectores que siguen este blog todos los días y se convierte en uno más entre miles o al menos, entre cientos.
Abajo, como todos los días, hallará espacio para dejar sus comentarios. Como lo he prometido siempre, no habrá ninguna censura. Diga lo que quiera, insúlteme, agrávieme, oféndame, injúrieme, vilipéndieme o humílleme. No me molesta.
Pero consigne su nombre.
Juan Manuel Aragón
A 13 de enero del 2025, en Rodeo del Medio. Carneando un lechón.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. Estoy de acuerdo con que no sean anónimos los comentarios Juan Manuel!!!

    ResponderEliminar
  2. Totalmente de acuerdo. En este caso, me serviría el poder escribir como anónimo, pues mi comentario es sin comentarios, o sea...

    ResponderEliminar
  3. Respuestas
    1. Buena medida.Se puede discutir, no estar de acuerdo, aportar, acotar etc sin faltar el respeto a nadie.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

RECUERDOS Algunas historias del Jockey Club

Vieja fachada del club, luego demolida Una institución cuyo edificio se construyó gracias al juego del ferro y no tuvo nada que ver con el turf, prohibía a desconocidos sentarse en las mesas de su vereda Queda muy poco, casi nada, del Jockey Club de Santiago de antaño. Una parte es de la Administración Federal de Ingresos Públicos, un piso entero lo alquila el gobierno, otro sector es del gremio de los gastronómicos pues hay mozos que tienen juicios millonarios y van ganando. El frente, el famoso balcón desde el que lanzaban sus candidaturas los populares militantes de la Unión de Centro Democrático, es de un comerciante que puso una venta de ropa de mujeres. Los pisos altos fueron comprados por un tipo, pero nadie sabe quién es y a pocos les importa. Sus socios tienen un promedio de edad de 90 años. De todas maneras, no son muchos, apenas unos 30 tienen la cuota al día. El resto es deudor y para que pague habría que mandar el cobrador a Las Cejas o al Parque de la Paz. Si alguien tuvi...

MATARÁ Los militares y sus bautismos

Antiguo mapa de Santiago, de la editorial Estrada Hubo un tiempo en que los santiagueños aceptaban, mansos y sumisos que les cambiaran nombres que venían del tiempo de los indios Los militares, gente formal y cortés, cortándose el pelo, una vez al mes, cambiaron el nombre del departamento Matará, que era eufónico y tenía reminiscencias históricas precolombinas. Agarraron y le pusieron Brigadier General Juan Felipe Ibarra, ¿por qué?, porque sí nomás, porque ellos eran los que mandaban, qué tanto. Los santiagueños, pueblo manso y sumiso, en vez de seguir nombrándolo como lo venían haciendo desde tiempos inmemoriales, al toque se plegaron a la moda. Las maestras de cuarto grado no se tomaron ni siquiera la molestia de contarles a los chicos que toda esa región había tenido un nombre bonito y que había sido cambiado de un momento a otro por un tipo que creía que tenía autoridad solamente porque usaba botas. (Si en cuarto grado de todas las escuelas del país se enseña a mirar la realidad co...

1865. El Salado

Viejo puente sobre el Salado. Acrílico sobre arpillera. Obra de Hugo Argañarás La navegación por uno de los grandes ríos de Santiago, es analizada en esta nota publicada en el diario El Liberal, el 17 de enero de 1995 *Por Juan Manuel Aragón En la segunda mitad del siglo pasado la economía argentina tiene un vuelco favorable. El flete ferroviario abarata costos, de modo que es posible poner en producción campos antes incultos. La perspectiva que se abre llama a una inmigración numerosa, por necesitarse brazos para tanto que se precisa hacer. Pero el ferroviario no es el único flete barato; desde los tiempos del descubrimiento se dispuso de los grandes ríos como vías de comunicación y entrada, que eran intensamente usadas por el tráfico comercial, pero con beneficios reducidos al limitado ámbito al que llega su influjo. Se pensó en ampliarlo sumando canales a las vías naturales. Una de las posibilidades que tendría Santiago para incorporarse a ese desarrollo sería la navegación fluvial,...

ROJAS No es de Salta, pero hacía falta

Jorge Rojas Brilló en el festival de Doma y Folklore de Jesús María, deleitando al público con nuevas y viejas piezas musicales, en un espectáculo sin comparación *Por Alfredo Peláez "Fredy" El domingo a la noche Jorge Rojas brilló en el festival de Doma y Folklore de Jesús María. Deleitó al público con sus viejas y nuevas piezas durante más de una hora. Cada vez es más showman. Llena el escenario de músicos y bailarines y se anima a pasos de coreografía de los que sale victorioso. Lo hace muy bien. Ya no es el muchacho de muy buena voz y guitarra como único instrumento y más aquí un bombo. Hoy luce hasta una trompeta y mezcla la música moderna con los viejos éxitos que le abrieron la puerta al estrellato. Fue Nochero, solista, y ahora el centro de un espectáculo incomparable. No es de Salta, pero hace falta. Es la bocanada de aire fresco que, desde hace años, esperaba el folklore argentino. Jorge Rojas nació en la ciudad de Cutral Có, Neuquén, donde sus padres debieron radic...