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Ilustración nomás |
Un tormento obstinado que regresa con la noche, se escurre entre los pliegues de la vigilia y deja la respiración contenida hasta el amanecer
Es un dolor distinto, mil cuchillos clavándose en tu corazón, tormenta de arena desgarrando las últimas torres de tu resistencia, apretándote las mandíbulas. Nada puedes hacer contra ella, esa malvada que te mantiene insomne desde hace varios días. Tus noches han empezado a ser, en sí mismas, una pesadilla en continuado. Apenas te acuestas, recuerdas que las horas pasan muy lentamente, te pongas de un lado o del otro, siempre te atenaza, cual maligno monstruo noctámbulo. En vez de pensar en asuntos agradables, como quien llama al sueño, te encierras en las más desagradables imágenes del pasado, aquellas a las que no quisieras volver. Vuelves a vivir los errores que cometiste desde que eras niño, casi de intento, y una amargura de negros pensamientos suicidas te anda rondando.La presión crece como si algo dentro quisiera romper desde la raíz. Es curioso: cuando llega la hora de dormir recién se te hace presente. La recuerdas como a un blanco fantasma, oculto en el fondo de una húmeda y cruel caverna, en la que olímpicamente ignoras a las que te acompañan desde hace mucho. Son tres noches ya que no te deja cerrar los ojos; durante la primera aprovechaste para pensar en las mujeres que habían sido en tu vida y la desesperación hizo que te levantaras a las cuatro de la mañana a tomar café: habías perdido el descanso. La siguiente noche te dijiste que el cansancio provocaría que la olvides; apenas apoyaste la cabeza en la almohada, volvió quizás con más fuerza que la noche anterior.Y te volvieron a acosar los rostros de cada una, prendidas en tu memoria, furiosa garrapata adosada a las más malsanas reflexiones. También te levantaste, sin haber pasado por el sueño reparador, e intentaste olvidar su forma, sus blancas redondeces y la suciedad que desde hacía un tiempo seguramente cubría lo más profundo de su alma. Durante el día hasta tomar agua se vuelve insoportable.
Anoche dormiste bien, por primera vez en mucho tiempo acudiste a unas pastillas que no disimularon nada, pero al menos te condujeron a un sueño pesado, que no dejó lugar para las anteriores congojas nocturnas. Ahora te sientes intranquilo, sabes que deberás optar por prescindir de ella definitivamente, en una despedida que carecerá del necesario adiós, o pedir a un profesional que arregle el estropicio.
¿Qué harás? No lo sabes. Pero como tienes la mañana libre, es seguro que acudirás al dentista para que te diga si esa maldita muela hay que sacarla de cuajo o vale la pena hacerle un tratamiento de conducto. Quizás te prescriba una pastilla que te haga olvidar de ella, al menos por un tiempo.
Juan Manuel Aragón
A 3 de septiembre del 2025, en el barrio Telefónicos. Esperando el Chumillero.
Ramírez de Velasco®
Me ha gustao. Uno queda boquiabierto hasta saber de qué se trata.
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