Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Sapos

BOSQUE Luna de plástico

La Radiosol Qué sucede cuando un buen día se camina por lo que antes era un ambiente natural y se ha convertido en algo artificial Esa mañana que salí a caminar por una finca cercana, recordé la nochecita en que una fila de sapos se apiñaba contra la pared de la casa buscando algo para comer. Entre galletitas Criollitas con picadillo en lata, mi abuelo se acordó de que, si por un acto de magia se mataba a todos los sapos del mundo, los insectos taparían el sol hasta que el día se hiciera de noche. Mi abuela dijo que también había otros animales que comían insectos. Como los murciélagos, algunos pájaros, las gallinas. También supe que los animales más grandes se comían a los más chicos y a los más débiles y esos débiles se comían a otros más pequeños, esos a su vez a otros más diminutos y así hasta llegar a los microbios, que comían a todos, incluidos los más grandes y vuelta a empezar. Esa vez, sentado en la sillita azul que luego fue pasando a mis hermanos menores, me quise percatar,

ESTRELLAS Divo de Tío Nico

Tío Nico, sabor santiagueño Breve ensayo para pensar en las fanáticas que se tiran e los pelos y berrean cada vez que sus cantantes favoritos vienen a la Argentina, qué zoncera, carajo A veces pienso en esos divos de la música que cuando van a otro país tienen antojos carísimos como condición previa para cantar: sábanas de hilo, velas aromáticas, agua embotellada de tal marca, topísimas chicas rubias para elegir, comida vegana, tomates cultivados en su salsa, autos de tal marca para que lo lleven hasta el teatro, sushi preparado por cocineros japoneses, televisores inmensos para verse a sí mismos todo el día. Pienso que son cosas que hacen de puro orilleros nomás que son. Si fuera igual de ordinario que esos Luismis o Rickis pediría para bañarme una piscina llena con agua del río Dulce y no extrañar las zambullidas con los changos, que no falte el matecocido ni el chipaco, mecheros a querosén en el camarín y a la noche que pongan grabaciones de cantos de ranas a coro y sapos represeros

VIDA Llegar a viejo

Por qué deberías empezar a tratar bien a los ancianos A veces, cuando me miro al espejo digo: “Bueno, Juan, esto había sabido ser viejo”. No porque me haya acostumbrado dejo de notar las arrugas, la cabeza blanca como alpargata de pintor, la mirada algo caída, la busarda prominente, los pasos cada vez más lentos. Es solamente el paso del tiempo, saber lo que he vivido o me resta por vivir, diría José Hernández. Lo que me tocó y lo que hice con eso. Uso anteojos para leer desde pasados los 40 años, de vez en cuando me duelen algunos huesos que antes ni sabía que existían. No sé y no me interesa entrar en algunos asuntos del presente rabioso, como el manejo de los teléfonos móviles, Netflix, los pantalones ajustados al cuerpo o usar esos ridículos zapatones de goma, los sapos, ni para andar en casa. Me banco perfectamente que una mujer joven me diga en la carnicería: “Esa no es la fila, abuelo, venga que le indico”. De chico me gustaba andar de gorra o de sombrero, de joven me decían que