Ir al contenido principal

OLMEDO-MONZON Cuando el Diablo metió la droga

Los protagonistas de esta nota

Por qué murió exactamente el capocómico, qué buscaba cuando cayó del piso 11 del Maral 39


Por Alfredo Peláez
Hace ya varios años que la Argentina extraña a Alberto Olmedo. Fue el 5 de marzo que el talentoso actor de la eterna sonrisa fallecía en Mar del Plata tras caer del piso 11 de uno de los departamentos del edificio Maral 39. Fue una mañana gris y triste en la ciudad balnearia.
Tengo muchas historias con Alberto, era con el único periodista que hablaba de El Atlántico. Se había enojado porque le habían sacado el romance de Nancy Herrera con "Cacho" Fontana, el gran escándalo de la temporada de 1988. Días antes había aceptado una entrevista. Nos fuimos caminando desde el Maral 39 hasta el Hotel Provincial donde filmaba una película con el Gordo Porcel. Ese día almorzamos juntos. En medio de la comida se apareció un santiagueño con un bombo. Olmedo se levantó y pidió silencio a los otros comensal
es: "Señores vamos a escuchar a este santiagueño en un solo de bombo... ¡déle amigo!". El paisano hizo su interpretación, recibió una generosa propina del artista y de todos los presentes y el hombre se puso cargoso. El capocómico le dijo: "Déjame charlar con el amigo. Ya te di más de un minuto ¿sabés lo que cuesta un minuto de Olmedo?". El santiagueño se perdió con su bombo entre las carpas y las sombrillas del Provincial.
A la hora de pagar hice el amague. "No deja, yo invito. Pará, pará quién paga" Ahora yo y después me reintegra el diario, le respondí. "Ah...pagá entonces". Tomó la boleta y en un margen escribió: "Esta te toca a vos gallego. Olmedo" (por Héctor Ricardo García, el dueño de Crónica y El Atlántico). Cuando falleció en la revista Flash y en Crónica publicó aquella boleta. Mi entrevista fue la penúltima que dio Olmedo, la última fue a la revista 7 Días.

Vayamos al corazón de la nota
Siempre se dijo que en la casa de Pedro Zanni, en el coqueto barrio de la Florida, escenario de la muerte de Alicia Muñiz, había cocaína, que tenía para la venta el "Facha" Martel. Cuando Alberto Olmedo fue a buscar a Maxi, el hijo de Monzón y la modelo, también se llevó la droga de la escena. Esto que cuento ahora me lo dijo Carlos Monzón en una de las tantas visitas que le hice a la cárcel de Batan y esta es la segunda vez que la publico. Hace pocos años la publiqué en El Atlántico. El remate del artículo fue: "Perdón Carlos, si me lo contaste como un secreto te falle y si me dijiste para publicarlo, me acordé bastante tarde...”.
Olmedo llevo la cocaína a su departamento del Maral 39 y la escondió en el plafón de la luz del balcón. A los días Nancy Herrera venía a Mar del Plata en plan de reconciliación con Alberto. Llegaba a la noche, él le dijo que lo esperara en el departamento de Maral, que después de la función de teatro se iría a comer un cochinillo con amigos y después iría a su encuentro.
Llegó bien entrada la madrugada y con varias copas de más. Besos, caricias y una larga charla. Olmedo necesitaba ponerse bien, en forma, para sellar el reencuentro. Se acordó de la droga que había en el plafón. Se subió a una mesa, tambaleó y cayó desde el piso 11. Nancy logro sostenerlo por poco tiempo y se precipitó al vacío, parado, rebotó en el cantero y cayó en el medio del Boulevard Marítimo con los ojos abiertos, la última mueca del capocómico, la de la muerte.
Hoy hace 34 años
.
©El autor y Ramírez de Velasco.

Comentarios

  1. ¡Qué tristeza! Ya me parecía rara la versión de la euforia y que se cayó del balcón por balancearse. No se justificaba un casi suicidio.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

AÑORALGIAS Santiago querido

La Secco Somera lista (a completar), de lo que hay todavía en la ciudad mágica habitada por los santiagueños, sus sueños y saudades Algunas cosas que antes sabía haber en Santiago y no hay más, se perdieron para siempre, consignadas en este sitio para que al menos quede su recuerdo. Esta lista la publiqué hace algunos años en Feibu y los amigos la completaron. 1 Helados “Kay”, más ricos no hay. 2 El auto Unión, (con motor de dos tiempos, como la Zanella). 3 Las heladeras Vol-Suar. 4 Las prohibidas del Renzi (¡Coca!, cuánto amor). 5 La bilz de Secco (la de ahora no es lo mismo, qué va a ser). 6 El Santa Ana, El Águila, empresa Robert, el Manso llegando desde el fondo del saladillo. 7 Cheto´s bar. 8 El peinado batido de las mujeres. 9 El jopo (ha vuelto, pero como mariconada). 10 La nueva ola y los nuevaoleros. 11 El Tuco Bono. 12 El departamento Matará. 13 Panchito Ovejero vendiendo billetes de lotería. 14 La Porota Alonso. 15 La Gorda de Anelli. 16 Tala Pozo. 17 Mi tata. 18 Panadería L

LEYENDA El remís con chofer sin cabeza

Imagen de Facebook de David Bukret Un misterioso auto circula por las calles de Santiago y La Banda: un caso que está dando que hablar en todos lados Un hombre detiene su motocicleta en el parque Aguirre, lleva una mujer atrás, son las 3 de la mañana. Se apean debajo de un eucalipto, justo cuando empiezan a besarse aparece un auto, un remís que los encandila y se queda parado, como esperando algo. Ella pega un grito: “¡Mi marido!”, suben de nuevo a la moto y se van. Antes de irse, el hombre observa que en el remís no hay nadie, parece vacío, pero ya ha acelerado, a toda velocidad y no se va a detener. Ha pasado varias veces, según cuentan los parroquianos en el café con nombre y apellido, en una historia que va pasando de mesa en mesa, repitiéndose todos los días con más detalles. Las mentas hablan de un remís que aparece de manera impensada, no solamente cuando detecta traiciones amorosas, sino que asustó a varios muchachos que andaban trabajando de noche en casas que no eran las suya

EVOCACIÓN El triste final de la Dama de Hierro

Mercedes Marina Aragonés El recuerdo para quien el autor de esta nota llama Dama de Hierro, algunas anécdotas y la apreciación sobre una personalidad controvertida Por Alfredo Peláez No fue el final que posiblemente soñó en sus años de poder y esplendor. Cuando el nombre Nina paralizaba hasta el más taimao. Se fue en silencio, casi en puntas de pie, como vivió sus últimos años. Muy pocos lloraron a Marina Mercedes Aragonés de Juárez, la dama que supo ser de hierro, en tiempos idos. Seguramente coqueteó en esos años con un funeral al estilo Evita, con su féretro en el salón principal de la Casa de Gobierno, o en el Teatro 25 de Mayo, y largas colas de santiagueños para darle el último adiós. Pero solo fueron sueños de diva. Nada de eso ocurrió. Los diarios santiagueños apenas se hicieron eco de su fallecimiento. Al fin y al cabo, más importante eran los 470 años del pago que ella intento domesticar a rienda corta y chicote. Quedarán miles de anécdotas que la tuvieron como protagonista.