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Mostrando las entradas etiquetadas como Tómbola

CULTURA El horario perdido

Una sociedad puntual es precisa para salir de la pobreza La impuntualidad es una tradición nacional que frena el progreso y sabotea los esfuerzos de quienes quieren cumplir La raíz de todos los males de la Argentina es la falta de puntualidad. Sí, así como lo oye. Los verdaderos problemas no son la inflación, la inseguridad, la educación. No, señor. Quien crea que la solución pasa por controlar los precios, poner más policías o lograr que los egresados de quinto año del secundario sepan deletrear y firmar más o menos correctamente se equivoca de medio a medio. No va por ahí el asunto. Porque si no se logra, como primer paso, que la gente cumpla los horarios que promete, durarán poco las reformas que se lleven adelante, las fábricas que se abran, los caminos que se construyan y las buenas intenciones. Pronto todo volverá a ser como antes. Un gobernante serio, como primera medida, debería restablecer el huso de las cuatro horas, para que el mediodía sea al mediodía y no a la una de la ta...

PASIÓN Boletos capicúa

Boletos capicúa Relato en que se cuenta el entusiasmo de uno que juntaba macanitas sin valor, una anécdota sin moraleja a la vista Cada vez que le daban un boleto capicúa en el ómnibus, lo guardaba. Lo pegaba en tres carpetas que tenía en la casa y en la que prolijamente anotaba la empresa el número de interno y a veces hasta el nombre del chofer. En una tenía los capicúa- capicúa, es decir los que no le erraban por ningún número. Después los casi capicúa que llamaba “netos”, que le habían fallado en el último número, le habían pifiado por uno. También estaban los “casi-casi”, en los que erraba por cualquiera de los otros números. Y otra era de los “cero-cero”, ¿por qué? Ahí tenía números como el 000363, que oficialmente sí es número palíndromo, aunque pocos reconozcan que se lee igual del derecho que del revés. Una vez llevó las carpetas al café: le aconsejamos que se dedicara a juntar estampillas, que tampoco es un deporte caro, pero al menos está revestido de cierto prestigio, como ...

CUENTO Azucena y Ramoncito

El 96 a la cabeza A la sombra de la tómbola santiagueña florece el amor en un barrio de la ciudad El Dentista es el 37, la Lombriz el 66, si sueñas con el Enamorado es el 93. Todos los números los tiene en la cabeza, el de su vecina de la calle 7 es el Revólver, doña Pochi vive en el 1126, la Misa, el colectivo que pasa a la madrugada tiene la chapa patente terminada en 85, la Linterna. Azucena es la jubilada más vieja del barrio desde que se murió la Negrita, la que estrenó la sala velatoria que hicieron entre todos los vecinos, al lado de la parroquia, porque a nadie le gustaba andar oliendo a flores hasta un mes después de ausentarse el finado. Desde que levantaron la sala “Nuestro Señor de la Buena Muerte”, los vecinos crepaban tranquilos, sabiendo que ahora se irían de manera decente, no como antes, los deudos pechándose en la puerta de las casas para sacar el cajón. La Azucena vive en un estrafalario y mentiroso escenario de cálculo de probabilidades, mientras fuma en la puerta d...