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Ilustración |
Por qué la vez que anunciaron en la radio que habría una réplica del temblor el tío Pablo fue el que mejor la pasó
Fue una de las veces que habíamos ido a la casa grande de los abuelos con los primos, los tíos, los sobrinos, los novios de las chicas, los yernos, las nueras, las cuñadas, los padrinos, todos. El temblor fue a la noche, por eso no pudimos disfrutarlo, con decirle que algunos se enteraron recién al día siguiente, cuando se despertaron. Pero a todos les volvió el entusiasmo al cuerpo cuando anunciaron en la radio que dos días después siempre venía la réplica, es decir otro igual o peor.La abuela estaba encantada con la noticia. La noche que supuestamente tocaba el terremoto, dejó baldes y lavatorios en todas partes para que viéramos cómo tiritaba el agua, repartió velas y fósforos por si cortaban la luz, desparramó fuentes haciendo equilibrio sobre las mesas para sentirlo cuando llegara y antes de que nos sentáramos a comer anunció que era la última cena porque se venía el fin del mundo.—Pero mamá —me acuerdo que le dijo mi madre —por qué dice eso, mire si se cumple.
—Eso estoy esperando —desafió ella —que se cumpla.
Y agregó
—Hace tanto vienen anunciando que está por llegar el fin del mundo, el día más importante de la historia de la humanidad, ¿y lo vamos a vivir con miedo?
Esa noche se quedó despierta en el sillón hamaca que había sido del bisabuelo, haciendo agarraderas a crochet para la Clarita, la nieta preferida, que se casaba en marzo, según venía anunciando y que después postergó la boda y al final no se casó nada porque a último momento el novio agarró y se le fue con otra, pobre, tan buena, tan hacendosa, tan linda.
Los chicos al principio andábamos emocionados, pero después de una hora ya no sabíamos a qué jugar del aburrimiento. Antes de la medianoche los cosos de la otra cuadra tiraron una bomba de estruendo festejando el cumpleaños de no sé quién. La vieja se alegró y pegó el grito:
—¡La Parusía!, ¡la Parusía!
Y medio que se desilusionó cuando se dio con que no era.
Después esperamos un rato más y no sé por qué, supimos que ya no iba a haber réplica del temblor ni Parusía ni fin del mundo ni nada. Entonces agarramos y nos fuimos a dormir desilusionados, imaginesé la bronca.
El que mejor la sacó fue el tío Pablo, que dejó dicho que no lo molestaran con tonterías porque al día siguiente tenía que levantarse temprano para trabajar.
©Juan Manuel Aragón
A 24 de enero del 2024, en Matará. Aguaitando la tormenta
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