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RELIGIÓN Por qué la masonería no es una inocente asociación

Masones (imagen de ilustración)

A veces se debe recordar conceptos simples que están en la base de una creencia, pues hay gente que deliberada o inadvertidamente los olvida o los ignora

Para quien crea que no hay nada malo en la masonería, que muchos próceres fueron sus afiliados, cabe hacer una lista de los presidentes y vice que fueron masones o hermanos tres puntos, como también los llaman. Presidentes, Bernardino Rivadavia, Vicente López y Planes, Justo José de Urquiza, Santiago Derqui, Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento (presidente de 1868 a1874 que renunció a la masonería antes de asumir, porque era incompatible con el juramento católico que debía formular y que en ese tiempo era obligatorio), Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini, Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña, Victorino de la Plaza, Hipólito Yrigoyen y Agustín Pedro Justo.
Vicepresidentes argentinos afiliados a la masonería fueron Salvador María del Carril, Juan Esteban Pedernera, Marcos Paz, Adolfo Alsina y Hortensio Quijano.
Párrafo aparte para aclarar que, aunque en algún momento se dijo que Juan Domingo Perón y Raúl Alfonsín fueron masones, nunca hubo pruebas concluyentes para afirmarlo.
En cuanto a por qué los católicos deben estar en contra de esta organización, bastaría con citar la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la masonería, que nunca fue derogada, publicada el 26 de noviembre de 1983, bajo la dirección del entonces cardenal Joseph Ratzinger, que dice: “Por tanto, permanece inalterado el juicio de la Iglesia sobre las asociaciones masónicas, ya que sus principios han sido siempre considerados inconciliables con la doctrina de la Iglesia y, por consiguiente, la afiliación a las mismas sigue prohibida. Los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas se encuentran en estado de pecado grave y no pueden acercarse a la Sagrada Comunión”. Están excomulgados, o sea.
Para quienes llevan en su corazón la fe del carbonero (*), esto debería bastar. A quienes se dicen católicos y ven en la masonería una inocente asociación filantrópica, cabre recordar, además que la masonería representa una amenaza para la fe. Desde su origen en el siglo XVII, ha promovido principios contrarios a las enseñanzas de la Iglesia y los católicos la rechazan porque ven en ella una fuerza que socava la autoridad divina, la moral cristiana y el orden establecido por Dios.
La Iglesia ha condenado la masonería en múltiples y variados documentos. En 1738, Clemente XII emitió la bula In Eminenti, prohibiendo a los católicos unirse a ella bajo pena de excomunión. En 1884, León XIII, en la encíclica Humanum Genus, explicó que la masonería busca reemplazar la religión revelada por una visión naturalista. Según este texto, la organización niega la necesidad de la gracia divina y exalta la razón humana como única guía. Esto contradice la doctrina católica, que sostiene que la salvación depende de Cristo y de su Iglesia.
La masonería trabaja mediante estructuras secretas y rituales. Sus miembros juran lealtad a la organización y a sus preceptos, lo que la Iglesia interpreta como incompatible con la fidelidad a Dios. Se considera que estos juramentos crean un conflicto de obediencia, ya que nadie puede servir a dos señores. Además, el sincretismo de la masonería, que mezcla creencias de distintas religiones, choca con la enseñanza católica de que no hay salvación fuera de la Iglesia.
Otro punto de oposición es el impacto de la masonería en la sociedad.
Los católicos señalan que históricamente ha impulsado ideas como el laicismo y la separación estricta entre Iglesia y Estado. Estas posturas debilitan la influencia de la fe en la vida pública, algo que la tradición católica defiende como esencial para el bien común. León XIII argumentó que la masonería fomenta un igualitarismo que ignora las diferencias establecidas por Dios entre los hombres, lo que lleva a cuestionar la autoridad legítima, incluida la de la Iglesia.
La masonería también defiende una libertad que los católicos rechazan.
Esta libertad prioriza la autonomía individual sobre la ley divina, lo que abre la puerta a prácticas contrarias a la moral, como el divorcio o el aborto y por lo tanto la destrucción de la familia. Para los católicos, la verdadera libertad se encuentra en la obediencia a Dios, no en la independencia de sus mandatos.
Ven en la masonería una amenaza espiritual.
Creen que sus miembros, al adherirse a una filosofía que rechaza la exclusividad de la verdad cristiana, se alejan de la salvación. La Iglesia ha reiterado que participar en la masonería es un pecado grave, una postura reafirmada en 1983 por la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo Juan Pablo II.
Por estas razones combaten la masonería.
La ven como una fuerza que ataca la fe, la Iglesia y la sociedad cristiana. No hay posibilidad de reconciliación, porque los principios de una contradicen los de la otra. La historia de enfrentamiento entre ambas, respaldada por documentos papales y la doctrina, sostiene esta oposición. Para ellos, elegir entre Cristo y la masonería no admite término medio.

La familia
Los católicos además creen que la masonería atenta contra la familia porque sus ideas debilitan la estructura tradicional del matrimonio y los papeles dentro del hogar. Sostienen que promueve la igualdad entre hombres y mujeres, lo que cuestiona la autoridad del esposo como cabeza de familia según la doctrina católica. Afirman que, al priorizar la lealtad a la logia, los masones descuidan sus responsabilidades hacia la esposa e hijos. También consideran que el énfasis masónico en la libertad individual fomenta el divorcio y la disolución de los vínculos matrimoniales. Y ven en su rechazo a la moral católica una amenaza a la educación religiosa de los hijos, como señala la encíclica Humanum Genus de León XIII (del 20 de abril de 1884), que critica a la masonería por socavar los fundamentos del orden cristiano, incluso la familia, por supuesto.

(*) La "fe del carbonero" es una expresión que describe una creencia religiosa simple, sincera y sin cuestionamientos, basada en la aceptación total de las enseñanzas de la Iglesia. Se refiere a una fe humilde, como la de un carbonero, que no busca explicaciones teológicas complejas ni dudas, sino que confía plenamente en la autoridad religiosa. La traidción refiere que a un carbonero le preguntaron “en qué crees” y él resondió “en lo mismo que la Iglesia Católica”. Le volvieron a preguntar “en qué cree la Iglesia Católica” y respondió “en lo mismo que creo yo”. Y así, sin solución de continuidad. Esto es adherir a los dogmas y tradiciones sin necesidad de razonar o profundizarlos, priorizando la obediencia y la devoción. Es un término que a veces se usa para contrastar con posturas intelectuales o críticas dentro de la fe
Juan Manuel Aragón
A 10 de abril del 2025, en la placita Lugones. Viendo pasar la vida
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. Buen día Juan Manuel, es de ponderar el esfuerzo que pones en explicar el rechazo, por parte de sus jerarquías, de la iglesia católica hacia la masonería. Esos argumentos no hacen más que dejar al desnudo lo endeble que es su posición. Después te explicaré con más detalles mi opinión.

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    1. !!!Naaaaa,!!!Arqui ¡¡no seas egoista,comparti con nosotros tus secretos y opiniones.Ya bastante valiente eres al escribir y comentar con tu nombre en Sgo Del Estero....

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  2. Prefiero a las monjas ya que esconden todo bajo su atuendo.

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    1. !!!!Que Imaginacion ¡¡ y las chiquitas de cerveza?

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  3. Soy Mario Coronel. No soy anónimo. Y, digo: prefiero masones, mil veces, masones con apego a lo intelectual y habilidad manufacturera, práctica, útil. Mil veces preferible, ante el triste espectáculo santurrón de la Iglesia. Usted mismo, criticó la morbosidad conque se manejó el tema salud del papa. Y si de ideologías se trata, nada peor que la hipocresía del populismo, de sus dirigentes, gremiales, políticos, sacerdotes seudo villeros, etc. La huelga del día de HOY, es la mejor prueba de que lo popular nacionalista católico, es retrógado, hipócrita, nefasto, es la causa de todos nuestros males. Mis saludos. Espero que se publique.



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  4. Creo que no está en duda que para los católicos habría un conflicto si formaran parte de la masonería o fueran miembros, teniendo en cuenta lo que sus principios pueden tener conflictos con la doctrina de fe y de acuerdo a lo que la iglesia exige en la actualidad.
    Lo que no puede dejarse de reconocer es que, más allá de los conflictos relacionados con la fe católica y lo que esta profesa, la masonería no parece hacer un mal a la sociedad en cuanto a sus acciones altruistas y a sus principios éticos, algo que este país necesita.
    Quisiera ver evidencias de las acciones para destruir la familia, que se denuncian, a mi me parece que la reafirmación de valores y principios éticos es lo que más fortalece a la sociedad.

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  5. Olvidaron de poner qué: San Martín era masón, y Bolívar también.

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