![]() |
| Maduro hoy se hizo socio de Dios |
Dijo que convirtió el Palacio Presidencial en un altar de oración y fuerza: América íntegra se carcajea con sus payasadas
Nicolás Maduro convirtió esta mañana al Palacio de Miraflores en un altar. En un acto transmitido por Venezolana de Televisión durante lo que llamó un “Encuentro Binacional de Oración por la Paz”, el mandatario ratificó su fe pública y pronunció una declaración de profundas implicancias políticas: “Jesucristo es señor y dueño de Venezuela”, afirmó, otorgándole “toda honra al Espíritu Santo”. El acto hizo acordar a un intendente de Santiago del Estero, cuando puso sus acciones en manos de la Virgen María, iniciando lo que seguramente creyó un cogobierno con la Madre de Dios.El acto de Maduro, por el que más de medio continente se ríe a las carcajadas, no fue solo una confesión personal: fue un gesto calculado. Dijo que el Palacio Presidencial se convierte “a partir de hoy” en un “gran altar de oración y de fuerza”. ¿No le emociona tanta religión, amigo
También recordó que, según la Constitución de 1999, Venezuela garantiza la “libertad absoluta de cultos”; sin embargo, puntualizó que él, como presidente y como ciudadano, se “radicaliza con Cristo”.Este acto no es un momento aislado de devoción: ocurre en medio de una escalada de tensión con Estados Unidos. En los últimos días, Caracas ha denunciado un despliegue militar norteamericano en el Caribe que considera una amenaza directa. Así, el teatro espiritual refuerza el cuento de la resistencia: no es solo Venezuela contra otro país, sino una lucha con sentido trascendente, y Dios mismo es testigo y apoyo.
El encuentro reunió a pastores evangélicos, lo cual no sorprende: el chavismo ha estrechado desde hace años vínculos con iglesias protestantes, particularmente evangélicas. Estuvieron también la primera dama, Cilia Flores, y Nicolás Maduro Guerra, hijo del presidente, en su papel de vicepresidente de Asuntos Religiosos del Partido Oficial de Venezuela. Esta presencia conjunta da forma a una alianza simbólica del poder político con el poder espiritual.
La frase que citó —“No con ejército ni con fuerza, sino con mi Espíritu” (Zacarías 4:6)— es clave. No es una simple cita bíblica: es una justificación teológica para sostener que la fuerza legítima no será la militar, sino la espiritual. Al invocar esa línea, Maduro no solo reivindica su lucha política, la eleva a un plano divino, sino que también envía un mensaje: los desafíos de Venezuela no se resolverán solo con coacción, sino con la fe como motor principal.
La ridiculez de Maduro
Aquí hay una paradoja delicada. Por un lado, Maduro invoca la libertad de culto constitucional para legitimar su acto; por otro, al poner su propia confesión como eje del Estado —o al menos de sus ceremonias más simbólicas— corre el riesgo de deformar el carácter laico de la república. Esto podría abrir la puerta a una preferencia institucional por determinados credos, lo que choca con la pluralidad religiosa.
Además, este tipo de actos tiene una doble cara: puede consolidar su base evangélica y devota, pero deja afuera a quienes no comulgan con esa lectura religiosa del poder. También puede generar críticas internacionales, sobre todo de actores que ven con recelo la fusión entre religión y Estado.
No es la primera vez que Maduro recurre a gestos religiosos para cimentar su ilegitimo poder. En junio de 2024, ya había dicho que “entregaron la nación a Jesucristo” durante una ceremonia pública.
Este nuevo episodio, es parte de una estrategia más amplia y sostenida: no es fervor momentáneo, sino construcción de un relato de poder con base espiritual.
No todas las instituciones religiosas han alineado sus discursos con Maduro. Hay sectores católicos que han denunciado una deriva autoritaria y reclaman que la fe no debe usarse para consolidar un poder despótico.
En ese sentido, esta proclamación no solo es política, sino que puede reavivar viejas disputas entre distintas expresiones del cristianismo sobre cuál debe ser el papel del Estado en cuestiones de fe.
En definitiva, lo que hizo Maduro no es solo un acto de fe: es una jugada política de alto voltaje simbólico. Transformar Miraflores en altar, proclamar a Jesús como “dueño” del país y entrelazarlo con una narrativa de amenaza externa no es devoción privada, es una operación de legitimación. Apelar a lo divino le da al ilegal régimen una coraza moral que puede ser tan poderosa como cualquier discurso ideológico. Pero ese escudo no está exento de peligros: los mismos que hoy lo aplauden, serán los que, lo expulsarán del poder por haber usado el nombre de Dios en vano.
Ramírez de Velasco®



El problema es cuanto Dios puede hacer para enderezar un intencional mal manejo y autoritarismo gubernamental.
ResponderEliminarMe hizo acordar al cura de la iglesia de Copacabana, en el lago Titicaca, en Bolivia.
Todas las mañanas el cura sale a la calle y bendice a los autos de la gente, que se estacionan en una larga fila, con el propósito de proteger la vida de los pasajeros y la propiedad física. Al final de la bendición, el cura anuncia que ahora todos en el vehículo están protegidos por la gracia d Dios, pero "recuerden que pasando los 100km/h Diosito se baja".
DIOS SABE FEHACIENTEMENTE QUE NO ES MEDICO(ADEMAS SABE MAS QUE TU DE BOLIVIA)
Eliminar!!!!!!!! CON EL MAZO DANDO Y A CRISTO ROGANDO ¡¡
ResponderEliminar