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Mostrando las entradas etiquetadas como Sopa

CUENTO Vicio oculto

Fotografía de Daniel Bolaños Qué pasa cuando un hombre decide dejar a una mujer de golpe, casi sin anuncios de lo que está por suceder Una tarde, repentinamente, decidió que no la volvería a ver. No por cansancio ni porque ella hubiera sido injusta o mala con él o por alguna grave diferencia de criterios, nada que ver. Preparó un largo discurso y ensayo la cara que pondría al responder las obvias preguntas que le haría. “¿Tienes otra?” era la más obvia de todas. Supuso que lo mejor sería mantener cara de póquer y decirle que no. No le iba a explicar que se había dado cuenta de que le gustaba otra mujer con la que apenas había salido dos veces, todavía no había pasado nada, pero ya estaban en esa etapa en que sabían en qué terminaría. Se dijo que mejor negaba todo. Si se enteraba después sería tarde para reaccionar de mala manera. Para qué andarle explicando que habían ido a tomar dos cafés en el mismo lugar al que iban los sábados. Mejor que lo sepa después, que le agarre la rabia cuan

TEXTO La mosca en la sopa

Justo cuando la ve “Soy la que reniega del socialismo por su apetito voraz por la sangre y las riquezas y la que decidió tampoco adherir al liberalismo por las mismas razones” Tengo alma de suicida, voy volando por ahí, veo un plato con un líquido caliente, y ¡zas!, siempre me zambullo. Soy la mosca de la sopa, la molesta mosca de tantos cuentos, chistes y chascarrillos que circulan por el mundo. Me encanta serlo, aunque después vengan a decir que para qué quiero ser bicho nadando en un plato, si voy a estar muerto. Pero ahí voy. ¿Ha visto que en una discusión siempre se espera que uno se incline para uno u otro lado? Bueno, soy el que lanza siempre una tercera opción, como una manera de no darle la razón a ninguno de los dos. La mosca en la sopa. Revoloteo, revoloteo, revoloteo, en un descuido de quien la sirvió me acerco mucho o me quiero asentar sobre ella sin ver que es líquida y termino ahogada en ese mar grasoso, tibio y salado y quedo así, exánime, flotando yerta entre un fideo

LLUVIA Gracia del Cielo

Hugo Argañarás, “Tempestad”, óleo sobre lienzo “En esos tiempos, una nube empezaba a subir desde el sur, a la una de la tarde, pero nadie le hacía caso” En el campo, en ocasiones llovía justo cuando debía hacerlo, después del mediodía y antes de las 5 de la tarde. Si la tormenta venía linda, mi abuelo se servía vino en una jarra y la dejaba un rato en el patio para que la bautizara el aguacero. Unos cinco minutos después, se sentaba en un sillón, tranquilo, relajado, acompañado del simple agradecimiento de quienes están seguros de que Dios les hizo un regalo. Para usted, criado en la ciudad, quizás la lluvia no significa mucho o es una molestia porque lo halla lejos de la casa, sin paraguas, sin galochas, sin impermeable, haciendo trámites impostergables y sabe que se mojará, casi por obligación. Como le digo, en el pago era muy distinto el asunto. Si la lluvia lo agarraba lejos de la casa, no había el alero de un negocio ni una galería para refugiarse. Para peor, algunas tormentas ven

LEYENDA El Hombre de la Bolsa

Monstruos de antes Soy el infeliz que no tiene dónde caerse muerto, el que canta en las esquinas por unos sucios pesos Aquí, como me ve, soy uno de los mitos legendarios más conocidos no solamente de este humilde pueblo provinciano, sino quizás de toda la Argentina, he pasado de boca en boca, de madres a hijos, de abuelas a nietos, arrorró que cambió de horario para presentarse todos los mediodías, cuando los chicos se niegan a tomar la sopa. Soy mentado, casi siempre por voces femeninas: —Hacé caso, si no le digo a tu padre cuando vuelva, o llamo al Hombre de la Bolsa. De tanto nombrarme me bajaron el precio, como quien dice. Los chicos temen más a la reprimenda o la tunda del padre que a mi presencia quizás inocua, intrascendente, fugaz e imaginaria. No soy mucho más que eso, un hombre, una bolsa, un mito, una sopa. Hay otros hombres que andan por el mundo de lo mágico cargando bolsas, uno es Papá Noel, siempre presente en este tiempo de calor, Navidad y nieve de telgopor. Y los ladr

HISTORIA DE VIDA La verdad verdadera del Hombre de la Bolsa

A modo de ilustración nomás “En una pelea con cuchillas, el otro me erró de matar, y quedó mi ojo izquierdo a la orilla de un boliche mugroso” Ya andaba hombreando bolsas mucho antes de que las madres me mentaran para asustar a sus hijos cuando no querían tomar la sopa. Soy nacido y criado en el barrio El Triángulo, fui a la escuela hasta segundo grado nomás, después tuve que ir al Mercado de Abasto a rebuscármelas, porque era eso o pasar hambre, en casa, según decían, no había para darme de comer. Mi tío me dijo que, si sabía firmar, no había para qué seguir yendo a la escuela. Le dije que sabía, me entregó un papel y me exigió: “A ver, firme ahí, sobrino”. Y firmé, bien clarito: “Luis Miguel Sandoval”. Decidió que al día siguiente lo tenía que acompañar al mercado. La miré a mi mamá que, a su vez me devolvió la mirada con un rostro que no decía nada. Al día siguiente me levantaron bien tempranito. Sin lavarme la cara, mi tío me llevó al mercado, era un hervidero de gente moviéndose

EFEMÉRIDES SANTIAGUEÑAS Del 28 de julio

Sólo dos botellas por familia Escasea el aceite en las góndolas de los supermercados de Santiago y lo venden adosado a otro producto El 28 de julio del 2016 se da a conocer que el aceite comestible escasea o lo venden adosado a otro producto. Un día antes el Ministerio de Producción había llegado a un acuerdo con el sector para fijar un tope del 4 por ciento para la suba de su precio. Sindicalistas santiagueños anunciaran fuertes aumentos en el precio del aceite, luego de lo cual en la provincia aumentaron los reclamos en cuanto a la escasez y al faltante en góndolas; la oferta de productos de mezcla o bien el aceite puro, que se vende encintado con un arroz o una sopa. Los consumidores afligidos trataban de acumular aceite, por lo que en casi todos los supermercados no se vendía más que dos botellas por persona, algo que pegaba en el centro de una violación a la ley de lealtad comercial y generaba protestas generalizadas, reflejadas en casi todos los diarios del país. Javier Alexandro