Haciendo gracia |
Pido disculpas de antemano, pero no me gusta tu perro. No me parece adorable, no voy a memorizar cómo se llama, no me importa qué come, tampoco cómo duerme y en qué, y no estoy interesado en saber por qué mueve o deja de mover la cola. Te lo digo por única vez, no me interesa hablar de perros.
No me importa que sea manso y sereno, no quiero que me huela ni que deje rastros de su olor en mi ropa. Y si puedes, cuando vaya a tu casa, mándalo al patio, a la cocina, a la calle. Me molesta que esté parado, ahí, oyendo la conversación. Ya sé que no va a contarle a nadie, pero igual su presencia me perturba. Si entre tu perro y una visita mía, prefieres a tu perro, todo bien, no hay drama.
No me interesa si se baña una vez al día o veinte veces, si le pones perfume, si tiene todas las vacunas, solo algunas o ninguna. No me interesa en lo más mínimo por qué su collar es verde, azul o colorado. Ya sé que es tu perro, tu decisión, tu casa, tu plata, pero no me cargues con sus cuentos, sus rabietas o sus alegrías, porque a los tres minutos me voy a olvidar. No creo que merezca la pena preocuparse por un animal, ya sea perro, sapo, gato siamés, oruga o cebra.
Si le hizo bien a tu vida, si te lo dieron como terapia, si le dio un nuevo sentido a tu vida, si sientes que con él ahora tu casa no está tan vacía, no sabes lo mucho que me alegro por vos, porque quiero que te vaya bien y si el perro te da muchas satisfacciones, qué bien, me alegro. En serio.
Pero si me hubieras preguntado como hacer para mitigar la soledad, te habría aconsejado la compañía de los libros, que no precisan que los bañen, no hay que sacarlos a pasear, tampoco hay que darles de comer. Eso sí, los de buena poesía, sobre todo, por ahí muerden duro el corazón. Y los tratados de ciencia política quizás no te dejen dormir unos cuantos días, pues te dejarán pensando en lo que debiera ser y no es y en lo que es y no tendría que haber sido.
Hasta las novelas policiales te dejarán algo que ningún perro te dará: un movimiento masivo de neuronas, tratando de descubrir quién es el asesino cuando falten tres o cuatro páginas para terminar. En español hay varios millones de libros que no has leído y podrían enriquecer tu mente de una forma maravillosa.
Pero si te parece más edificante vivir con un perro —o varios— es cosa tuya, amigo, quién soy para atajarte, nadie. Eso sí, cuando lo saques a pasear lleva una palita y una bolsa, como hacen en los países civilizados, así no ensucia las veredas, no tengo por qué andar esquivando la mierda que deja ese animal por todas partes. En la veterinaria en que compras el champú y la crema enjuague para Sultán, seguro que venden la palita, la bolsita. Después, todo bien.
©Juan Manuel Aragón
Si le hizo bien a tu vida, si te lo dieron como terapia, si le dio un nuevo sentido a tu vida, si sientes que con él ahora tu casa no está tan vacía, no sabes lo mucho que me alegro por vos, porque quiero que te vaya bien y si el perro te da muchas satisfacciones, qué bien, me alegro. En serio.
Pero si me hubieras preguntado como hacer para mitigar la soledad, te habría aconsejado la compañía de los libros, que no precisan que los bañen, no hay que sacarlos a pasear, tampoco hay que darles de comer. Eso sí, los de buena poesía, sobre todo, por ahí muerden duro el corazón. Y los tratados de ciencia política quizás no te dejen dormir unos cuantos días, pues te dejarán pensando en lo que debiera ser y no es y en lo que es y no tendría que haber sido.
Hasta las novelas policiales te dejarán algo que ningún perro te dará: un movimiento masivo de neuronas, tratando de descubrir quién es el asesino cuando falten tres o cuatro páginas para terminar. En español hay varios millones de libros que no has leído y podrían enriquecer tu mente de una forma maravillosa.
Pero si te parece más edificante vivir con un perro —o varios— es cosa tuya, amigo, quién soy para atajarte, nadie. Eso sí, cuando lo saques a pasear lleva una palita y una bolsa, como hacen en los países civilizados, así no ensucia las veredas, no tengo por qué andar esquivando la mierda que deja ese animal por todas partes. En la veterinaria en que compras el champú y la crema enjuague para Sultán, seguro que venden la palita, la bolsita. Después, todo bien.
©Juan Manuel Aragón
Lindo artículo sobre el perro. Interesante el tema.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo, podes leer, podes tener una mascota, podes trabajar, etc yo tuve un caniche, era anti perros, pero fue muy fiel compañero durante más de 15 años.y esta en nuestro recuerdo
ResponderEliminarJuan Manuel, es una buena declaración de principios.!!!
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