Ir al contenido principal

LEYENDA El canto perdido

Ulúas en fruto, de Hugo Argañarás

Alguna vez llenaron los bosques con sus conciertos, un pequeño defecto cambió para siempre la armonía de la naturaleza

Era, y sigue siendo, la rareza del bosque santiagueño: ave graciosa de verdes plumas, alas verdes, verde cola, camiseta gris, vuelo zigzagueante, explosión de alegría de las mañanas frescas de Santiago y de gran parte de la Argentina.
En aquel tiempo de antes del tiempo, cuando sólo los indios habitaban estos pagos, tenía un canto dulce y armonioso, más que la reina mora. Cantaba a voz en cuello sus melodías, siempre a coro con sus hermanas. Y, en algunas ocasiones, la naturaleza entera guardaba silencio cuando el conjunto de cien o doscientas de ellas se largaba con algún recital. Ni el gavilán la perseguía, ni el zorro la quería comer, ni el león la buscaba: todos coincidían en que era parte de una necesidad satisfecha, la de oír algo bello en sus ratos de descanso.
Era trabajadora: de la mañana a la noche buscaba ramitas para construir enormes nidos colectivos, tal como los que suele hacer en estos tiempos. Llevaba granos y bichitos para dar de comer a sus crías de forma muy amorosa.
Sólo a la siesta, cuando salía el viento de agosto, como el que ahora sopla en Santiago en pleno septiembre, ofrecía sus conciertos, como ya se dijo, con afinación perfecta, buen gusto y excelente repertorio.
Pero un pequeño defecto le fue afeando el alma: se volvió chismosa y empezó a divulgar los cuentos que oía, mejorados y corregidos. Que el señor Chuña volvía todas las noches muy tarde a su casa y su esposa andaba sospechando que tenía otra por ahí. Que don León se machaba y, vuelta a vuelta, le pegaba a la señora Leona, pobrecita, ella tan hacendosa, siempre ocupada con sus hijos. Que en la casa de las acatanckas se armaban tremendos alborotos porque el bichito más chico había decidido que no quería estudiar y pretendía que los padres le dieran permiso para irse de mochilero.
Nadie dice que el pago fuera perfecto, nada que ver, pero ellas lo exageraban. Eran las que hacían rodar la bola de toda la maledicencia y la empujaban hasta más allá de los límites. De tal suerte que, como dicen ahora, se empiojó el gallinero: todos se peleaban el resto, hablaban mal del prójimo y tenían algo para decir del vecino, del señor de la otra cuadra, del almacenero de la esquina.
Un buen día decidieron mandar una delegación a hablar con Dios para pedirle que investigara por qué se había roto la paz y armonía que reinaba enantes.
Dios los recibió y les dijo: “Demén unos días, averiguo bien y les aviso”. Por supuesto que, cuando lo consultaron ya sabía lo que le pedirían; para algo es el que es, pero se hizo el sorprendido cuando lo fueron a ver.
Y al día siguiente les mandó el milagro: durante toda la mañana nadie peleó con nadie. A la hora de almorzar, el quedó callado, como en estado de meditación, en cada casa sólo se oía el sonido de los cubiertos chocando entre ellos y los chicos contando sus aventuras en la escuela.
Y cuando llegó la siesta ellas no pudieron cantar más. No se ponían de acuerdo, no hallaban el rimo, todas querían entonar algo distinto y empezaron a chillar a lo tonto, al mismo tiempo, pero largando distintos ruidos, agudos y discordantes.
Los demás animales supieron que, a su manera, Dios había obrado el milagro: si ellas hablaban al mismo tiempo sobre asuntos distintos nadie les llevaría el apunte.
Después, cuando el hombre blanco llegó, quiso domesticar a algunas. Pero, en ese caso, sólo aprenden unas cuantas palabras que repiten, como sus primos los loros, sin saber qué significan, para qué son y por qué se los enseñan con paciencia.
Un verso que les enseñaban las viejas de antes decía: “Pica, pica tu caballito moro, que no te cornie el toro”. Una que había en la casa de unos vecinos había aprendido a silbar la Marcha Peronista, pero, ¿sabe qué?, desafinaba.
Juan Manuel Aragón
A 27 de septiembre del 2025, en Pushi Llanos. Viendo bailar a la juventud.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. Las Palomas de Plaza Lbertad la pasan bomba los "Pajaros de Cuenta" del poder mejor,es una realidad y no es leyenda........

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

FÁBULA Don León y el señor Corzuela (con vídeo de Jorge Llugdar)

Corzuela (captura de vídeo) Pasaron de ser íntimos amigos a enemigos, sólo porque el más poderoso se enojó en una fiesta: desde entonces uno es almuerzo del otro Aunque usté no crea, amigo, hubo un tiempo en que el león y la corzuela eran amigos. Se visitaban, mandaban a los hijos al mismo colegio, iban al mismo club, las mujeres salían de compras juntas e iban al mismo peluquero. Y sí, era raro, ¿no?, porque ya en ese tiempo se sabía que no había mejor almuerzo para un león que una buena corzuela. Pero, mire lo que son las cosas, en esa época era como que él no se daba cuenta de que ella podía ser comida para él y sus hijos. La corzuela entonces no era un animalito delicado como ahora, no andaba de salto en salto ni era movediza y rápida. Nada que ver: era un animal confianzudo, amistoso, sociable. Se daba con todos, conversaba con los demás padres en las reuniones de la escuela, iba a misa y se sentaba adelante, muy compuesta, con sus hijos y con el señor corzuela. Y nunca se aprovec...

IDENTIDAD Vestirse de cura no es detalle

El perdido hábito que hacía al monje El hábito no es moda ni capricho sino signo de obediencia y humildad que recuerda a quién sirve el consagrado y a quién representa Suele transitar por las calles de Santiago del Estero un sacerdote franciscano (al menos eso es lo que dice que es), a veces vestido con camiseta de un club de fútbol, el Barcelona, San Lorenzo, lo mismo es. Dicen que la sotana es una formalidad inútil, que no es necesario porque, total, Dios vé el interior de cada uno y no se fija en cómo va vestido. Otros sostienen que es una moda antigua, y se deben abandonar esas cuestiones mínimas. Estas opiniones podrían resumirse en una palabra argentina, puesta de moda hace unos años en la televisión: “Segual”. Va un recordatorio, para ese cura y el resto de los religiosos, de lo que creen quienes son católicos, así por lo menos evitan andar vestidos como hippies o hinchas del Barcelona. Para empezar, la sotana y el hábito recuerdan que el sacerdote o monje ha renunciado al mundo...

ANTICIPO El que vuelve cantando

Quetuví Juan Quetuví no anuncia visitas sino memorias, encarna la nostalgia santiagueña y el eco de los que se fueron, pero regresan en sueños Soy quetupí en Tucumán, me dicen quetuví en Santiago, y tengo otros cien nombres en todo el mundo americano que habito. En todas partes circula el mismo dicho: mi canto anuncia visitas. Para todos soy el mensajero que va informando que llegarán de improviso, parientes, quizás no muy queridos, las siempre inesperadas o inoportunas visitas. Pero no es cierto; mis ojos, mi cuerpo, mi corazón, son parte de un heraldo que trae recuerdos de los que no están, se han ido hace mucho, están quizás al otro lado del mundo y no tienen ni remotas esperanzas de volver algún día. El primo que vive en otro país, el hermano que se fue hace mucho, la chica que nunca regresó, de repente, sienten aromas perdidos, ven un color parecido o confunden el rostro de un desconocido con el de alguien del pago y retornan, a veces por unos larguísimos segundos, a la casa aquel...

CALOR Los santiagueños desmienten a Borges

La única conversación posible Ni el día perfecto los salva del pronóstico del infierno, hablan del clima como si fuera destino y se quejan hasta por costumbre El 10 de noviembre fue uno de los días más espectaculares que regaló a Santiago del Estero, el Servicio Meteorológico Nacional. Amaneció con 18 grados, la siesta trepó a 32, con un vientito del noreste que apenas movía las ramas de los paraísos de las calles. Una delicia, vea. Algunas madres enviaron a sus hijos a la escuela con una campera liviana y otras los llevaron de remera nomás. El pavimento no despedía calor de fuego ni estaba helado, y mucha gente se apuró al caminar, sobre todo porque sabía que no sería un gran esfuerzo, con el tiempo manteniéndose en un rango amable. Los santiagueños en los bares se contaron sus dramas, las parejas se amaron con un cariño correspondido, los empleados públicos pasearon por el centro como todos los días, despreocupados y alegres, y los comerciantes tuvieron una mejor o peor jornada de ve...

SANTIAGO Un corazón hecho de cosas simples

El trencito Guara-Guara Repaso de lo que sostiene la vida cuando el ruido del mundo se apaga y solo queda la memoria de lo amado Me gustan las mujeres que hablan poco y miran lejos; las gambetas de Maradona; la nostalgia de los domingos a la tarde; el mercado Armonía los repletos sábados a la mañana; las madrugadas en el campo; la música de Atahualpa; el barrio Jorge Ñúbery; el río si viene crecido; el olor a tierra mojada cuando la lluvia es una esperanza de enero; los caballos criollos; las motos importadas y bien grandes; la poesía de Hamlet Lima Quintana; la dulce y patalca algarroba; la Cumparsita; la fiesta de San Gil; un recuerdo de Urundel y la imposible y redonda levedad de tus besos. También me encantan los besos de mis hijos; el ruido que hacen los autos con el pavimento mojado; el canto del quetuví a la mañana; el mate en bombilla sin azúcar; las cartas en sobre que traía el cartero, hasta que un día nunca más volvieron; pasear en bicicleta por los barrios del sur de la ciu...