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AMOR Hija de un fundador de Hamás y exesposa de un terrorista se convierte al cristianismo

Juman Al Qawasmi

Fue educada para odiar a judíos, cristianos y otros musulmanes, una crisis espiritual la hizo darse cuenta y conoció a Dios

Juman Al Qawasmi, hija de uno de los fundadores de Hamas y exesposa de un miembro del grupo terrorista islámico, vivió su infancia y juventud en un entorno de adoctrinamiento. Educada para odiar a judíos, cristianos y otros musulmanes, se mudó a Gaza luego de casarse. Con el tiempo, el clima de violencia y crueldad la llevó a una crisis espiritual. Durante un bombardeo oró pidiendo conocer a Dios, y luego soñó que Jesús se le aparecía en la luna, le hablaba en árabe y le decía “Eres mi hija, no tengas miedo”. Ese sueño la impulsó a investigar sobre Cristo, leer la Biblia y finalmente convertirse al cristianismo. Hoy vive con su fe y rechaza públicamente la ideología de Hamas.
En ese contexto, Juman ofrece un testimonio profundo de ruptura con su pasado radical, denuncia la violencia interna en Gaza y subraya que su conversión representa una negativa a la cultura del odio en la cual fue criada.
La mujer nació en Catar en el seno de una familia cercana a Hamas. Desde pequeña fue instruida para adherir sin cuestionamientos a la causa del grupo. Le enseñaron a concebir a judíos, cristianos y hasta musulmanes de ramas distintas como enemigos naturales. Esa educación rígida marcó su infancia.
En su juventud se casó con un miembro de Hamas y en 2002 se trasladó a Gaza. Allí vivió de cerca el ascenso del grupo: vio cómo, tras la toma del poder en 2007, Hamas consolidó el control mediante violencia, amenazas, represión y asesinatos, incluso contra palestinos que consideraban disidentes. Esa realidad empezó a quebrar sus certezas.
Poco a poco, las contradicciones se acumularon en su conciencia. Observó que las promesas de justicia, protección y bienestar quedaron lejos de la realidad: en lugar de refugios dignos, se construían túneles; en lugar de paz, miedo. Ver cómo personas inocentes sufrían la opresión, a veces en nombre del “yihad”, la dejó marcada. Empezó a cuestionarse: si el islam radical y Hamas aseguraban ser portadores de la verdad, ¿por qué tanto sufrimiento a su alrededor?
Entre el 2012 y el 2014 la angustia creció. Describe que vivía con temor constante del infierno, sin certezas sobre su salvación. “El islam no te da paz, siempre tienes miedo de que algo malo vaya a pasar”, dijo Juman. Esa inquietud la impulsó a buscar algo distinto.
La noche decisiva llegó en medio de bombardeos israelíes. Su vecindario fue marcado para ser atacado y, aterrorizada, Juman suplicó: “Dios, si existes, quiero conocerte, que me salves”. Esa plegaria, según su testimonio, fue oída. Esa misma noche tuvo un sueño donde vio a su madre difunta y, al mirar la luna, apareció el rostro de Jesús. Él le habló en árabe: “Ana Rabb Yeshúa… Enti binti, ma takhafi” —“Soy el Dios Jesús… eres mi hija, no tengas miedo”. Al despertar, sintió por primera vez paz y amor.
Hasta ese momento jamás había escuchado el nombre “Yeshúa” en su entorno. Creció rodeada de musulmanes, sin contacto con cristianos. Intrigada, buscó en internet y encontró un sitio cristiano dirigido por creyentes egipcios. Allí leyó versículos sobre amar al prójimo, incluso a enemigos —un mensaje opuesto a todo lo que le enseñaron. Esa disonancia fue tan fuerte como liberadora. Decidió leer la Biblia y aceptar a Cristo.
Tras su conversión, afirmó que su identidad ya no estaba marcada por su linaje, su matrimonio ni por la violencia política. Hoy su fe cristiana representa un renacimiento. A través de su testimonio, denuncia la manipulación ideológica de Hamas, su violencia interna y su uso del miedo como control social. Pero por sobre todo habla de esperanza, paz interior y una decisión consciente de amar donde le enseñaron odiar.
Para muchos creyentes, su historia es un “milagro de fe”. Para otros, un signo de la crisis moral, espiritual y política que afecta a regiones sumidas en conflictos. Su testimonio ha resonado fuertemente en medios internacionales y entre comunidades cristianas. Aunque algunos cuestionan la veracidad de ciertos detalles —como su origen exacto o la interpretación de sus sueños— nadie duda de que su relato moviliza convicciones profundas.
Hoy esta mujer es vista como símbolo de cambio, de ruptura con el odio y con la violencia. Aunque su camino personal puede generar controversia, su decisión expresa una búsqueda de paz interior. Su voz interpela a todos: plantea la pregunta sobre qué sucede cuando la fe ya no consuela, sino que oprime —y qué pasa cuando un sueño, una duda, una búsqueda honesta, la lleva a otra vida.
Ramírez de Velasco®

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