Tortugo con astas |
Que cuenta cómo fue que un falso amor floreció en el bosque y cómo se dieron cuenta los ancianos de que dos almas estaban perdidas
La historia que se va a contar aquí sucedió realmente, por lo que es posible que su autor deba cambiarle el título. A veces en una sola palabra se resume toda la tontería de que es capaz un ser vivo, concentra la estupidez y confirma que la colonización del espíritu es una de las maldades más ruines que es dable esperar de un aparato.Resulta que al Zorro gustaba enormemente la Tortuga, pero por esas cosas de la vida, nunca le había confesado su amor. Una vez la fue a visitar, pero justo cuando estaba en la casa, llegó el Tortugo y entre los dos le mintieron que él estaba pasando cerca, sintió sed y entró a pedir un vaso de agua. En otra ocasión, la topó en un cruce de caminos, pero él andaba disparando de unos perros, así que se saludaron a las apuradas y él siguió corriendo. También se encontraron en el cumpleaños del león, pero había tanta gente que, si los veían conversando juntos durante mucho tiempo, el resto de los invitados iba a murmurar.Hasta que un día él fue a la casa de la familia Tortugón y cuando salió el Tortugo lo hizo a un lado y le declaró su amor a la dueña de su corazón, doña Tortuga. El Tortugo poco pudo hacer, porque, ¿ha visto?, ellos son así, medio apocados. Pero no se animaron a proclamar a todo el mundo su amor, sobre todo por miedo al escándalo que se podía armar en el bosque santiagueño, un lugar muy tradicional, según decían. ¿Cómo se las arreglaron?, cada vez que el Zorro iba a visitarla a la Tortuga, el Tortugo salía de la casa y se iba por ahí, a patear mistoles, a divertirse viendo gritar a las catitas, hondear urpilas.
Cuando ya había pasado un tiempo largo del comienzo de ese amor, un día el Zorro le preguntó a un amigo qué diría si lo viera a él saliendo con un animal que no le correspondía. El otro le dijo que eso era una tontería, porque, para aparearse, cada uno en el bosque busca a sus iguales, aunque de sexo contrario, como es lógico y natural. Como si doña Gallina quisiera tener relaciones con el señor Perro o uno de la familia Hormiga se quisiera juntar con la bella Rubiala, cosas así. Después los dos se rieron. Parecía un chiste, pero no lo era.
Y, mire lo que son las cosas, a pesar de que el bosque santiagueño es chico y se conocen todos, el asunto tardó como un año en destaparse. Pero cuando todos se enteraron, gracias a una infidencia del Tortugo, que para ese tiempo ya tenía astas muy enormes, el noviazgo estaba totalmente consolidado.
Fue un escándalo, quiénes eran esos, decía el resto, para alterar el orden del bosque, no tenían derecho a cambiar lo que se había venido haciendo desde siempre de una manera, sólo porque tenían un capricho. Ellos, es decir la Tortuga y el Zorro, decían que sólo habían querido ser disruptivos, palabra que les gustó porque la aprendieron en la televisión y que nadie tenía derecho a meterse con su género. Los demás no entendían nada, porque creían que la televisión era un aparato que no servía para aprender sino solamente para envenenar el alma de todo el mundo que el género era una tela. Y se enojaron mucho.
Para solucionar el problema llamaron a reunión a los ancianos de la selva y les pidieron consejo. Los viejos dijeron que llamen a la pareja, querían examinarlos y hablar con ellos, a ver qué tan grave era el asunto. Entonces los encararon:
—A ver, diga, ¿ustedes se aman?
—Sí— respondieron.
—¿Saben acaso que un amor sin posibilidades de fructificar es sólo placer carnal, pero no es amor, como sabemos todos aquí en el bosque?
—Sí, lo sabemos.
Hasta ahí iba más o menos bien el amable interrogatorio. Los ancianos preguntaron
—¿Entonces?
—Es que así lo dicen en la televisión.
—¿Quiénes lo dicen?— consultaron los ancianos.
La respuesta, de una sola palabra, les vino a confirmar que la mente de aquellos dos pobres animales se había extraviado:
—Todes.
Era un caso perdido, obviamente.
Juan Manuel Aragón
A 8 de agosto del 2024, en Ojo de Agua. Recalculando el sueldo.
Ramírez de Velasco®
Un imposible animal la tortuga zorro |
Para solucionar el problema llamaron a reunión a los ancianos de la selva y les pidieron consejo. Los viejos dijeron que llamen a la pareja, querían examinarlos y hablar con ellos, a ver qué tan grave era el asunto. Entonces los encararon:
—A ver, diga, ¿ustedes se aman?
—Sí— respondieron.
—¿Saben acaso que un amor sin posibilidades de fructificar es sólo placer carnal, pero no es amor, como sabemos todos aquí en el bosque?
—Sí, lo sabemos.
Hasta ahí iba más o menos bien el amable interrogatorio. Los ancianos preguntaron
—¿Entonces?
—Es que así lo dicen en la televisión.
—¿Quiénes lo dicen?— consultaron los ancianos.
La respuesta, de una sola palabra, les vino a confirmar que la mente de aquellos dos pobres animales se había extraviado:
—Todes.
Era un caso perdido, obviamente.
Juan Manuel Aragón
A 8 de agosto del 2024, en Ojo de Agua. Recalculando el sueldo.
Ramírez de Velasco®
Con ese final, todo el cuento cobra sentido. Brillante e ingenioso
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