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| Sonrisa de delfín |
Es un animal perverso que se aprovecha de la natural simpatía que despierta en la gente para engañar a grandes y chicos
Sostengo que la doblez del delfín corre pareja con la simpatía que despierta en grandes y chicos. Es un animal malvado que se aprovecha de una sonrisa engañosa para trabajar en circos acuáticos de todo el mundo y vivir de unas cuantas piruetas en piletas con agua de mar, rodeadas de malcriados niños chillones pidiendo Cocacola. En el océano se conocen todos: el pérfido tiburón, los diminutos caballos de mar, el feo pulpo, el amable cachalote, la ballena y sus cuitas con los japoneses, el generoso atún, la malévola orca, las apretadas sardinas, el misterioso calamar y demás bichos con destino de paella. Los otros saben muy bien quién es el delfín, un depredador de aquellos, que no come pescaditos muertos como muestran los acuarios, sino peces vivos. Ocupan su lugar en la pirámide alimentaria de los hijos de Poseidón, son comida de animales más grandes, pero no se privan de almorzar otros pescados, pues son carnívoros exclusivos, nada de lechuguita o zanahoria. No va con ellos la onda vegana de paz, amor y roncanrol.Sin embargo, basta que usté diga “delfín”, para que se dibuje una sonrisa en el rostro de la gente, como si fuera un bichito fuera de nivel, tocado por la varita mágica de la simpatía. Y no falta la vieja que sostiene “son un amor” o “tan inteligentes que parecen cristianos, vea”, olvidando que la inteligencia es una facultad del alma exclusiva del hombre, no compartida con perros, gatos, piojos, hormigas ni delfines, obviamente.Creer que son casi humanos porque así los ha mostrado una película es más o menos lo mismo que suponer que Tarzán era el novio de la mona Chita o que existe el pato Donald y sus sobrinos, Hugo Paco y Luis porque el gélido Walt Disney lo prueba.
Digamos que la industria del cine norteamericano necesitaba un animalito para vaya a saber qué inconfesables fines, tenía a mano un delfín más o menos amaestrado y lo usó para filmar una cinta simpática, dedicada a crédulos infantes, siempre dispuestos a tragarse historias fantásticas de toda laya. Pero usted y yo sabemos que se trata de un ser infame y perverso que aprovecha su simpatía para ganar nuestra buena voluntad.
Dicho lo cual, regreso a la madriguera en que paso mis días y me dispongo a cerrar la computadora hasta la próxima maldad.
Juan Manuel Aragón
A 30 de diciembre del 2025, en la calle 9. Tomando unos matungos.
Ramírez de Velasco®


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