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| Mavys, Maradona y los amigos |
Historia de una adolescente atrapada por la fascinación hacia un mito del deporte que primero la sometió y luego silenció su sufrimiento
Una relación que combinó control y abuso fue la que tuvieron Diego Armando Maradona con la cubana Mavys Álvarez, que denunció haber sido su víctima a los 16 años. Fue traída de Cuba a la Argentina, sometida a restricciones inicuas, inducida al consumo de drogas y presionada para someterse a una cirugía estética, de los pechos, obviamente. Mientras, el ídolo de masas fue protegido no solamente por su prestigio como jugador de fútbol, sino también por un relato político hipócrita que, al convertirlo en semidiós lo aisló de las denuncias que sostenían que en realidad era un mal tipo. Un mal bicho, como se dice comúnmente.La chica conoció a Maradona en Cuba. Él estaba bajo tratamiento por adicciones. La joven, menor de edad, fue introducida al entorno del futbolista por cafichos o intermediarios. Quien debería haber protegido su integridad permaneció ausente. El entorno de Maradona no solo permitió la relación, sino que facilitó su traslado irregular a la Argentina. Aún hoy, después de tanto feminismo bajo el puente, tantas campañas acusando a los hombres de violadores, sólo por el hecho de ser hombres, muchos siguen aplaudiendo al ídolo muerto, y pocos cuestionan los métodos con los que actuaba. Lo levantan como una bandera, olvidándose de que terminó siendo un gordo drogado y de yapa abusador, violador.Mientras a otras mujeres que denunciaron haber sido violadas o abusadas años después de que ocurrieron los hechos, les creyeron a pies juntillas, en este caso ocurrió otra cosa. La prensa argentina consignó que Guillermo Coppola y otras personas del entorno de Maradona desestimaron las denuncias de Mavys Álvarez, pero no dieron detalles sobre quién dijo qué, manteniéndose en comunicados o entrevistas indirectas. Es decir, hubo complicidad de la prensa para mantener la violación de esta chica en secreto.
En la Argentina, la pobre chica estuvo bajo vigilancia constante. Sus movimientos fueron limitados y sus decisiones controladas. Fue inducida al consumo de alcohol y drogas. Maradona, con la complicidad de su círculo cercano, la expuso a situaciones que un adulto nunca debería imponer a un menor. La fascinación que la prensa y parte del público sienten por él, hace difícil que alguien levante la voz con indignación para señalar que, en realidad, se está endiosando a un vulgar violador.
Durante su estadía en el país, ella fue presionada para someterse a una operación estética para agrandarse los pechos. La cirugía se realizó sin la autorización de sus padres o tutores, con riesgos y complicaciones serias. Su cuerpo fue entonces un territorio de control y manipulación. Mientras tanto, el ícono futbolístico de los supuestos rebeldes argentinos que bajaban de Sierra Maestra, estaba protegido por la mitología de la izquierda progre y el culto popular.
El abuso sexual es uno solo de los episodios denunciados por la chica, pues aquella vez quedó atrapada en un entorno cerrado, sin posibilidad de pedir ayuda. Su relato detalla que fue víctima de violación y coerción. Lo que para muchos es una “leyenda” para ella fue una experiencia de encierro y violencia. Endemientras, en la Argentina —todavía hoy— no se muestra a cielo abierto la vulneración de derechos que sufrió.
El traslado de la joven, su aislamiento y la imposición de consumo de drogas y cirugías encajan en lo que los expertos denominan explotación y trata de personas. Maradona no actuó solo: su entorno facilitó cada paso. La protección periodística que recibió hace que la indignación social no se exprese con claridad.
Años después, la chica buscó justicia. Presentó la denuncia formal contra el entorno de Maradona en la Argentina. Su querella fue admitida, la causa reabierta y se comenzó a investigar el traslado irregular, la restricción de libertad y la explotación. Sin embargo, la figura de Maradona como ídolo de masas, instalado en el imaginario popular casi como un defensor de los pobres y desposeídos, un Robin Hood de habano en la boca, dificulta que el debate social se centre en la víctima y no en el héroe caído.
El caso evidencia cómo la veneración de masas puede ser cómplice del abuso. El relato progresista que rodea a Maradona impide que se lo critique sin ser tachado de desagradecido o reaccionario. Esta historia real muestra que incluso figuras adoradas pueden usar su poder para controlar y dañar, y que la mirada crítica escasea cuando el protagonista tiene estatus de ídolo.
El mito no exime de responsabilidad a nadie. Las víctimas existen y sus voces requieren atención. La investigación judicial sigue abierta, pero la sociedad enfrenta el desafío de cuestionar la idolatría que encubre la violencia. Mavys Álvarez buscó justicia pese al silencio colectivo, y su denuncia es un recordatorio incómodo del costo de la mitología que protege a los poderosos.
Juan Manuel Aragón
A 10 de noviembre del 2025, en el Bajo de la Mesada. Verguiando con el carro.
Ramírez de Velasco®



DIFERENCIAS
ResponderEliminarPedofilia: Atraccion sexual por los niños"Sin Acceso Carnal"
Pederastia:Atraccion sexual por los niños"Con Acceso Carnal"