¿Antigua o moderna? Un sueño urdido por unas cuantas señoras gordas, gente de la supuesta “cultura santiagueña”, un arquitecto y un pícaro concejal A veces el tilingaje llega al poder. Es peligroso porque sienta sus tiquismiquis en los altos sillones donde se cuece la política, no la de los dimes, diretes y diremes, sino aquella que transforma las cosas y les da otra dirección, un sentido diferente. Un caso patente es la ordenanza de retranqueo de Santiago. Derogada entre cuatro señoras y señoros gordos, algún que otro arquitecto, supuesta gente de la cultura y un pícaro concejal. Era una norma que obligaba a los propietarios de inmuebles a cederle a la Municipalidad parte de su frente si encaraban una nueva construcción con el fin de ir corriendo la línea de edificación y hacer más anchas las veredas. Con el paso de muchos años, tendríamos una ciudad con lugares más amplios para dejar de andar a los choques, como ahora. Sólo para dar un caso de los beneficios indirectos del retranque
Cuaderno de notas de Santiago del Estero