Mauro Icardi A un tipo le gusta en secreto de la señora del amigo, espera que se peleen, la consuela y ¡zás!, nace el amor entre ellos La Susana le metió los cuernos a Carlos Monzón, la Elizabeth Taylor se los puso a Richard Burton. Es algo que puede suceder —y ha sucedido— infinidad de veces en la historia del mundo. Nadie está exento o, como dice la frase popular: “Ningún toro muere mocho”. Ahí está el conocidísimo caso de Mauro Icardi, un jugador de fútbol que, al parecer se la trincaba a la esposa de su amigo Maximiliano Gastón López, también futbolista, pero antes de que ella estuviera separada. O empezó al día siguiente. Quién es uno para escandalizarse, son cosas que pasaban, pasan y van a seguir pasando. Después el Icardi se juntó a la luz del día con la esposa del otro, tuvieron hijas, su esposa volvió a hablarse con el López para resguardar a los críos que tenían desde antes de la, digamos, icardeada, ¿vio? Son situaciones que nadie tiene por qué juzgar, más allá de que se ha
Cuaderno de notas de Santiago del Estero