Ir al contenido principal

OPINIÓN La soberbia de “Fúnebres”

Corona

Por qué a cierta edad comenzamos a leer la página de los muertos


De jóvenes nos vestimos de soberbia, creemos que nunca nos va a suceder y pasamos de largo por los avisos fúnebres pues, felizmente, muchos de los que aparecen en esa sección son amigos o conocidos de nuestros padres, a lo sumo serán padres o abuelos de nuestros amigos, gente que, por alguna razón seguía viva y, de un día para otro, simplemente crepó.
Cuando empezamos a venirnos viejos, nos dimos con que, casi por obligación debíamos leer esa columna de los diarios. Sobre todo, para no pasar el papelón, en la calle, de preguntar a alguien por el hermano, la cuñada, el socio, y darnos con que se había ido para siempre. “Pero yo no sabía nada, che”, dirá uno. Y el otro quizás se quede callado, pensando en que salió en los diarios y en el velorio hubo un mundo de gente, como dicen.
Al doblar la curva de los 60, nos damos con que es la única sección del diario que nos interesa, porque las demás vienen siendo casi las mismas desde que lo leemos, un ministro ha dicho, la oposición no está de acuerdo, un hombre mató a machetazos a otro y el equipo de fútbol del que somos hinchas ganó, empató o perdió, así de aburrido. Esa, digo “Fúnebres”, es la página que siempre nos dará una sorpresa y, a veces, hasta nos sacará de la duda de si alguno crepó o todavía figura en la parte de los que pagan el aviso.
En un tiempo, cuando en unas pocas páginas El Liberal contaba lo que había sucedido en la provincia, la Argentina y el mundo, se les dio por publicar, en páginas enfrentadas, las noticias policiales, deportes y los fúnebres. Un amigo, a quien le decíamos MacGyver, me lo hizo notar: “Mirá, sangre sudor y lágrimas, en ese orden las publican”. Durante mucho tiempo siguieron igual hasta que separaron la sección y desapareció de hecho la famosa frase de Lord Byron.
¿Hay morbosidad en quienes todos los días revisamos la lista de los finados? A veces, cuando nos salta un nombre y apellido familiar, nos fijamos en el aviso para ver si no era madre, padre, hermano de un amigo o conocido. Y aunque sea por WhatsApp, enviarle las condolencias si no es tan cercano, digo, para no andar haciendo bulto en el velorio, en este tiempo de contagios pandemiosos.
Pienso en esa gente que apenas me conoce, me ubica, pero más o menos y quizás de casualidad retuvo mi nombre y apellido, el kiosquero de cuatro cuadras pongalé. Uno de estos días mi nombre saldrá en esa página maldita y el tipo, pensando en la última vez que me vio, quizás piense: “No parecía tan viejo”. Y luego de despachar 30 pesos de caramelos, me olvide para siempre.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Sí, más que nada para ver si alguien conocido se fue a Villa Antarca. Pero no hay caso, che. Yo sigo guiándome por las fotitos.

    ResponderEliminar
  2. Casi no miro los avisos fúnebres, xq te enteras igual

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

CUENTO Los negros de abajo

Imagen de ilustración nomás Que narra lo que sucedió el día que en la oficina decidieron instalar cámaras de vídeo para ver qué hacían los empleados Un buen día pusieron cámaras en el trabajo. Las ubicaron estratégicamente, una en cada oficina y dos en la que le decíamos “La Perrera”. Roberto, que siempre amagaba con levantarle la pollera a la Patri, sólo para ver qué color de bombacha llevaba, dejó de hacerlo; Sonia no lo imitó más a Fallon cuando salía del baño secándose las manos con el pañuelo y Mariano, que siempre se levantaba de la silla para hacer ejercicios físicos y desentumecerse, se abstuvo de sus sesiones de gimnasia. Decían que el dueño tenía el televisor en su despacho y se divertía mirándonos. Alguno comentó, medio en serio, medio en broma, que había dicho: “Los esclavos de abajo trabajan bien, pero si se lo controla son inmejorables”. Aunque eso de los esclavos o los negros de abajo era cierto, siempre lo decía casi con satisfacción. Su oficina quedaba arriba, obviamen...

1988 AGENDA PROVINCIAL Ávila

Eduardo Ávila, el hijo más conocido de Orlando El 12 de julio de 1988 muere Orlando Ávila, folklorista y director del conjunto “Los Ávila”, que deja una huella imborrable en la música tradicional El 12 de julio de 1988 murió Orlando Ávila, destacado folklorista santiagueño y director del conjunto “Los Ávila”, que dejó una huella imborrable en la música tradicional de la provincia. Nacido en Santiago del Estero, dedicó su vida a la difusión de las tradiciones musicales de la provincia, particularmente la chacarera, género que llevó a diversos escenarios del país. Su liderazgo al frente del conjunto familiar consolidó un estilo auténtico, profundamente arraigado en la cultura santiagueña. “Los Ávila” se formaron en el seno de una familia apasionada por el folklore. Orlando, como cabeza del grupo, guio a sus integrantes, entre ellos su hijo Eduardo Ávila, conocido como “El Santiagueño”. El conjunto se destacó por interpretar chacareras, zambas y vidalas, géneros que reflejaban la esencia ...

QUIMERAS El sabor del vacío

Pobre náufrago Una reflexión sobre cómo la búsqueda de gozo lleva a consumir la vida, pero nos deja a la deriva en un océano sin faro La felicidad, ese anhelo antiguo que prometía plenitud, ha sido el motor de innumerables gestas y tragedias. En su nombre se alzaron banderas, se trazaron fronteras y, no pocas veces, se derramó sangre. Porque la felicidad de unos, en su voracidad, a menudo se nutre de la desdicha de otros. Alguien, en algún rincón del mundo, mueve los engranajes del contento ajeno, y en ese girar frenético no hay sosiego, sino un eco de dolor. Con el tiempo, los herederos de esa quimera abandonaron la felicidad como meta inalcanzable. En su lugar, abrazaron la diversión, un refugio más ligero, más inmediato. Llegaron los años 80 y 90, cuando la vida se midió en una dicotomía simple: divertida o aburrida. Nadie, por supuesto, quiso quedarse en el tedio. El jolgorio, las risas, la música atronadora y las luces titilantes se coronaron como el nuevo fin del hombre. Ya no se...

1586 CALENDARIO NACIONAL Rojas

Español en América (idea aproximada) El 15 de julio de 1586 llegó a Santiago Mateo Rojas de Oquendo, conquistador que escribió los primeros versos de estas tierras, considerado el primer poeta santiagueño y riojano El 15 de julio de 1586 llegó a Santiago del Estero, Mateo Rojas de Oquendo. Fue el conquistador español que escribió los primeros versos de estas tierras, considerado el primer poeta santiagueño y riojano. Se supone que nació en 1559, probablemente en Sevilla, según surge de sus propios poemas y se pierde noticia de su vida en 1612, en tiempos en que no todo se registraba en papel y la vida tenía mucho menos valor que en los tiempos presentes. El interés literario por su obra radica en el misterio en torno a su poema “Famatina”, que se ha perdido. El nombre completo de este poema, de veintidós cantos y de trecientas hojas, es “Famatina y conquista y allanamiento de la provincia de Tucumán desde la entrada de Diego de Rojas hasta el gobierno de Juan Ramírez de Velasco”. Es ca...

1938 AGENDA PROVINCIAL Olaechea

Olaechea (gentileza de Antonio Castiglione) El 16 de julio de 1938 muere Pedro Pablo Olaechea y Alcorta, destacado abogado, juez federal, senador y académico El 16 de julio de 1938 murió Pedro Pablo Olaechea y Alcorta, en Buenos Aires. Fue un destacado abogado, juez federal, senador y académico. Nacido en Santiago del Estero el 20 de marzo de 1855, era hijo de Pedro Pablo Olaechea y Carmen Alcorta. Su familia, de profunda raigambre santiagueña, enfrentó persecuciones durante el régimen de Juan Felipe Ibarra, lo que marcó su infancia. Estudió en el Colegio Nacional de Santiago del Estero, destacándose por su dedicación, y luego cursó Derecho en la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó en 1879. Inició su carrera como abogado en Santiago, especializándose en casos civiles y comerciales. En 1883 fue designado juez de primera instancia en su provincia natal, cargo que desempeñó con notable rigor. En 1890 ascendió a juez federal, resolviendo casos de relevancia nacional con un enfoque...