A punto de extinción |
Acaba de aparecer el asteroide nuestro de todos los años y otra vez fallará
Otra vez sopa. Un asteroide pasará más o menos cerca de la Tierra el 18 de enero. Ahá, pero, ¿cuánto de cerca? A unos 2 millones de kilómetros, como cinco veces la distancia que hay entre la Tierra y la Luna. ¿Qué tamaño tierne?, dos veces el edificio del Empire State. ¿Podría partirnos en pedazos? No, pero si nos llega a dar, acabaría con toda la vida en la Tierra, sostienen algunos, ni para ameba quedaríamos.
Es, más o menos como si nos enteráramos de que un camión con combustible va a pasar a cinco cuadras de donde vivimos. Si se estrella contra el frente de casa, es probable que nos haga pupa. Pero como va lejos y es poco probable que el chofer quiera salir de su ruta, no corremos peligro. ¿Entonces?
Pasa, que lo desconocido, lo misterioso, lo que tiene algún secreto o algo inquietante, vende. Y el cielo, la luna, las estrellas, a cada rato están dando informaciones. Como cuando dicen, no sé, pongalé, que dos planetas se verán muy cerca durante una noche, a alguien se le ocurre decir que se besarán y muchos en el mundo contienen el aliento pensando que podría llegar un cataclismo, eso que en todos lados salió que las posibilidades que eso ocurra son más ínfimas que mínimas.
Si no hay más titulares, al día siguiente los diarios pondrán en ejercicio su ingenio y saldrán cada uno, con un título como “Beso interruptus”, “Divorcio de planetas”, cosas así. Y habrán salido del paso, de una forma más o menos elegante.
Ahora que en pocos lugares reparten almanaques, se hace difícil averiguar, por dar un caso, en qué mes será la luna azul este año. Es cuando está llena dos veces en un mismo mes solar. Casualidades de ese tipo hacen las delicias del periodista que está frente a la pantalla con la mente en blanco, la canasta vacía de informaciones y, de repente, la agencia de noticias entrega la primicia. Chau, salvada la página. No me lo han contado.
Uno de estos días es probable que los científicos lleguen a la conclusión de que un meteorito del tamaño del Everest viene derecho hacia nosotros y, si no ocurre un milagro, nos dará de lleno, cerca de Australia pongalé o en un campo de maíz de Iowa, Estados Unidos, en las playas de Ibiza. En cualquier lado.
Si llegara a ser cierto y el meteorito nos pegará en alguna parte, quisiera que me halle con mi máquina de fotos en la mano, apuntando hacia el lugar correcto del cielo, desde alguna terraza cerca de mi casa, meta tomar imágenes del momento. Y luego venir a publicar la noticia en mi blog, así se informan mis amigos. O los sobrevivientes claro.
(Endemientras, rezo fervientemente, que pegue en Tucumán, Diosito, que sea en la plaza Independencia, que no quede ni uno. Ni como pichón de dinosaurio).
©Juan Manuel Aragón
Si no hay más titulares, al día siguiente los diarios pondrán en ejercicio su ingenio y saldrán cada uno, con un título como “Beso interruptus”, “Divorcio de planetas”, cosas así. Y habrán salido del paso, de una forma más o menos elegante.
Ahora que en pocos lugares reparten almanaques, se hace difícil averiguar, por dar un caso, en qué mes será la luna azul este año. Es cuando está llena dos veces en un mismo mes solar. Casualidades de ese tipo hacen las delicias del periodista que está frente a la pantalla con la mente en blanco, la canasta vacía de informaciones y, de repente, la agencia de noticias entrega la primicia. Chau, salvada la página. No me lo han contado.
Uno de estos días es probable que los científicos lleguen a la conclusión de que un meteorito del tamaño del Everest viene derecho hacia nosotros y, si no ocurre un milagro, nos dará de lleno, cerca de Australia pongalé o en un campo de maíz de Iowa, Estados Unidos, en las playas de Ibiza. En cualquier lado.
Si llegara a ser cierto y el meteorito nos pegará en alguna parte, quisiera que me halle con mi máquina de fotos en la mano, apuntando hacia el lugar correcto del cielo, desde alguna terraza cerca de mi casa, meta tomar imágenes del momento. Y luego venir a publicar la noticia en mi blog, así se informan mis amigos. O los sobrevivientes claro.
(Endemientras, rezo fervientemente, que pegue en Tucumán, Diosito, que sea en la plaza Independencia, que no quede ni uno. Ni como pichón de dinosaurio).
©Juan Manuel Aragón
El final es exquisito jajaja
ResponderEliminarNo bombardean Tucumán!!!! Ehhhh
ResponderEliminarMe hiciste reír con el final
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