Tango |
“Quienes lo conocen de antes, cuentan que, de joven, cuando se casó con su señora, la Porota, dejó de andar de farra”
Con la popularización de la frecuencia modulada a Huguito Aguirre le dieron un programa de radio los domingos a la mañana para que pasara tangos milongas, pasodobles.La verdad es que Huguito no ha leído mucho de tango y de música sabe menos. Pero tiene una colección de unos diez mil discos compactos y otros tantos casetes que fue juntando durante toda su vida. Y con eso le alcanza y sobra para ganar por poco.Los amigos se le fueron muriendo cuando se fue poniendo viejo. Entonces tomó otra personalidad, la de quien no había sido y ya no podría ser. Se inventó una juventud bohemia, mujeres livianas y bailes de antología a los que jamás había asistido. Los vivos no tenían como discutirle y los finados menos.
Le llegaron mentas de los bailes de antes, algunos de armas llevar, con hembras bravas, “minas fieles de gran corazón” como dice, justamente el tango. Y con anécdotas mal oídas y peor interpretadas, armó una modesta fama con retroactividad.
A veces en su programa larga: “Eh, qué buenos que estaban los bailes del Tenemelo, ¡ah, jajá!, había que ser macho”. Con lo que da a entender que él ha andado por ahí y algo tuvo que ver con aquellos entreveros.
Quienes lo conocen de antes, cuentan que, de joven, cuando se casó con su señora, la Porota, dejó de andar de farra, antes no había sido muy salidor que digamos y tampoco un galán de los cincuenta barrios santiagueños. Algunos viejos que todavía quedan, recuerdan que nunca lo han visto en esos lugares peligrosos. “No tiene nada de malo no haber conocido las milongas aquellas —le recriminan en secreto —pero que no venga ahora a decir que era un animador de las diversiones cuando ni siquiera pasaba por la puerta”.
De todas maneras, vamos a decirlo todo, tiene sus admiradoras, algunas viejas que lo siguen domingo tras domingo. Le piden que pase tangos raros o autores más o menos desconocidos. Con las dos o tres docenas de palabras del idioma español que conoce, se arriesga a hacer un programa que tiene sus seguidoras, lo que es toda una proeza digamos.
Casi a la misma hora, en la radio de la competencia, hay un viejo que le hace la guerra. Apenas usted lo oye, se percata de que él sí ha ido a los bailes a los que el Huguito faltó. Pero este otro tiene dos defectos, el primero es que repite los tangos, a veces hasta tres o cuatro veces si se lo pide la audiencia. El segundo es que apenas dice tres o cuatro frases, se le acaba el repertorio del idioma español.
Por eso digo, a veces se necesita poco para ganar.
Juan Manuel Aragón
A 2 de enero del 2025, en la Represa del Campo. Buscando unas cabras.
Ramírez de Velasco®
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